Sonambulismo, terrores nocturnos... ¿Cuáles son las parasomnias más comunes?

Estamos ante trastornos de la conducta durante el sueño, que interfieren en la calidad del mismo

Por Pilar Hernán

Hay personas que no tienen un sueño reparador, que no descansan. Y siempre suele haber detrás un motivo. Uno de ellos son las llamadas parasomnias. “Son trastornos de la conducta durante el sueño, que interfieren en la arquitectura adecuada del mismo ya que lo fragmentan de manera más o menos prolongada causando en ocasiones sensación de sueño no reparador, aunque no tienen por qué asociar alteración del comportamiento durante la vigilia”, nos explica la doctora Sonia Montilla Izquierdo, especialista del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, que añade que la mayoría son más frecuentes en los niños, pero pueden persistir hasta la vida adulta. De hecho, algunas de ellas son más propias de la edad avanzada.

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¿Cuáles son?

Le preguntamos cuáles son las más habituales, y la doctora nos las resume en las siguientes:

  • En general las más habituales son el sonambulismo (el paciente hace actividades propias de la vigilia, pero estando dormido, se levanta, camina, va al aseo...).
  • Los terrores nocturnos (gritos incontrolables durante el sueño que suelen estar asociados a pesadillas).
  • El bruxismo o rechinar de los dientes.
  • La eneuresis nocturna (incontinencia urinaria durante el sueño).
  • En personas de edad mayor edad, sobre todo ancianos y en ocasiones asociados a ciertos trastornos neurológicos aparece el denominado Trastorno de comportamiento asociado al sueño REM en el que el paciente presenta movimientos de brazos, piernas gritos e incluso comportamientos agresivos con su pareja de cama.

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Así se manifiestan

¿Cuáles son los síntomas que nos pueden alertar de que padecemos alguna de ellas? “Las parasomnias pueden asociar síntomas motores, sensitivos, sensoriales y/o cognitivos. El paciente mueve frecuentemente los brazos, las piernas o la cabeza durante el sueño, puede apretar los dientes, tener sensación de hormigueo en las extremidades, hablar, gemir o tener pesadillas o sueños desagradables que interfieran en la continuidad del sueño”, nos comenta la doctora Montilla Izquierdo, que matiza que en la mayoría de los casos va a ser el acompañante de cama el que nos cuente cuáles son los síntomas del paciente. “El que los sufre se va a quejar fundamentalmente de un sueño no reparador con la consiguiente repercusión en la calidad de vida durante la vigilia con cansancio, inadecuado rendimiento laboral o académico, o hipersomnia diurna, que puede llegar a provocar accidentes laborales o de tráfico”, nos cuenta.

¿Por qué se producen? 

“Durante muchos años, investigadores de todo tipo se dividieron en torno a la adjudicación de una causa fundamental en las parasomnias. El avance tecnológico y, principalmente, la intervención del estudio polisomnográfico han permitido definir las causas de un conjunto de afecciones sin una clara disfunción orgánica”, cuenta por su parte la doctora Madeleyn Rodríguez Jiménez, especialista de dicho Servicio de Neurología. Y nos cuenta que entre los factores externos más comunes podemos encontrar:

  • Alimentación: Se ha observado una correlación entre el índice de parasomnias y la ingesta de alimentos azucarados en niños. Asimismo, el consumo de cualquier sustancia estimulante como café o refrescos altera los niveles de alerta y, por consiguiente, el funcionamiento normal del sistema nervioso
  • Estrés: Tan común en la niñez como en la vida adulta.
  • Exposición a medios electrónicos: Un factor estrechamente relacionado a la coyuntura actual de la vida cotidiana. La excesiva exposición a elementos electrónicos prolifera desde edades muy tempranas.
  • Higiene del sueño: Tanto horarios irregulares del sueño, como la falta de control de las actividades que se realizan en el dormitorio, están dentro de las principales causas de alteración. Si una persona come, estudia y hace ejercicio en su habitación, es normal que, por condicionamiento, su cuerpo no identifique ese lugar para las actividades de descanso.

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¿Cómo se llega al diagnóstico de las parasomnias?

En opinión de la doctora Rodríguez Jiménez, el diagnóstico de las parasomnias se hace fundamentalmente por la historia narrada por los acompañantes, y por lo que pueda añadir el propio paciente. Lo primero es diagnosticar exactamente los episodios. “Para ello hay que observarlos realizando un estudio del sueño (polisomnografía nocturna). Se registra, si es posible, el electroencefalograma y otras variables durante la noche y la imagen en vídeo”, nos cuenta. “Las parasomnias están dentro de las afecciones más comunes del sueño. Si bien suelen desaparecer conforme el avance de la edad, también es cierto que pueden afianzarse como conductas desadaptativas. El impacto de las parasomnias y sus causas en la somnolencia diurna las convierte en un problema que debe tratarse antes de que comience a afectar las relaciones personales y laborales”, nos comenta.

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Cómo tratarlas

Una vez que se diagnostican, es importante buscar soluciones. Y nos preguntamos cuál es el mejor tratamiento para abordarlas. La doctora Cristina Fernández García, jefa del Servicio de Neurología del Hospital Sanitas La Moraleja, nos detalla que en algunos casos concretos se puede utilizar tratamiento médico, pero, en general, la recomendación es evitar todos aquellos factores como, por ejemplo, el estrés que puedan favorecer su aparición. Y es que está claro que pueden llegar a interferir en la calidad de vida de quien las padece. “En la medida en la que pueden interferir en un adecuado descanso nocturno pueden tener repercusión en la calidad de vida durante el día con cansancio, somnolencia, mal rendimiento cognitivo y descontrol emocional, pudiendo disminuir el rendimiento laboral y/o académico, e incluso, la hipersomnia diurna puede conducir a accidentes laborales y/o de tráfico”, concluye la doctora.