No siempre el ‘unfollow’ es suficiente para ‘cancelar’ a tus ‘ex’

Laura Escanes no es la única: todos los famosos ‘arrepentidos’ del tatuaje que se hicieron por amor

Como ya no te quiero, adiós ‘tattoo’: repasamos aquellos tatuajes que las estrellas se hicieron entonces por amor y hoy borraron por venganza

Tatuajes malditos de famosos

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“Mira mi brazo tatuuuuaaaaado con este nombre de mujer”, decía la canción de la Piquer... Pues bien, yo recuerdo que mi madre me decía -allá cuando uno era joven y rebelde sin causa- “Luis Álvaro, te lo pido por favor (sí, sí, han leído bien, Luis Álvaro, una desgracia como otra cualquiera…) no te hagas un tatuaje, que eso es para siempre”. Pues va a ser que, como cantaba El Norte, lo único que ya sí que es para siempre es un diamante. A no ser que aquel que te lo regaló emprenda un litigio patrimonial-hereditario para demostrar que aquel gesto de inmensa generosidad fue fruto de la enajenación mental o whatever y te deje sin él… Porque resulta que los tattoos -cualquier tattoo, obviamente -pero sobre todo los que se hacen por amor-, se borran. ¿O es que no nos acordamos de aquella declaración de amor de Melanie Griffith a Antonio Banderas en forma de corazón en verde carcelario? El corazón en la cara externa del hombro de la actriz de La hoguera de las vanidades permanece, pero ¡ay, ay! el nombre del protagonista de Dolor y Gloria… Aquello pasó a la Historia y desparramó ríos de tinta. Eso sí, sobre el papel cuché. Porque es evidente que 1) si un pedazo de carbono puro sometido a presiones durante millones de años y después tallado en miles de facetas puede dejar de mecerse sobre el pecho palpitante de un amado para pasar otros tantos siglos en una oscura cajita fuerte en Suiza o 2) si la rúbrica de una promesa de amor eterno escrita con sangre, dolor y tinta bajo nuestra dermis puede eliminarse con luz intensa, esa misma que nos faltó cuando se nos nubló la mente y marcamos nuestros cuerpos con una aguja lacerante como si fuerámos reses sometidas al hierro candente… es que ya podemos olvidarnos de romanticismos, pasiones y demás tontadas. Todo, hasta el más profundo de los sentimientos, es voluble y muy, pero que muy pasajero. Así que, ¿para qué pasar por ese trance inútil? O, mirado de otra manera que no queremos enemistarnos con la industria del tatuaje, o ¿por qué no? Si una vez hecho, se puede hacer desaparecer tan rápidamente como su cepillo de dientes de nuestra estantería del baño. ¿Verdad?

Tatuajes malditos de famosos©GettyImages
Melanie Griffith se tatuó un corazón como declaración de amor a Antonio Banderas.
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Porque hace unos días, Laura Escanes se dirigía a sus fans en un reel de Instagram pidiendo ayuda. Su SOS rezaba así: “¿Recomendaciones de sitios para quitar tatuajes? ¿Y vuestra experiencia? Me da un poco de miedo que quede marca y quede peor“. Aha. Teniendo en cuenta que la catalana ha comenzado una relación con el cantante Álvaro de Luna, que su ex, Risto Mejide, también cuenta con una nueva pareja, la farmacéutica Natalia Almarcha, y a sabiendas de que Escanes, en su día, se hizo tres tatuajes que conmemoraban su amor por el presentador y publicista, no hace falta ser Hércules Poirot para suponer de qué tatuajes se trataba, ¿no? Sí, tres. Que hay que estar o muy seguro de uno mismo o no tener ni un poquito de animadversión o, como es mi caso, tener una relación con tu madre -totalmente opositora al movimiento tattoo- parecida a la de Christina Crawford y la reina de Hollywood -y queridísima mamá- Joan Crawford, para que caigas tres veces en la misma tentación porque si no… si no… Mejor no entrar en consideraciones... Laura se tatuó la firma de Risto en el trasero, la palabra ‘Mía’ en uno de sus brazos haciendo referencia a un famosísimo artículo que él escribió donde declaraba sus sentimientos para que los supiera todo el mundo -para que luego digan que el amor no es posesivo...- y, por último, las coordenadas del lugar en el mundo de la pareja: Menorca. ¿Por cuál empezará primero la aniquilación? “Solo quiero aclarar que nunca me arrepiento de los tatuajes porque son algo que en un momento sentí”, le explicaba después a Dulceida en su último podcast Entre el cielo y las nubes. Pues menos mal…

