Beatriz Rubio y Manuel Álvarez nos abren las puertas de ‘Casal de São Roque’, su histórica mansión en Estoril, levantada sobre un fuerte del siglo XVII

Fue construida en 1902 por el famoso arquitecto Raúl Lino

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Victoria de Alcahaúd

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Beatriz Rubio es la presidenta del gigante inmobiliario Re/Max, con 14.000 franquiciados. Dueña de MaxFinance, de créditos personales e inmobiliarios, con 650 agentes especializados. De una constructora y empresa de reformas, Melon, con 1.000 empleados. Con dos programas formato reality show en la televisión. En uno se compran casas. En el otro se decoran. Posee cinco empresas más y da trabajo a 20.000 personas. Beatriz nació en Zaragoza, pero hace 24 años que vive en Portugal. Ha sido “empresaria del año” en múltiples ocasiones y para aquellos que la conocen, en persona o en los medios, es “la reina de Portugal”.

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Arriba, Beatriz Rubio posa junto a sus dos hijas. Marta, que es médico, está muy entregada a las personas mayores; Patricia, que estudió Economía y Administración de Empresas, ocupa un alto cargo en el ‘holding’ familiar. Sobre estas líneas, vista aérea de la casa frente a la playa de Tamaris, en Estoril.

“Ja, ja —a Bea le gusta reír y lo hace constantemente—. No soy yo sola. Somos dos en todo. Manuel Álvarez, mi marido, es el visionario, el de las grandes ideas. Yo soy la ejecutora. Soy tan proactiva que si decidimos hacer algo y estoy sentada, instintivamente me levanto y prácticamente echo a correr para realizarlo”.

El matrimonio español llegó a Portugal hace 29 años, comenzó creando un pequeño camping por la Expo de 1998 y hoy su imperio abarca empresas inmobiliarias, de construcción, reformas y dos reality shows, entre otros

Desde luego, Beatriz es una emprendedora y le viene de familia. Sus antepasados, escapando del antiguo Imperio turco porque eran cristianos, se instalaron a finales del siglo XIX en Santa Cruz, una zona de Bolivia que limita con Brasil. Llegaron a tener 10.000 cabezas de ganado y una finca de 200 kilómetros. En ella crecían unos árboles “que lloraban”. “Decían los abuelos que aquellos árboles eran “de oro”. Y lo eran. Se trataba de caucho. Comenzaron a comercializarlos para las ruedas de los primeros automóviles a principios del siglo XX, pero un gran incendio destruyó la casa y toda la plantación. Sin desmoralizarse, plantaron de nuevo. Llegó la Segunda Guerra Mundial y el caucho, o “la goma”, como lo llaman por aquellas tierras, fue vital para los tanques. Solo había dos productores de caucho en el mundo. El abuelo era uno de ellos”.

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Sobre estas líneas, el salón exterior

Se hicieron verdaderamente ricos y, naturalmente, enviaron a sus hijas a estudiar a España. Beatriz, la madre de Beatriz, llegó a Zaragoza. Traía un dinerito para sus gastos y al ir al banco para abrir una cuenta le dijeron que necesitaba la firma de su padre o su esposo. Se indignó, demostrando así el temperamento y la independencia de las mujeres de la familia, que heredaría su hija. Dijo: “No viviré en un país que nos quita los derechos”, y regresó a Sudamérica, “a Argentina, a estudiar. Pero resultó que conoció a mi padre, que era español, y después de tres años de cartas de amor y una relación de telenovela, se casaron y se instalaron en Zaragoza, donde nacimos mi hermano y yo. Mi madre siempre quiso que no perdiéramos nuestras raíces y todos los veranos nos íbamos a ver a los abuelitos. Creo que esos viajes intercontinentales —entonces muy poco frecuentes— y el conocer otros modos de vida nos abrió la mente y nos hizo internacionales e independientes”.

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Sobre estas líneas, vista general del mismo. La mesa central en terciopelo azul cobalto, los cojines haciendo juego y la alegre alfombra en blanco y azul, a juego con los tradicionales azulejos, son de Cabinet of Curiosities, como también los sillones antiguos, al lado de la chimenea, en el segundo salón —arriba—, que se abre al comedor de verano

Tras estudiar Economía y Administración de Empresas, Beatriz preguntó: “¿Dónde se imparte el mejor máster en España?”. “En Barcelona, el IESE”, le contestaron. Entonces, los MBA estaban casi empezando y en el suyo había ocho mujeres y 80 hombres. Entre ellas se ayudaban, como no podía ser de otra manera.

