Tengo dolor en el pecho: ¿puede ser algo grave?

Pueden ser gases o una irritación en los nervios de las costillas, pero en otras ocasiones puede deberse a un problema grave que necesita atención urgente

Por Nuria Safont

Cuando sufrimos dolor en el pecho, solemos ponernos en lo peor. Pensamos que puede ser un ataque al corazón o algún problema grave relacionado con los pulmones. La mayoría de las veces es por algo tan simple como un mal gesto, punzadas provocadas por los nervios y músculos de la caja torácica) o un problema digestivo. No obstante, tampoco hay que restarle importancia. Y si relacionas los síntomas con un problema grave, acude al médico sin demora. 

"La causa más frecuente de dolor torácico es de origen osteomuscular. Sin embargo, puede ocurrir por diferentes causas: enfermedades del corazón (como el infarto de miocardio, enfermedades de la aorta y la pericarditis), enfermedades pulmonares (como las infecciones, el neumotórax y el tromboembolismo pulmonar), enfermedades del esófago, enfermedades digestivas, fracturas y contusiones costales, costocondritis, artrosis cervical y dorsal, neuropatías, enfermedades de la mama o alteraciones psicológicas", nos explica la Dra. Lourdes Hernández, especialista del Servicio de Urgencias de Clínica Universidad de Navarra  (CUN Madrid). 

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Síntomas de que se trata de algo grave 

El dolor en el pecho que puede ser preocupante, suele venir acompañado de otras señales de alarma.

Problemas de corazón

La doctora nos indica que "el dolor del infarto de miocardio es de tipo opresivo, como un peso, de localización difusa -no está localizado en la zona central como la ansiedad-, se prolonga por el cuello y a uno o los dos brazos. Además, se acompaña de náuseas, vómitos y sudoración. Asimismo, se desencadena con el ejercicio físico. El dolor de la patología aórtica puede asemejarse al del infarto de miocardio, pero este se prolonga por la espalda". En estos casos, no hay un minuto que perder y avisar rápidamente al servicio de urgencias. 

Problemas neumológicos

Cuando el dolor en el pecho se debe a un problema de origen neumológico, el dolor suele ser punzante, localizado, que empeora con la tos y la inspiración profunda. "Las enfermedades del pulmón y la pleura (membrana que envuelve los pulmones y la pared interna de la cavidad torácica) producen lo que se conoce como dolor pleurítico. De ellas, el neumotórax, la neumonía y la trombosis pulmonar son las enfermedades pulmonares que más frecuentemente producen este tipo de dolor", aclara la experta de la CUN Madrid. 

Problemas digestivos

Puede causarlo desde una mala digestión hasta dolencias como la hernia de hiato (el estómago se desliza hacia el tórax), la esofagitis, el reflujo gastroesofágico, la pancreatitis aguda y el cólico biliar. Los síntomas son diversos. Si se trata de acidez, reflujo o gastritis, puede sentirse ardor, dolor en la boca del estómago, malestar, gases, eructos. Si el dolor está relacionado con el páncreas o con la vesícula biliar, es probable que aparezca fiebre, color amarillento de la piel, náuseas, vómitos, alteraciones en la analítica. 

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La ansiedad también puede estar detrás del dolor 

El estrés o la ansiedad también pueden estar detrás de esta sensación de dolor y opresión que podemos sentir en el pecho. Pero, ¿cómo distinguirlo del infarto?

Como nos explica la Dra. Lourdes Hernández, la ansiedad es una reacción fisiológica de nuestro organismo ante una amenaza. La patológica, por su parte, se produce cuando dicha reacción es inadecuada, supera cierta intensidad o sobrepasa nuestra capacidad de adaptación. "El dolor torácico causado por ansiedad suele ser en la zona central del tórax, de duración prolongada, acompañado de dificultad para la inspiración profunda y que no está relacionado con el esfuerzo".

Además de dolor torácico, la ansiedad se puede manifestar a través de otros síntomas como sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad, dolor de cabeza, temblor, hormigueo, taquicardia, dolor torácico, dificultad para respirar, náuseas, vómitos o meteorismo (acúmulo de gases en el abdomen).

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Otras causas menos graves

Hay otras dolencias que pueden manifestar con dolor en el pecho. Pese a que no ponen en riesgo tu vida, sí es conveniente que lo consultes al médico, sobre todo, si se produce de forma persistente. 

  • Virus del herpes: puede ocasionar una inflamación en los nervios de la caja torácica provocando una 'neuritis' 
  • Dolor en las costillas: es el típico dolor agudo, que no te permite respirar y que suele aparecer en la zona de las costillas de forma repentina y desaparecer en segundos. Está ocasionado por una irritación en los nervios de la zona. 
  • Gases: las flatulencias y la distensión abdominal pueden producir dolores muy agudos en distintas partes del cuerpo, tanto en el bajo vientre como en la parte superior, pudiéndose confundir, incluso, con un problema del corazón. Es conveniente que acudas al especialista en aparato digestivo, ya que las intolerancias pueden estar detrás de esta incómoda sensación. 

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Ve rápido al médico si... 

A pesar de que, como decíamos, estas dolencias anteriores no son, a priori, un motivo de urgencia, debido a que pueden confundirse con un problema de corazón, conviene estar atenta a estas señales y pedir ayuda urgente si viene acompañado de alguno de estos síntomas: 

  • Junto al dolor y la opresión sientes que te mareas, que tienes dificultad para respirar, sudor frío, náuseas y/o vómitos 
  • El dolor se irradia hacia el brazo 
  • Es intenso, persiste y en vez de disminuir, aumenta 
  • Tienes palpitaciones
  • Aparece de repente y está relacionado con alguna noticia, situación personal o algo que nos disgusta
  • Te has desvanecido
  • Cumples alguno de los criterios de riesgo: hipertensión, colesterol alto, diabetes o fumas 

¿Qué pruebas nos van a realizar?

"Solo con la historia médica y la exploración física se puede orientar la etiología del 80% de los dolores torácicos", afirma la doctora de la Clínica Universidad de Navarra. 

La experta concluye recordando que "todo paciente con dolor torácico debe de ser valorado mediante la toma de constantes vitales (tensión arterial, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria y saturación de oxígeno), los antecedentes personales (con especial atención a los factores de riesgo cardiovascular -hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia, obesidad y tabaquismo-); una exploración física y la realización de un electrocardiograma".

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