Tatuajes malditos de famosos©@lauraescanes
Laura Escanes, en su día, se hizo 3 tatuajes que celebraban su amor con Risto Mejide.

Pero, a ver, que no es ni motivo de crítica ni tampoco objeto de juicio. Porque, en las cosas del amor, poniéndote en el lugar del nuevo amante en liza, ¿quién quiere acariciar la piel del ser amado cuando, bajo la yema de tus dedos, se escribe el nombre de otra pareja? Es como tener la sombra del pasado siempre bajo tus ojos. Y más palpable, imposible. Sin hablar de si te pones en la piel (ejem) del sujeto paciente, ¿quién puede soportar tener su corazón roto mientras éste bombea sangre hasta esos capilares donde se dibuja aquel nombre, aquel signo, aquel recuerdo del carnicero que lo despedazó?

Porque es fácil caer en la ‘locura’ de pintarte, aguja en mano y sobre tu cuerpo, algo que te recuerde siempre y gráficamente quién es tu dueño o tu alimento o su razón o su espíritu o su religión. Muy fácil, in fact. Que el amor nos obnubila y, de repente, el ‘yo’ se convierte en un ‘tú’, tu nombre es el suyo y nada te pertenece porque ya nada tiene sentido sin la existencia del ‘otro’. En ese estado de cosas… ¿Cómo no vas tatuarte un algo simbólico, rollo Made in Taiwan, si eres un juguete en sus manos? ¿No? Ocho millones de personas lo hacen cada año. Y no, no es una cifra aleatoria. Y, entre esas parejas, como hemos visto, parejas de famosos que, como seres humanos que son, aunque parezca mentira, también, después, se desenamoran, se tiran los trastos a la cabeza y, como no se pueden arrancar la piel a tiras, deciden hacer lo propio furibundamente pero con la suya.

Tatuajes malditos de famosos©@lauraescanes
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Laura Escanes en el estudio de tatuaje.

Fue el caso de Melannie cuando eliminó a Antonio Banderas de su vida -y de su piel- y eso que, en aquella época, dolía de lo lindo. Corría 2014 cuando, tras firmar su demanda de divorcio con el de La ley del deseo, ella se quitaba el anillo de casada y, aunque en sus primeras apariciones públicas tras la ruptura ella se tapaba con maquillaje su tattoo a lo estibador portuario, muy poco después, se decidía a quemarlo por lo sano. Vamos, que obvió el dolor del disparo láser que, cada golpe debía de ser eso como una puñalada de Norman Bates sobre el cuerpo de su madre en la ducha y, tras varias sesiones sufrientes, una gasa se adheriría a su hombro. Había hecho borrón -nunca mejor dicho- y cuenta nueva. Pero del nombre del actor en realidad porque, aunque no sabemos si su corazón lo ha superado, su perfil oliváceo sigue estando. ¿Será el símbolo de que ahora late por sí mismo y no por nadie nacido en Málaga? Será.

Que aquello era una gesta, ¿eh? Diez años después, la tecnología ha avanzado a favor de todas almas en pena -y también vengativas- que solo desean olvidar erradicando para siempre las huellas de las personas que, en un momento, pigmentaban su piel. Y sin aumentar el dolor. Se dice que si bien uno de cada cuatro españoles entre 19 y 29 años lleva algún tatuaje, el 60% de ellos se arrepiente a los cinco años de habérselo hecho. Especialmente porque el motivo del tatuaje -y ahora del arrepentimiento- te ha dejado y está con otro o con otra. Y gracias a los avances en fotoacústicos, ya no hay que preocuparse tanto por las terminaciones nerviosas de la dermis sino que todos tus esfuerzos para superar el dolor del alma y el pundonor del orgullo puedes centrarlos en confiar en el tiempo y en un buen psicólogo que lo mitigue. Hoy se hace uso de un haz de luz de pulsos de muy corta duración que es absorbido por la partículas de tinta que, al contacto con el láser, estallan y se fragmentan para que el tejido las absorba y el sistema linfático las elimine de manera casi casi inocua. Nada que ver con la criocirugía, la salabrasión o la cirugía por escisión de entonces que, solamente los ‘nombrecitos’, erizaban el vello del espinazo.

