¿Puede afectar la contaminación lumínica de Navidad a nuestra salud hormonal?

Tiene un impacto muy significativo en nuestro organismo ya que altera nuestro ritmo circadiano natural y la producción de melatonina, la hormona del descanso

Por Pilar Hernán

Villancicos, mercadillos, regalos... y muchas luces de Navidad. Estamos en una época en la que las ciudades se visten de luz y color para festejar las fiestas. Pues bien, todos las disfrutamos, pero tal vez nunca te has planteado cuáles son los posibles efectos nocivos de la contaminación lumínica navideña en nuestra salud hormonal. Y es que, tal y como nos confirma Marta León, ingeniera química especializada en alimentación y salud hormonal femenina, nunca pensamos en lo que implica para nuestros ojos, la glándula pineal y, en definitiva, la bioquímica hormonal, el hecho de estar expuestos a tanta cantidad de luz tintineante durante las noches de invierno (la época más oscura del año).

Hemos podido hablar con la experta con todo detalle en busca de las causas y efectos de este fenómeno y de qué forma podemos cuidarnos sin dejar de disfrutar de las navidades y sus luces.

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¿Hasta qué punto puede influir la contaminación lumínica en nuestra salud hormonal?

Pues lo cierto es que especialmente durante la noche, la contaminación lumínica tiene un impacto muy significativo en nuestro organismo ya que altera nuestro ritmo circadiano natural y la producción de melatonina, la hormona del descanso. Esto tiene no sólo un impacto en la calidad del sueño, sino también en el estado de ánimo. La falta de sueño reparador, ese que nos hace despertarnos descansados y con energía sin necesidad de despertador, puede afectar negativamente nuestro bienestar emocional.

¿Por qué motivos, cuáles son las causas?

La luz, especialmente el espectro de luz azul de los leds navideños, puede engañar a nuestro cerebro “haciéndole creer que todavía es de día”. Estas pequeñas bombillas pueden parecer de color blanco pero en realidad son azules, y este color en la luz (y más por la noche) es muy nocivo para nuestra salud hormonal, ya que para que produzcamos melatonina nocturna, la hormona del sueño, necesitamos oscuridad y silencio. En presencia de luz azul la producción de melatonina se suprime en la glándula pineal del cerebro, lo que puede llevarnos a trastornos del sueño, mala salud metabólica, altibajos emocionales.

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¿Se pueden llegar a alterar nuestros ritmos circadianos cuando estamos demasiado expuestos a la contaminación lumínica?

Totalmente. La exposición excesiva a la contaminación lumínica puede alterarlos y mucho, por ejemplo, en trabajadores que deben estar expuestos a este tipo de luz durante toda la jornada laboral. Pero incluso en quienes nos exponemos a la luz de los televisores, computadoras, tabletas digitales y smartphones o ahora en navidad, salimos a hacer nuestras compras navideñas pasadas las 19:00. La luz artificial nocturna interfiere con la producción de melatonina, la hormona reguladora del sueño, afectando la calidad del descanso y los procesos fisiológicos asociados con el ciclo circadiano natural.

¿Puede llegar a hacer que se produzca incluso un desequilibrio hormonal?

Absolutamente. La disrupción hormonal por causa lumínica puede influir negativamente en nuestro metabolismo. Según han mostrado algunos estudios la exposición a la luz azul en horarios inadecuados puede alterar la función metabólica, de la glucosa e insulina, aumentando la resistencia a la insulina,  el riesgo de obesidad y otros trastornos metabólicos. Además, al perturbar la producción de melatonina, no solo afecta la calidad del sueño, estado de ánimo o capacidad cognitiva, también podría tener un efecto directo sobre otros aspectos de la salud hormonal, como las hormonas reproductivas, lo que podría influir en aspectos como la fertilidad, la menopausia o la salud menstrual.

