5. Postura al dormir
Por último, nos encontramos con la propia postura que adoptamos a la hora de dormir. “Dormir de lado favorece la formación de arrugas verticales en la frente, en el entrecejo, en el surco nasogeniano, a veces en las mejillas e incluso en el escote. Lo ideal es dormir boca arriba (evitar siempre dormir boca abajo, que es la posición más lesiva) y usar una almohada que sea más ancha en los laterales para que podamos encajar la cabeza, o una almohada con oquedades, de forma que justo el rostro quede en el hueco. También es importante que la tela de la almohada no se arrugue mucho, porque esto hace que se marquen en el rostro, pudiendo favorecer la propia formación de arrugas”, cuenta la doctora Pérez Sevilla.
Coincide la Dra. Mar Lázaro, experta en medicina estética, para quien “las arrugas del sueño que salen en el rostro, cuello y escote son verticales y progresivamente se hacen más profundas. Aparecen sobre todo en el lado del que se duerme, a lo largo de la cara y en el escote sobre todo. También por dormir boca abajo. Pueden irrumpir a cualquier edad, pero básicamente a partir de aquella en la que el colágeno y la elastina disminuyen, en torno a los 40. Son más evidentes al levantarse, y en función de la calidad y elasticidad cutánea, van suavizándose más o menos durante el día”.
Diferencia con las arrugas “tradicionales”
“Las del envejecimiento no son necesariamente verticales, dependen de la zona y la expresividad (al sonreír, fruncir el ceño o los labios, arrugar la frente, etc.). Tampoco aparecen en las mismas zonas. Mientras que las de expresión surgen en la zona donde se gesticula, las del sueño lo hacen en cualquier área de la cara y en el escote en forma de abanico por la unión de ambos senos y la presión contra la cama”, concluye la doctora Lázaro.
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