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Johnny Depp es una de las estrellas de Hollywood que más tatuajes se ha hecho por amor.

De ahí se entiende el desaguisado estético y/o pigmentario de Johnny Depp en su piel. De su estado emocional, no hablamos. Solo de la situación en la que ha quedado su piel después de su azarosa vida sentimental… Porque el protagonista de Piratas del Caribe no ha tenido suerte en el amor ni tampoco en su proceso de ‘destatuatización’ posterior porque, esos amores, sálvese decir que no solo dejaron muescas sentimentales en su pecho, marcaron la historia judicial reciente o forman parte de las leyendas tipo Hollywood Babylone, sino que se pueden ver perfectamente en su pellejo. Porque fue reincidente y todo -su cuerpo incluso- es un cuadro lleno de sinsentidos. Primero por Winona Ryder. En el 93, él y Winona eran los máximos exponentes de la generación X y, aquello, lo de ser jóvenes y lo de amarse, debieron pensar que era para siempre. Winona forever se tatuó en el bíceps el entonces ídolo juvenil. Ni qué decir tiene que ni una cosa ni la otra. “Nada es para siempre decían tus ojos grises”, cantaba Cómplices. El caso, que como no era fácil borrar aquello, con un sentido del humor que roza La hora chanante, Depp resolvió la declaración de amor borrando la sílaba “na” de “Winona”, esto es “Wino forever” o lo que es lo mismo, ahora se lee: “Borrachuzo siempre”.

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Los tatuajes malditos de los famosos©Getty Images

Pero vamos, que llegó Amber Head y el Capitán Sparrow volvió a echar mano de la tinta. En sus nudillos se tatuó la palabra Slim, o sea, “delgada”, “flaca”, que sería el apelativo con el que cariñosamente llamaba a la actriz con la que el año pasado firmó su divorcio tras intentarse destruir mutuamente en tribunales disparando toda su artillería a su línea de flotación. Las letras Slim pasaron a modificarse por las de Scum. Sí, ahora pone “Escoria” en su puño. Pero, ¿qué ha pasado con la sinuosa silueta del cuerpo de su ex que cimbraba en su antebrazo? Que ahora la ha tapado por un rectángulo negro. Fin. No, no hay resentimiento. Nada. Nótese la ironía.

Pete Davidson fue un poco más fino. Al menos, con los recuerdos que dejó en su piel Ariana Grande. La suya fue una relación que duró meses en 2018. Vaya en su descargo que eso no lo sabes cuando comienzas una relación. La empiezas creyendo que va a durar siempre. Otra cosa es que, en realidad, termine antes que el visionado de una serie de Netflix... Resumiendo, que la pareja pensó que todo el campo era orégano y sus cuerpos, una pared donde pintar un corazón de tiza. Ariana Grande se tatuó el número de la placa del coche del padre de Pete, que fue uno de los bomberos que murió en los atentados del 11S... O ssssseaaaaaa… Y, después, las iniciales del humorista en su dedo -no, en el anular, no-. Y cuando lo suyo terminó, cambió la matrícula por el nombre del perro de su ex Mac Miller, y la P y la D por un corazón negro. Y tiene gracia la cosa porque Pete escondió las orejas de conejo que se había tatuado detrás de su oreja haciendo referencia a la mítica cover del disco Dangerous woman, de Ariana ¡con otro corazón en tinta negra! Pero él había cogido gusto a la aguja y también se había escrito “Mille tendresse” en la nuca igual que Ariana. La frase, ahora, es una sola palabra: “cursed” (maldito). Vaya...

