Naruhito de Japón y su familia 'descansan' de las teorías de abdicación por unos días

Los príncipes herederos Naruhito y Masako y su hija, la princesa Aiko, inician sus vacaciones en Shimoda, la villa imperial de Suzaki

Por hola.com

Japón no quería ni oír hablar de abdicación de su Emperador, pero el asunto se ha hablado largo y tendido y ha ocupado titulares tanto en el país del Sol Naciente como en la sección de Internacional de la prensa mundial. Las barreras legales, la viabilidad de los deseos imperiales y las implicaciones de un futurible relevo en el Trono del Crisantemo en vida del emperador Akihito han sido motivo de preocupación para unos y de interés para todos desde las primeras noticias sobre el tema hace ya un mes. Ahora, una semana después del histórico mensaje televisado del Emperador en el que reconocía dificultades para desempeñar su labor oficial y de la consiguiente tormenta informativa, llega la calma: los miembros de la Familia Imperial descansan de teorías de sucesión.

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Los príncipes Naruhito y Masako y su hija, la princesa Aiko, acaban de iniciar sus vacaciones. Han hecho las maletas tras una agitada agenda oficial hasta el último día de trabajo y han puesto rumbo a la tranquilidad de la villa imperial de Suzaki (Suzaki Goyotei) y al paradisiaco paisaje de la prefectura Shizuoka, donde permancerán alrededor de cinco días. Como es tradición verano tras verano, entusiastas admiradores esperaban la llegada a la estación de Shimoda del Príncipe heredero, de su esposa y de su hija, que saludaban su asueto con la mejor de las sonrisas y la mirada en el horizonte.

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Si Japón consiente a su Emperador (el Primer Ministro nipón, Shinzo Abe, ya ha dicho que su Gobierno estudiará "de manera cuidadosa" la forma adecuada para hacer frente al deseo del emperador Akihito de abdicar cuando la salud le impida cumplir con sus funciones), el príncipe Naruhito será más pronto que tarde su sucesor y el Emperador mejor preparado de la historia del país con una licenciatura en Historia en la prestigiosa universidad de Oxford; dominio de varios idiomas (además del japonés, habla perfectamente inglés, chino y alemán, y se defiende con el español), y cierta experiencia en algunas labores de Jefe de Estado, ya que su padre le ha delegado parte de sus obligaciones.

Además conoce bien el rigor de la Casa Imperial. Ha sido un Heredero solitario por las Cortes Reales del mundo desde que en 2003 su esposa, la princesa Masako, cayó en una profunda depresión inducida por estrés, que algunos achacan a la rigidez del protocolo imperial y a las fuertes presiones que soportó para tener un hijo varón que perpetuara la línea sucesoria (Japón continúa vigente la Ley Sálica, que solo permite reinar a hombres). Nada hacía presagiar aquel calvario cuando el príncipe Naruhito se casó en 1993 con la esposa perfecta: de buena familia (hija de un antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de Japón), con una brillante carrera diplomática y buen carácter. Pero la Princesa consorte, ideal a ojos vistas, no dio el ansiado niño al país, sino una niña, la princesa Aiko de Japón, hoy adolescente. No le faltó nunca a la princesa triste desde entonces la sonrisa comprensiva de su príncipe. Un futuro Emperador que buscará la apertura de Japón y aspirará a la reforma de la ley para que su hija sea Emperatriz. Mientras llega el día, descansa de las hipótesis de la abdicación refugiándose en el sosiego que proporcionan las vistas del monte Fuji.