La boda de Ana, la novia del look romántico que se casó entre el País Vasco y Francia
Después de una década de amor, nuestra protagonista dio el 'sí, quiero' en el lugar en el que siempre ha veraneado: “es un sitio muy especial para los dos”
Tras el la petición de matrimonio, comienza para los novios el gran reto de organizar una boda. Acertar con cada paso y contactar a los proveedores en el momento correcto supone disponer del tiempo y la información adecuada para llevar a cabo las mejores decisiones. Sin embargo, la ajetreada vida de la pareja y, en muchos casos, la distancia, impiden en ocasiones definir los preparativos del gran día con normalidad. Es lo que le sucedió a Ana, una de las novias más virales de esta temporada, quien nos explica que tuvo que confiar en una wedding planner para su enlace: “nosotros vivimos en Londres, por lo que celebrar nuestra boda desde tan lejos era un poco complicado. Por eso, decidimos contar con Marta Barberá y sin duda, fue una de las mejores decisiones que pudimos tomar”.
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Su ‘sí, quiero’ ha dado la vuelta a la red especialmente porque su vestido, de Romancera, no ha dejado a nadie indiferente. Una elección preciosista, delicada y muy bonita, ideal para casarse en el norte de nuestro país. “Celebramos nuestra boda el 30 de abril en Fuenterrabía, País Vasco. Decidimos celebrarlo ese día porque nos conocimos a finales de abril (hace diez años) y nos hacía ilusión que nuestra boda fuese por esas fechas”, nos confiesa. Y qué gran acierto, porque en sus imágenes, obra de Dos más en la mesa, se respira esa esencia de naturaleza y frescura tan especial.
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Una boda entre dos países
Lejos de lo que pudiera parecer a simple vista, su boda no fue nada común, tenía un sello muy personal. Empezando por las localizaciones elegidas para cada etapa del día: “la ceremonia fue en la parroquia de Fuenterrabía, donde yo he pasado todos mis veranos desde que nací. Un sitio muy especial para los dos, ya que al llevar tantos años juntos, hemos pasado muchos momentos ahí. La celebración fue en la Finca Machoenia, en Urrugne, Francia. Para nosotros era la finca más bonita que había cerca de Fuenterrabía por lo que, en cuanto la vimos, tuvimos claro que era el sitio perfecto”.
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Con la ayuda de su wedding planner pudieron quitarse ese estrés y esa incertidumbre de encima, porque supo captar aquello que necesitaban en cada momento. “Marta es súper organizada y positiva y nos ayudó con todos los preparativos. Nos dio muchísimas ideas y nos ayudó a plasmar lo que nosotros teníamos en mente para cada momento”, recuerda. Tampoco se quedó atrás el día de la boda, porque, según explica Ana, se ocupó de absolutamente todo.
Haciendo balance de todo lo que aporta una profesional con este papel, nuestra protagonista tiene claro que mereció la pena confiar en su labor, por la que siempre estará agradecida. “Salió todo mejor de lo que podíamos imaginar. Además, nos transmitió muchísima tranquilidad y creo que eso se respiró durante todo el día de la boda, ya que tanto nosotros como nuestras familias estábamos solo centrados en disfrutar”, reconoce.
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Un vestido de novia ‘made in Spain’
Al igual que guarda recuerdos muy bonitos de esos preparativos, Ana no se olvida del proceso de creación de su vestido de novia, firmado por Romancera. Un diseño totalmente ‘made in Spain’, de corte romántico, con detalles poco habituales. “En cuanto a mi vestido, no tenía nada claro como quería que fuera el diseño, solo sabía que no me apetecía nada que fuera un vestido muy cargado ni muy tradicional. Lo único que me importaba era no ir disfrazada y que el estilo fuese acorde con como suelo ir yo vestida en mi día a día”, apunta.
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Y Tamara, la diseñadora tras la reconocida firma madrileña, dio en el clavo. Diseñó para ella una creación con falso escote off-the-shoulders, tejido ligero y mangas largas, que derrochaba estilo. “Tenía claro que quería algo estilo romántico pero con toques modernos y juveniles, y sabía que Romancera encajaba mucho con lo que yo buscaba. En cuanto fui a ver a Tamara, captó muy rápido lo que quería. Desde el primer momento tuvimos muy buen feeling y eso se transmitió en el vestido, que estaba lleno de detalles pero a la vez no era sobrecargado, y eso es para mí lo que lo hizo tan especial”, nos cuenta Ana.
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Y es que para ella, lo más importante a la hora de idear su look nupcial, era que no se viera extraña ni desaparecida dentro de un estilo que no era el suyo: “lo más importante es que te reconozcas a ti misma cuando te lo pongas y que te veas favorecida. También creo que es importante no volverte loca buscando inspiración y dejarte aconsejar”.
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Accesorios atemporales
Al estilismo tampoco le faltaron complementos que aportaban distinción al look y que, al mismo tiempo, eran atemporales. Ana apostó por unos pendientes que le regalaron por la pedida, de la firma Del Páramo Vintage y el anillo que su ya marido, Javi, le regaló cuando se prometieron, un diseño de Cartier. “Los zapatos eran de Flor de Asoka, que no podían ser más bonitos y cómodos”, señala.