Los tatuajes malditos de los famosos©@arianagrande
Los tatuajes malditos de los famosos©@arianagrande

¿Qué decíamos de que el hombre es el único animal que tropieza siempre con la misma piedra? No lo habíamos dicho, pero pasa. De aquel breve encuentro con Ariana, Pete aprendió poco en cuanto a tiempos se refiere, y con Kim Kardashian también volvió a pasar, no por el altar, sino por el centro de tatuajes. El cómico ya no escribió “mil ternura” (que alguien nos lo explique esto) en francés, sino “My girl is a lawyer” (mi chica es abogada) porque Kardashian se acababa de licenciar tal y como pudimos ver en su sit-com. Y no paró ahí -¿Por qué iba a parar?- porque se tatuó las iniciales de los hijos de la empresaria -¿el padre de las criaturas qué pensaría?- y, seguimos para bingo, un dibujo de Aladdin y Jasmin en referencia al primer beso que los dos se dieron en el programa Saturday Night Live. Por último, “Kim” en el pecho, a lo marinero de los Maestros Leon, Quintero y Quiroga. Pues bien, después de la ruptura, todo ha desaparecido. Missing. Disparu. Sparito.

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Porque lo normal es no tanto borrar, como la transformación. Imaginamos que especialmente para todos aquellos que creen en el amor como una energía más, que ni se crea ni se destruye, sino que solo se transforma. Kylie Jenner hizo de su “t” en su tobillo -por el rapero Tyga- una “l” y a la “l” le añadió una “a”. ¿Qué significa? Pues chi lo sa… ¿Lo más probable? Un “mira, chica, es que no lo quería ver más, ya veré que hago con ese ‘la’… ¿una notas musical?” Por decir algo... Porque te equivocas y de repente, zasca un manchurrón imitación tatuaje mahorí. Que es precisamente lo que lleva el actor Charlie Sheen que -y volvemos al amor como algo que te lega, te ata y/o esclaviza- se tatuó alrededor de su muñeca el nombre de su entonces esposa Denise Richards. Era su esposa en el sentido literal y figurado. Llega el desamor, la ruptura, el divorcio y el actor decide esconder ese lazo por una pulsera de tinta. Dicen que fue a petición de su prometida Brooke Mueller… Esa mujer no tenía idea buena… El caso, que esa cinta, que requiere precisión y pulso, tiene mucha tinta pero muy poca precisión y menos pulso con lo que el de Platoon la tapa con la correa del reloj. Y basta ya de metáforas. Ni qué decir tiene que la Richards había correspondido a la declaración de pertenencia de su entonces marido escribiéndose su nombre en el tobillo izquierdo en 2002. Cuando Sheen la convirtió a ella en una raya negra deforme en su muñeca, la actriz, por parte de magia, convirtió la grafía “Charlie Seen” en una ¿ninfa, hada, mariposa, campanilla, superwoman? Algo así. No se sabe muy bien. Pamela Anderson ahí, en cambio, fue más avispada. Se casó con Tommy Lee cuatro días después de conocerlo... Vale... No le dio tiempo a comprar un anillo y se tatuó su nombre... Vale... Tras su divorcio, la actriz modificó su tatuaje de “Tommy” por el de “Mommy”. Bueno.

Kaley Cuoco, la del show Big Bang Theory, se había escrito la fecha de su boda con el tenista Ryan Sweeting. Un divorcio después, lo ha cubierto con el dibujo de una polilla que recuerda al Silencio de los corderos y da un miedo atroz. Recuerden lo que hacía el psichokiller con la piel de las entraditas en kilos… Creepy como poco. Normal que haya confesado en redes que “nunca mais”. O sea, que nunca más a lo de tatuarse fechas de boda… imaginamos que por miedo a apolillarse aún más la piel… Aunque si hay que buscar algo terrorífico de verdad, ahí, lo de Amber Rose. La que fuera pareja de Wiz Khalifa se tatuó la cara del rapero en su hombro rollo Cristo Nazareno. Ahora, con una cirugía estética de tinta, Khalifa ha sido transformado en Slash. Heavy. Sí, heavy metal, además.

