Actividades Extraescolares futuro laboral de los niños.©AdobeStock

Educación

Si las clases extraescolares influyen en el futuro laboral, ¿a cuántas apuntarías a tus hijos?

Más del 90% de los alumnos de enseñanza obligatoria realizan alguna actividad extraescolar y algunos, incluso, dos o tres. Si esto influye a la hora de encontrar trabajo, ¿cómo elegimos la más adecuada?

Cuando comienza el curso escolar, el saber a qué actividades extraescolares apuntamos a nuestros hijos se convierte en todo un debate familiar, más si los niños ya tienen capacidad de decisión. Algunos padres pensarán que son demasiadas y otros, sin embargo, buscarán las que hagan falta para rellenar todos los huecos que su hijo tiene libre cada tarde. Pero, en definitiva, en nuestro país más del 90% de los alumnos de Educación Primaria y Educación Secundaria realizan algún tipo de actividad extraescolar. Algo más de la mitad, incluso, acuden dos o más veces por semana a realizar alguna de esas actividades, según los últimos datos que aporta el Ministerio de Educación y Formación Profesional. Y los expertos aseguran que esto es muy bueno. No solo para el presente de los niños, sino también para su futuro.

Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), “pueden estar mejorando su futuro laboral”. La razón no es otra, nos dice, que “las actividades extraescolares tienen un papel relevante en el desarrollo de los niños, les ayudan a descubrir sus intereses y potencialidades mientras favorecen su autonomía, su autoestima y el máximo desarrollo de sus capacidades”. Ahora bien, necesita ciertos requisitos.

¿Qué tiene que tener una actividad extraescolar para influir en el futuro laboral?

Las actividades extraescolares, nos dice la experta, “pueden completar e impulsar la formación y el desarrollo de los niños, consiguiendo un perfil formativo diferenciado, lo que favorece su futura inserción, no solo laboral, sino también social”. Pero, para ello, deben generar una experiencia positiva. Y esto es algo que necesita de tres aspectos fundamentales, nos explica:

  • En primer lugar, deben ser del agrado de los niños para reportarles todos los beneficios, no debe ser un tiempo obligado. En estas clases, deben “poder desarrollar las habilidades que puedan gustarles o encontrar ambientes diferentes en los que sentirse cómodos, aceptados y contentos”. De esta forma, se refuerza su autoestima en los diferentes ámbitos.
  • En segundo lugar, si están fuera de la escuela, mejor, porque “favorece el buen desarrollo socioafectivo, imprescindible para su futuro social y laboral”. No debemos olvidar que una actividad o clase extraescolar no es otra cosa que un entorno socializador más, en el que se forman con otros referentes adultos y establecen amistades diferentes a las que encuentran en clase. Esto hace que “tengan que identificar y gestionar más emociones, pero también que consigan mayores conocimientos y competencias que, en el sistema educativo reglado pueden no trabajarse de manera profunda”, nos dice Jordi Perals, tutor del Máster Universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC.
  • Por último, mantener esta actividad, al menos, durante dos trimestres, “para enseñarles el valor del compromiso y dar una oportunidad a los nuevos ambientes”, nos dice la experta, aunque puedan servirnos de ensayo para que los niños sepan qué les gusta y qué no al principio. “Hay que ser también un poco flexibles”.

Por tanto, hay que partir de la premisa que si a un niño o niña no le gusta una determinada área, no debemos encontrar en la actividad extraescolar un refuerzo a ese área escolar, porque tampoco le va a gustar. “Aunque tampoco puede convertirse en una elección sin criterio o rigor”, explica Jordi Perals. Más bien tenemos que compensar lo que la escuela no nos pueda ofrecer, buscando encontrar los intereses de cada niño.

Entonces, ¿qué actividad extraescolar elegimos?

La elección de una actividad extraescolar debería llevar su tiempo, nos confirma el experto, “debiendo ser una decisión compartida entre padres e hijos”. Por ello, la primera recomendación que hacen los expertos, nos dice, “es la de pedirles a los padres que observen a su hijo, que vean qué intereses tiene, no lo que vaya a necesitar y necesitemos suplir”.

Así, los aprendizajes escolares deben darse en las instituciones educativas, pero si un padre detecta cierta “torpeza motora” en su hijo, nos dice la experta, y le gustan los deportes, “lo que podemos hacer es ayudarles a trabajarlo con una actividad extraescolar”. O, si por ejemplo, le gusta la música y le provoca satisfacción, ¿por qué no plantearle tocar un instrumento? Puede ser un idioma extranjero (siempre que no suponga una dificultad añadida a las tareas diarias), la música, la danza u otras actividades artísticas, además, por supuesto, de los deportes. Y, por supuesto, que no se nos olvide adecuarla a su edad evolutiva.