Lonely sad boy at home©iStockimages

Psicología

Qué es el apego desorganizado y cuáles son las consecuencias para los niños

Es uno de los tipos de apego más graves por las secuelas que pueden dejar en los menores. Pero ¿es posible reparar la herida? No será tarea fácil, pero lo importante en estos casos es actuar con inmediatez y abordar la situación lo antes posible

El vínculo es la base en la crianza de todo niño. Y decimos ‘crianza’ en la más amplia extensión de la palabra, que incluye su bienestar físico e intelectual, pero sobre todo, el afectivo y emocional. Hay varios tipos de apego: el más deseable es el apego seguro, que es el que garantiza las bases de un desarrollo sano del pequeño. Entre los diferentes tipos de apego inseguro, el más grave es el apego desorganizado, que “se produce como consecuencia de situaciones de abuso físico, emocional, sexual, psicológico y conductas negligentes por parte de los cuidadores principales”, nos indica Laura González Fidalgo, psicóloga experta en psicoterapia con niños, adolescentes y adultos.

“Una de las funciones principales del sistema de apego está relacionada con la respuesta a situaciones de estrés, tensión o peligro”. La gravedad de todo esto es, junto al maltrato en sí, que el niño sigue necesitando a sus padres o figuras de referencia. Sigue necesitando de sus cuidados para sobrevivir y también, por contradictorio que resulte, su amor. Por eso “la vivencia de estos niños ante sus figuras es atemorizante y contradictoria, ya que la figura que les aporta seguridad y protección es, a la vez, la que les daña y atemoriza, situándoles en una paradoja irresoluble que tendrá graves consecuencias en su desarrollo”.

Cómo se manifiesta el apego desorganizado en los niños

  • Desregulación afectiva. En primer lugar, como resultado del apego desorganozado, aparece en el niño “una desregulación afectiva, que los lleva a cambios abruptos a nivel emocional, incapacidad para poder calmarse, sobrerreacciones que, sobre todo, son disparadas desde el ámbito relacional”.
  • Desregulación conductual. “Otras consecuencias que podemos observar en estos niños es la desregulación conductual, manifestada por impulsividad, conductas desafiantes, agresividad, trasgresión de normas, conductas antisociales o incluso abuso de sustancias en la adolescencia”.
  • Desregulación emocional. “Pueden presentar también dificultades en la capacidad para mentalizar emociones, tanto las suyas como las de los demás, lo que los lleva a tener dificultades relacionales, baja autoestima y un pobre autoconcepto de sí mismos”.
  • Disociación. “La exposición a situaciones amenazantes o peligrosas lleva a estos niños a tener que desconectarse para poder sobrellevar situaciones insoportables para ellos, y a esto lo llamamos disociación o la necesidad de fragmentar la experiencia y apartar lo negativo del vínculo de apego para poder sobrevivir”. Como comentábamos, sigue dependiendo de sus padres, tanto desde el punto de vista de la supervivencia como en el plano afectivo. Así, “la disociación puede presentarse de diferentes maneras en estos niños, y muchas veces tanto los progenitores, adultos cercanos o profesores confunden con otros trastornos o lo ven como una falta de atención del niño o incapacidad para aprender, o que no quiere hacer caso o escuchar”.
Arrinconada©GettyImages

Cómo reparar la herida del apego desorganizado

La vivencia de situaciones traumáticas en los primeros años de vida por parte de las personas que se supone que tienen que cuidarte y protegerte, si no se abordan cuanto antes desde el contexto familiar, escolar y terapéutico, aumentará las probabilidades de trastornos psicológicos graves”, subraya González Fidalgo.

“Es fundamental abordarlo cuanto antes”, partiendo de la necesidad imperiosa de priorizar su protección, “sobre todo, en el caso de que sea su familia de origen la que está infringiendo el abuso”. Después, “con un trabajo trasversal desde los diferentes contextos de desarrollo de los niños” y con el “acompañamiento adecuado, se podrán reparar las heridas traumáticas y conseguir sanar su historia, para así poder ser niños sanos y convertirse en adultos funcionales y resilientes”.

La cuestión ahora es cómo es ese trabajo transversal. La psicóloga lo explica: “si la situación de maltrato proviene de la familia de origen, es esencial intervenir para poder ayudar a estos padres con sus propias historias traumáticas, que no han podido reparar y están repitiendo con sus hijos”.

“En el caso de familias adoptivas o de acogida con niños que presentan un apego desorganizado, es muy importante que puedan sintonizar y conectar con lo que han vivido estos niños y poder darle sentido a sus conductas y actitudes”, incide. “Estos niños deben sentirse comprendidos y sostenidos por sus cuidadores, algo que no les va a resultar fácil debido a la traición sufrida anteriormente, ya que han perdido la confianza en que puedan ser cuidados e incluso que lo merezcan”.

 

  • ¿Cómo puede la familia adoptiva o de acogida ayudar a niños con apego desorganizado?

“Las familias pueden ir ayudándoles a identificar sus emociones, validarlas y legitimarlas para que los niños puedan ir confiando y ganando en seguridad”. Sin embargo, necesitarán de un apoyo externo; en este sentido, “es fundamental el tratamiento terapéutico para dar sostén y soporte a las familias y así poder abordar de la mejor manera todas las dificultades que van a ir apareciendo”.