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Que Freud no estuvo rápido con ese tema, el de tatuarse la cara del amado, quizás se deba a que la Viena decimonónica tenía poco que ver con lo que es hoy el mundo del showbusiness, que si no, habría hecho un Psiconálisis 2.0 porque el tema caras tatuadas merece un capítulo aparte. Lupillo Rivera se tatuó el rostro de la cantante y actriz Belinda. Cuando terminaron su relación, ¿qué pasó? Pues lo de siempre: esa cara hay que cancelarla. Primero fueron unos rayones sin mucho sentido, después se convirtieron en unas mariposas y, por último, algunos trazos los aprovechó para hacer de ellos las facciones de... su hermana, Jenni Rivera, que Jenni, pase lo que pase, siempre será su hermana.

Justin Bieber también ha hecho la cirugía estética al ángel que vuela sobre la piel de su antebrazo y, si antes se parecía a Selena Gómez, ahora es igualista que Hailey Baldwin. ¿Cómo? Eso. Que cuando se enamoró con locura de la ex chica Disney, se tatuó una figura alada con el rostro color canela de la productora de Por 13 razones, pero cuando su corazón pasó de manos, a las rubias rubinas manos de Hailey Baldwin, para ser exactos, y no vamos a abrir ese melón porque ese melón requiere otro post como poco, ¿qué hizo? Aclaró varios tonos el color de su ángel. O sea, que en el supuesto caso de que ese angel estuviera teñido, antes lo hacía con marrón chocolate 6/7 y, ahora, con rubio ceniza nórdico 9/9.

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Demasiados retruécanos cuando se puede cortar por lo sano. O sea, borrar. Y ahora que no duele (o duele menos) los famosos han entrado por el photoshop del láser cosa fina. Da igual los centímetros cuadrados de piel que ocupe el recuerdo si éste se quiere someter a un proceso de desmemoria total y absoluto. Otra cosa es que quede constancia en las hemerotecas, claro… Jude Law, por ejemplo, se había escrito en su antebrazo izquierdo “You came along to turn on everything, Sexy Sadie”... Ya. Molt fort. Un poco más, y se escribe la obra completa de Chaucer... Se trataba, claro, de una frase que hacía referencia a su primera mujer, Sadie Frost, con quien estuvo casado de 1997 a 2003. Bueno, pues después de casi dos décadas con la frasecita, en The Pope, en su secuencia con su speedo blanco en las playas de Ostia donde no deja nada a la imaginación, si es que le miráis el brazo, por fin, en él, ni rastro de la cita.

Y no es el único al que le gustan las frases largas… Miley Cyrus eligió una de Theodore Roosevelt para proclamar su amor por Liam Hermsworth. Sí sí, la misma que parece que solo sabe sacar la lengua como diciendo “mira, no tengo frenillo”. Ésa. “Que su lugar nunca esté con las almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota”, se puso. Y el australiano le contestó en su piel con otra parrafada: “Si fracasa, por lo menos fracasa, pero se atreve a lo grande”. Tela cenas intensas debía de aguantar Elsa Pataky cuando se juntaban las dos parejas... Pues ea, parlamentos borrados de sus níveas epidermis. Lo de Heidi Klum estaba chupado. ¿Qué se había puesto para honrar a su esposo Seal? La palabra “Seal”. ¿Cuánto tardó en borrar una década de amor con el cantante? Ni cuarto de hora, porque la tipografía era nanomicroinfinitesimal. Qué lista Heidi….

Los tatuajes malditos de los famosos©@mileycyrus
Los tatuajes malditos de los famosos©@mileycyrus

Angelina Jolie, con lo “fuerta” que es ella, nunca tuvo miedo y eso que, en su brazo, hizó más veces el láser que nosotros en los 90s con el tipex y la Olivetti...