“Desde los 16 años soñaba con trabajar en marketing en L’Oréal. Y ¿qué empresa vino a reclutar mujeres al final del master? ¿Y a quien contrataron? Eso demuestra mi teoría: hay que soñarlo para que luego se convierta en realidad. Tras tres años con ellos, conseguí ser trasladada a Portugal con un puesto ejecutivo en Parfum & Beauté, su línea de perfumes de alta gama”.

“Pasó mucho tiempo hasta que nos decidimos a comprar la casa porque la parte noble era fabulosa, pero el resto estaba en muy malas condiciones”

El traslado a Portugal fue en realidad por amor. Manuel, que es de Mérida, había llegado a Zaragoza, donde su padre era un alto ejecutivo del BBVA. Dirigía Aragón y Cataluña. Se conocieron a los tres meses de su llegada y comenzaron a salir cuando tenían 16 años. Pasado el tiempo y recién casados, el grupo DIA, para el que trabajaba, lo envió a desarrollar Portugal.

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Beatriz, en el salón principal, con ‘Río’, su king charles cavalier.

“De esto hace ya 29 años. Vivíamos bien. Ambos en dos multinacionales. Y resulta que llegó la Expo del 98. En las noticias se hablaba de la falta de camas y de precios hoteleros desorbitados. Haciendo mountain biking (somos muy deportistas), Manuel dijo: “Deberíamos hacer algo”. Yo contesté riendo: “¿Alquilarles la habitación de invitados?”. Claramente no sería un negocio y reflexionamos”.

Su espíritu emprendedor los dirigió hacia un camping. Un camping con glamour. Alquilaron unas cabañitas de madera en Francia con una o dos habitaciones, una cocinita y un baño. Alquilaron también un terreno al otro lado de la ciudad de Lisboa, donde estaban construyendo el puente Vasco da Gama.

Las primeras huéspedes del camping que crearon invirtien­do todo su dinero fueron una congregación de religio­sas camino de Fátima. “Siempre dijimos que lo bendijeron porque, a partir de entonces, estuvo lleno”
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Sobre estas líneas, uno de los dormitorios para invitados

“Un terrenito árido y feo, sin un mísero árbol, pero el dinero no nos daba para más. Conseguimos poder pagar las casitas dos meses después de acabar la Expo y nos sentimos ilusionados. Pero hubo un accidente, murió un ingeniero y pararon las obras. Estábamos desesperados. Por fin, el día antes de la inauguración, abrieron el puente. Colocamos grandes carteles anunciándonos, incluso hicimos una primitiva web. Tuvimos la gran suerte de que una congregación de monjas camino de Fátima fueron las primeras clientas. Ellas avisaron a unos curas salesianos que vinieron después y siempre dijimos que nos bendijeron el camping porque a partir de entonces estuvo lleno”.

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Sobre estas líneas, Beatriz y Manuel, con sus hijas. Solo falta su hijo Manolo, que estudia en una universidad americana.

Tras este éxito se dijeron: “Parece que somos emprendedores”. Se pusieron a pensar qué hacer después y, como Manolo tenía cierta experiencia en negocios inmobiliarios, se decidieron por ello. Fueron a ver al dueño de Re/Max en Denver (Colorado). Se trata de una multinacional de gran prestigio que se encuentra en casi todos los países del mundo. ¿Cómo unos jóvenes desconocidos consiguieron hacerse con los derechos de la marca para Portugal?

“Al principio nos miraron un poco así, medio medio, pero les enseñamos lo que habíamos hecho con el camping. Solos. Con nuestro dinero. Preguntaron: “¿Podrán conseguirlo?”. Contes­tamos: “Tenemos dos posibilidades: tener éxito o tener éxito”. Eso les convenció. Hay momentos en la vida que has de arriesgarlo todo. No hay opción. No puedes fallar. No vale eso de “voy a probar”, porque te saldrá medio bien, pues “estás proban­do”. Tienes que decirte “voy a ganar”, y si no lo logras totalmente, seguramente estarás muy cerca”.