Esto, parece claro, puede llegar a afectar a nuestra salud, ¿de qué forma se manifiestan los efectos de este fenómeno, tan desconocido para la población?

Lo cierto es que la contaminación lumínica puede tener múltiples efectos sobre la salud humana que van más allá de la alteración del sueño y el ritmo circadiano. Como por ejemplo: insomnio, fatiga crónica (y con ello, afectación del rendimiento laboral o escolar), alteraciones del estado de ánimo, problemas metabólicos y dificultad para perder peso e incluso impacto en la salud visual como fatiga visual, o sequedad ocular. Estos efectos a menudo pasan desapercibidos, lo que hace fundamental aumentar la conciencia sobre este problema y sus consecuencias en la salud.

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Es un aspecto que se complica, especialmente, en esta época navideña, en la que los estímulos lumínicos se multiplican, ¿no es así?

Pues lo cierto es que sí, aunque la contaminación lumínica es un problema todo el año en las grandes ciudades ya que apenas deja ver ya las estrellas, pero es mucho más intensa en Navidad. La gran cantidad de luces decorativas en el alumbrado navideño, aunque pueden agradar a muchos también ejerce una disrupción mucho mayor que el resto del año.

¿Dónde está el límite que puede marcar si es o no saludable la luz a la que estamos expuestos? ¿En qué momento podríamos hablar de contaminación lumínica?

Pues en realidad depende de varios factores, en primer lugar de la intensidad y tipo de luz: La intensidad de la luz y su espectro son determinarán si esa luz es saludable o no. La luz azul intensa, especialmente la emitida por dispositivos electrónicos y algunas luces LED, es más perjudicial durante la noche. La luz natural, sin embargo, durante el día es beneficiosa. También el horario de exposición: como hemos dicho anteriormente, durante la noche, especialmente antes de dormir la exposición a la luz, puede alterar la producción de melatonina y el equilibrio circadiano. El tiempo de exposición, no es lo mismo el tiempo que nos da en los ojos la luz de la nevera, que la exposición prolongada. El entorno, sobre todo en caso de las grandes ciudades, puede ser excesivo y perjudicial, afectando no sólo a los humanos sino también a la fauna y flora local.

Hablamos de contaminación lumínica cuando la luz artificial altera significativamente el ambiente natural y afecta la salud de los seres vivos. 

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¿Hay personas a las que les afecta en mayor medida que a otras?

Pues lo cierto es que sí, hay personas con trastornos del sueño o problemas de salud mental más susceptibles a los efectos negativos de la contaminación lumínica. Los niños y los ancianos también lo son. Las personas que pasan mucho tiempo frente a pantallas de dispositivos electrónicos, especialmente antes de dormir o quienes trabajan en turnos nocturnos o están expuestas a luz artificial intensa durante la noche, como sanitarios, empleados de fábricas o personal de seguridad. Todos ellos pueden experimentar más trastornos del sueño y estrés que aquellos con menor exposición.

Y no sólo afectan a la vida de las personas, sino también al de los pájaros. En Nueva York cada vez que se conmemora el atentado del 11S miles de especies quedan desorientadas por las luces que se utilizan en la celebración. Y a las aves, se le suman los insectos.

Sin embargo, es algo que no podemos cambiar, ¿qué recomendaciones daría para tratar de limitar sus efectos?

Podemos tomar muchas medidas para ayudar a reducir el impacto de la contaminación lumínica en nuestra salud, por ejemplo, atenuar la Iluminación nocturna, elegir lámparas con temperaturas de color más bajas, de color rojo o anaranjado como las lámparas de sal, que emiten menos luz azul y son menos disruptivas, usar temporizadores y sensores de movimiento que limiten el uso de la luz artificial sólo cuando es necesario, cambiar o reemplazar bombillas tradicionales por opciones más eficientes y con menor impacto lumínico, y por supuesto, más  conciencia y educación sobre los efectos de la contaminación lumínica en la salud y en el medioambiente.