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Ramo de novia silvestre
El último detalle, en lo que accesorios se refiere, fue su ramo de novia de colores apagados. Un diseño floral de corte silvestre y tamaño medio que ponía una nota de color al look. “Mi ramo lo hizo Flowers and Co. Era un ramo ‘desorganizado’, con eucaliptos y flores en tonos granates de temporada, y unos capullos de rosa. Para mí era el ramo soñado y creo que fue un accesorio que complementaba muy bien el look de novia”, matiza.
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Para completar su estilismo solo hacía falta tener éxito con el look de belleza y así fue. Amaia Weddings estuvo detrás de su peinado y maquillaje, ideados para ser naturales y sencillos, pero capaces de aguantar el día completo. “Amaia captó perfectamente lo que quería desde el primer momento y el resultado fue exactamente lo que buscaba. Además, nos lo pasamos genial en las pruebas y el día de la boda y eso hizo que estuviera super tranquila los momentos antes”, recuerda.
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Una bonita historia de amor
Con todos estos ingredientes dejó al que entonces sería su futuro marido sin palabras. Así comenzaba una nueva etapa para ambos, una parte nueva de una historia de amor que se escribió mucho tiempo antes. “Javi y yo nos conocimos hace diez años en Madrid por unos amigos, y desde entonces. Como llevamos tanto tiempo juntos, todos nuestros amigos y familia se conocen mucho entre ellos, y eso hizo que el día de la boda fuese todo muy cercano y emotivo”.
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Y esa emoción se reflejó en diferentes momentos inolvidables de su ‘sí, quiero’. Uno de ellos, especialmente, Ana lo guarda en su corazón: “para mí lo más especial fue la ceremonia. Nos casamos en una Iglesia que tenía mucho significado para los dos, y además tuvimos la suerte de que la pudo oficiar el Padre Gonzalo Ruipérez, al que admiramos muchísimo por su labor solidaria que hace en su parroquia (@parroquiasanjuandedios). Para nosotros fue un regalo que viniera hasta Fuenterrabía para oficiar nuestra boda – la misa fue preciosa y muy emotiva, acompañada del coro Eskifaia”.
“Otro momento muy especial fue nuestra entrada en la finca. Cuando entramos, tanto familiares y amigos nos hicieron un pasillo tocando una canción tradicional típica de las fiestas de Fuenterrabía, en donde todos ellos participan todos los años. Fue muy especial y emocionante. Por último, recuerdo cuando cantaron algunos de nuestros amigos en el cóctel, que animó mucho a la gente y además le dio un toque cercano a todo. Además, en ese aperitivo estuvo cantando Juan Hedo, al que descubrimos el verano anterior tocando por las calles de Fuenterrabía – nos gustó tanto que no dudamos en preguntarle si quería cantar en nuestra boda”.
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Por suerte para los novios, en este gran día no tuvieron que cambiar nada de su idea inicial, fue todo tal y como lo imaginaron (o incluso mejor). Solo hubo un detalle que influyó en sus últimas decisiones, puntualiza Ana. “Lo único que tuvimos que modificar eran las carpas y los paraguas preparados por si llovía. Al ser abril en el norte de España, había muchas probabilidades de que lloviese, sin embargo tuvimos la suerte de que hizo un día buenísimo y muy soleado, por lo que tuvimos que quitar todo lo que estaba preparado por si acaso”.
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Decoración con verdes
El verde fue el protagonista en la decoración de este enlace. Un trabajo excelente obra de Flowers & Co. que es pura inspiración. “Tanto la Iglesia como la Finca son ya sitios preciosos de por sí, por lo que no teníamos que decorar mucho más. En la Iglesia lo único que pusimos fue plantas verdes por el altar y farolillos con velas, y en la Finca decoramos el comedor con enredaderas verdes por las columnas y centros de mesa de flores de temporada con vasijas diferentes”. Además, tampoco faltó la implicación de familiares y amigos en cada uno de los elementos de papelería nupcial: “Los meseros los dibujaron mis primas, y estaban inspirados en las fiestas de Fuenterrabía, donde participan muchos familiares y amigo. El diseño del menú lo hizo Marta Martín, que nos hizo también las invitaciones y quedaron espectaculares”.
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Además de todos estos profesionales, la pareja quiere acordarse de otros proveedores que hicieron de su boda un día inolvidable. "Los trajes de los niños los hizo Teresa y Leticia, que iban ideales en tonos beis y negros. El vídeo nos lo hizo TheBrightSide Weddings y es una pasada, además nos encantó como trabajan porque no fueron nada invasivos y transmitieron muy buen rollo siempre. Las fotos nos las hizo Dos Más en la Mesa que, como siempre, hacen unas fotos espectaculares y saben captar el momento de forma natural. Para la fiesta, contamos con el DJ Chema Erasun, que animó desde el primer segundo y no paramos de bailar. Fue una pasada ver el montaje de luces que hizo para la discoteca de las últimas horas, todo el mundo estaba muy animado”.
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Ana concluye su historia enviando un consejo a todas esas parejas que darán el ‘sí, quiero’ este año o el próximo. “Les diría que menos es más. En mi opinión no hace falta sobrecargar el día de extras para que todo salga genial. Lo más importante es que disfruten, porque eso se contagia a todos los invitados”. Y este sí que es el recuerdo que todos se llevan.