Playas de La Graciosa, la isla más desconocida de las Canarias

Desde el Mirador del Río, que César Manrique levantó en el Risco de Famara de Lanzarote, se contempla la mejor panorámica del vecino archipiélago Chinijo y de su única isla habitada. Casas blancas y bicicletas, volcanes rojizos y playas de arena dorada y aguas turquesa definen sus 29 kilómetros cuadrados. Los pocos visitantes que llegan hasta ella se sienten en el paraíso.

Por hola.com

Son muchos los que creen que las Canarias son siete islas, pero la verdad que hay una octava, La Graciosa. Está a solo un kilómetro de distancia de Lanzarote, conectada con dos barcos de línea, y en ella viven 730 personas, todas en Caleta del Sebo, la única población. Es una isla plan, sin carreteras asfaltadas, sin apenas infraestructuras, sin contaminación, sin turistas y deliciosa para pasar una jornada disfrutando de la playa, de los atardeceres y viendo a los pescadores limpiando las capturas del día junto a sus casitas blancas.

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Como la isla es pequeña, aunque hay taxis todoterreno, lo mejor para moverse por ella y llegar a sus playas es la bicicleta o a pie por pistas de tierra. Pedaleando se va cómodamente a la playa de las Conchas, que está en el norte, a cinco kilómetros largos de Caleta del Sebo, y es la más bella de la isla: 600 metros de arenas doradas, bañadas por un mar de color turquesa y enmarcadas por el volcán Montaña Bermeja y el islote Montaña Clara, ambos de color rojizo.

De allí se puede volver dando un rodeo por la playa de la Lambra –que no es de arena, sino de minúsculas conchas– y por las soledades de Pedro Barba, un antiguo poblado, surgido al calor de un fábrica de salazón de pescado que funcionó hasta mediados del siglo XIX, y ahora es un bonito pueblo dormido, pues cada año se despierta con la llegada de algunos veraneantes que mantienen en pie las casas. En total, son 15 kilómetros de recorrido, lo cual no es mucho, siempre y cuando se lleve bastante agua, algo de comer y la adecuada protección solar, porque fuera de Caleta no hay nada.

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Pedaleando se puede llegar al día siguiente a la punta contraria, la que dicen del Pobre (7,4 kilómetros desde Caleta del Sebo), para admirar las fantasías labradas en las calizas del volcán Montaña Amarilla: toboganes, olas petrificadas, espigones, bañeras de gigantes… Es algo único en España.

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Para llegar a las playas que se extienden al suroeste de Caleta del Sebo –la del Salado, la de la Francesa…– hay que ir a pie por la pista o por la misma orilla. De esta manera se aprecia el vuelo de las numerosas aves que pueblan estos cielos: pardelas, cernícalos, lechuzas, águilas pescadoras…, que, junto con la de los fondos submarinos, ha hecho a La Graciosa merecedora de ser Reserva de la Biosfera, además de parque natural, zona ZEPA…

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Al final, a una hora de camino, está la playa de la Cocina, la segunda más bella de la isla, también de aguas increíblemente verdeazuladas, pero más pequeña y recogida, resguardada del viento y el oleaje bajo las faldas color mostaza de la Montaña Amarilla.

MUY PRÁCTICO

CÓMO LLEGAR

Las navieras Líneas Marítimas Romero (lineasromero.com) y Biosfera Express (biosferaexpress.com) hacen la travesía de Órzola (Lanzarote) a Caleta del Sebo. El trayecto dura 20 minutos. Desde el aeropuerto de Lanzarote a Órzola se puede ir en taxi o en autobús (arrecifebus.com) pasando por la capital, Arrecife.

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¿QUÉ ACTIVIDADES SE PUEDEN HACER EN LA GRACIOSA?

Además de los recorridos en bicicleta de alquiler, a pie o en vehículos todoterreno (visitlagraciosa.com), los fondos de esta isla para viajeros sensibles atesoran la mayor biodiversidad de las Canarias, de hecho, es la mayor Reserva Marina de Europa. Buceo La Graciosa (buceolagraciosa.com) ofrece inmersiones en ellas. También las mismas navieras que llevan a Caleta del Sebo desde Lanzarote ofrecen salidas de buceo y excursiones en barco alrededor de la isla y a las islas menores del archipiélago Chinijo (chico, en la jerga local): Montaña Clara, Alegranza, el Roque del Este y el del Oeste.