En los tiempos en los que la hija de John Voight seguía apareciendo en los titulares como “la hija de John Voight”, o sea, en los tiempos en que llevaba un frasquito de sangre de Billy Bob Thornton colgado de una cadena al cuello y no sabías muy bien su personaje en Inocencia interrumpida era ella o alrevés, además de jugar con los análisis sanguíneo de su ex y meterse mano en público, se tatuó, cómo no, a todo lo que daba, un dragón que llevaba en el lomo el nombre éste en su brazo: Billy Bob Thornton. En capital new gotic. Resulta que Billy Bob Thornton se convierte en pasado cuando llega Brad Pitt a su vida… Obvio, obvio. Y ¿qué hace con ese tattoo? Bueno, pues reconvertida en esposa, se borra el lagarto mitológico y se tatúa las coordenadas del nacimiento del de Benjamin Button. Y, ya como mater amantisima, a esas coordenadas, se suman las de sus hijos. Los seis. Y ¡Las vueltas que da la vida! Cuando los brangelina dejan de ser el Señor y Señora Smith dentro y fuera de las pantallas, en 2016 en el estreno de la película Eternals en Roma, descubrimos que si bien los numeritos de las coordenadas de sus hijos siguen estando, las de Brad habían sido eliminadas del dibujo. Un gallifante para el editor gráfico que se dio cuenta de la cancelación.

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Con Eva Longoria no hubo que hacer ningún trabajo de investigación. Ella misma enseñó los nuevos espacios en blanco de su anatomía cuando cumplió 36 primaveras. Porque durante los tres años que duró su matrimonio con el jugador de la NBA Tony Parker, lo suyo fue un no parar en su centro de tatuajes. Se hizo seis. La fecha de su boda en la muñeca (¡en números romanos!); la palabras “nine” y no por el musical, sino por el número de su enamorado en el dorsal, que llevaría en el cuello; una estrella en la muñeca; unas rosas; unas cruces celtas; un anillo de bodas tatuado también -además de la alianza en oro-... y, rizando el rizo, las iniciales de Parker en donde la cadera pierde su casto nombre y empieza a llamarse pubis... ¿Cómo luego vamos a decirle nada a Eduardo Cruz (el hermanísimo cantante de Pe y Mo) cuando, bebía los vientos por la amiga de su hermana y empezó a escribirse cosas por el cuerpo? Menos mal que alguien debió de decirle “para”… Y él paró. Su tattoo decía “Eva”. Y ya hemos contado All about her.

Y quizás por aquello de que los ojos son el espejo del alma, Zayn Malik, allá por 2015, decidió imprimir en su piel la mirada indeleblemente azul de su novia, Gigi Hadid. Pero, claro, si bien estuvieron juntos hasta 2021, aquella relación era como ir subido en una montaña rusa... Y siempre bajo su atenta mirada. Muy atenta. Fija. Sin pestañear. Escrutadora. Como la de un Dios Pantocrator. De eso ya solo hay constancia en las bases de datos porque el de One Direction hizo con ella como Ulises con Polifemo: la cegó.

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¿Ocurrirá lo mismo con la miradita eye cat que Travis Baker se ha dibujado en el muslo en honor a su esposa Kourtney Kardashian? Eye cat, porque no podía ser de otra manera... ¿El estómago de Rauw Alejandro seguirá manteniendo per secula seculorum y amén el nombre de Rosalía -con la tipografía por cierto que la artista escogió para su álbum Motomami- o lucirá algún día -Dios no lo quiera- sus abdominales limpios y virginales? ¿Después de tantas idas y venidas, que eso es histórico, Jennifer López y Ben Affleck celebrarán el próximo San Valentín con su intercambio de iniciales en tinta o habrá abrasión que te crió?

Y no, no no es que seamos malos, que es los tattoos pasan de moda. Vicky Beckham se ha deshecho de los suyos dedicados a David y no porque no lo siga amando con locura, que lo ama así, pero es poco expresiva... sino porque, chica, estaban super demodé. “Ani l’dodi li va’ani lo haroeh bashoshanim” (“Yo soy mi amado y mi amado es mío”) se escribió en sánscrito en la espalda en un momento de enajenación estéticolinguística que la verdad es que sí que se le habían quedado un poquito “alucina vecina”... “Me hice estos tatuajes hace mucho tiempo y simplemente, no eran particularmente delicados…”. Cierto, cierto... Todo tenemos un pasado hortera…. Incluso, Victoria.