“Mi marido es el visionario, el de las grandes ideas. Yo soy la ejecutora. Soy tan proactiva que, si decidimos hacer algo y estoy sentada, instintivamente me levanto y prácticamente echo a correr para realizarlo”
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Arriba, el dormitorio principal, asomado a un lateral del jardín. Sobre la mesilla de noche, una lámpara en metal dorado cincelado de los años 70. Sobre estas líneas, habitación de invitados, desde donde se divisa la playa.

Pero para los negocios no solo hay que soñar. Hay que tener también los pies en la tierra. Decidieron que uno de los dos traería el dinero y la estabilidad a casa y el otro se enfocaría en la nueva empresa. Beatriz aceptó un nuevo trabajo muy bien pagado en Braga, al norte del país. Tenían ya a sus hijas, Marta, de casi dos años, y Patricia (Pat), recién nacida. La situación con idas y venidas a Lisboa duró dos años y las niñas recorrieron el equivalente a dos veces la vuelta al mundo en kilómetros.

“Tres años después, éramos rentables, pero no repartimos ganancias. Invertimos durante años y años, hasta 2008. Necesitábamos convertirnos en una empresa sólida por si venía alguna crisis externa y, de hecho, ya hemos superado dos con éxito. Y entonces creamos Maxfinance para ayudar a los clientes a conseguir financiación. Tenemos 630 asesores que los ayudan a ser realistas. No hay nada tan triste como encontrarte que no puedes pagar tu crédito y perderlo todo. Hoy, con 2,1 billones, somos el mejor cliente de todos los bancos de Portugal”.

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Arriba, el comedor, con las antiguas vitrinas empotradas originales de la casa. La mesa es de Homes in Heaven, hecha a medida y con capacidad para veinte comensales. La vajilla y la cristalería son de Vista Alegre, la cubertería de plata es de herencia familiar.

Más tarde pensaron que quien compra una casa por lo menos la pinta y arregla baños y cocina. Así nació Querido. Una constructora. Melon. Dos show en la televisión. Dos libros, una biografía con consejos para mejorar económica y personalmente- y otro sobre fútbol, pues Beatriz piensa que si las personas se entregaran a sus sueños como se entregan a su equipo, las cosas les irían mucho mejor.

“Adoramos nuestra casa porque, como dijo su arquitecto, es “un espacio para la familia. La relación del hombre con el infinito… el mar. Es intimidad, vivencia y sentimiento””

“Pienso que lo que das (bueno o malo) te viene siempre de vuelta multiplicado. Manuel y yo tenemos un concepto de empresa muy nuestro. Hacemos reuniones por todo el país cada dos meses. Conozco por su nombre al menos a 9.000 personas que trabajan con nosotros. Damos premios e incentivamos constantemente. Ascendiéndolos y también económicamente. En la dirección hay más mujeres que hombres. Las entiendo y ayudo. Ahora menos, pero en el pasado he sufrido: “¿No viene con su marido?”, porque no querían “firmar” con una mujer”.

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Sobre estas línes, la cocina se abre a un comedor situado en una de las terrazas.

Hoy, seguramente no le pasaría. Famosa, premiada y recientemente, junto a Manuel, dueña de la histórica morada Casal de São Roque, de Esto­ril, obra del reputadísimo arquitecto Raúl Lino, que antes fue un fuerte y luego perteneció a unos amigos del Rey Juan Carlos.

“Cuando la visitamos por primera vez había múltiples marcos con fotos de don Juan Carlos y doña Sofía con la familia, en veleros, una afición que compartían. Pero pasó mucho tiempo hasta que nos decidimos, porque la parte noble era fabulosa, pero el resto estaba en muy malas condiciones. La restauración duró dos años, por culpa de la covid. La adoramos porque, como dijo su arquitecto, es “un espacio para la familia. La relación del hombre con el infinito… el mar. Es intimidad, viven­cia y sentimiento””.

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Beatriz, que el próximo 4 de mayo recibirá el premio Personalidad del Año en Portugal, junto a sus hijas.

Realización y texto: VICTORIA DE ALCHAÚD

Fotos: CÉSAR VILLORIA

Estilismo: GRACINHA VITERBO

Maquillaje y Peluquería: Raquel Peres

Vestuario: Roselyn Silva

Joyas: cortesía Chopard

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