La historia de Ana, la novia del look midi con pamela que cambió Valladolid por Gijón

Después de 10 años de amor, diseñó ella misma su vestido, inspirándose en los estilos de Diana de Gales y Carlota Casiraghi: "siempre van impecables"

Por Estrella Albendea

A la hora de diseñar un look de novia memorable, puede suceder que sea un complemento el gran protagonista del estilismo, el responsable del toque más espectacular que haga que esa propuesta dé la vuelta a la red. Un tocado ‘made in Spain’ fue precisamente el detalle más llamativo en la apuesta de estilo que hizo Ana, una novia viral natural de Valladolid que escogió Gijón para su ‘sí, quiero’. “Lo primero que tuve claro desde el principio fue que quería llevar pamela. Me encantan los complementos en la cabeza, así que el día de mi boda no podía ser menos, además mi madre se casó con una de ellas”, nos explica. Así fue como este accesorio diseñado por Betto García captó la atención de sus invitados, pero no fue lo único acertado en su gran día.

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El largo más atrevido

A diferencia de otras prometidas, que hablan de que se encuentran perdidas entre un mar de dudas sobre su vestido, Ana sabía desde el primer momento lo que buscaba. “Tenía totalmente claro lo que quería. Lo llegué a dibujar para enseñárselo a mi hermana. Dos dibujos que aún guardo porque son terribles, pero la idea estaba perfectamente plasmada”, recuerda. Y encontró el mejor espejo en el que mirarse en dos mujeres con estilo, una del pasado, otra del presente: “me inspiran mucho Diana de Gales y Carlota Casiraghi, siempre van (o iban, en el caso de Diana) impecables”.

Así fue como se decantó por un vestido de largo al tobillo, con falda de tubo, mangas largas, hombreras y cola. La diseñadora Isabel Hargoues supo traducir a la perfección aquellos bocetos en un look que no ha dejado a nadie indiferente. “Me gustan los hombros estructurados, así que las hombreras también tenían que estar en el diseño. No quería pisarme el vestido durante la fiesta, ni estar incómoda o preocupada por estropearlo, así que tenía que ser midi, pero al mismo tiempo no quería perderme el momento cola, así que la hicimos desmontable”, apunta Ana.

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El gran cambio llegó con la espalda, que incorporaba un bonito escote que terminó por conquistarle. “Para la parte del cuerpo del vestido elegí una seda vintage que tenía mi diseñadora guardada, todo el cuerpo fue drapeado, un súper trabajazo. Y para el resto del vestido también elegimos seda”, señala. El resultado fue un estilismo espectacular coronado por su adorada pamela. “Elegí a Betto García para que me la hiciera y no pudo ser mejor. ¡Él está en Valencia, pero no tuve necesidad de desplazarme! Me llegó perfecta, tal y como había imaginado. Mi diseñadora le envió tela del cuerpo de mi vestido y con eso forró la parte de la copa, el resto lo hizo con tela y moulage de tul”. 

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La magia de los accesorios

Ya en el convite, Ana dejó atrás el sombrero y se puso, a modo de semirrecogido, un lazo que su diseñadora hizo con el mismo tejido del vestido. “¡Estaba súper cómoda para bailar toda la noche!”, reconoce. También sumaron puntos a su look unos pendientes de oro y con perlas que su madre llevó el día de su boda y un calzado cómodo: “al ser un diseño midi, los zapatos se iban a ver mucho y tuve muy claro desde el principio que tenían que ser en blanco roto, con la punta cuadrada y el tacón ancho”. 

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El otro gran complemento, el ramo, fue sencillo, pero muy especial. “Inspirándome en Pinterest, encontré la flor de mi ramo, ¡me encantó!”, apunta. Era morada, redonda y muy poco vista en un enlace, una variedad con tallo largo, algo que fascinaba a Ana. Sin embargo, al principio todo fueron inconvenientes. “Cuando fui a las floristas (de Doña Cúrcuma) y les dije el ramo que quería, me dijeron que esa flor para hacer fotos en un editorial estaba genial, pero que al ser de la familia del ajo, olía mucho a ajo, que no podía casarme con ella”, recuerda. Sin embargo, nuestra protagonista no se rindió, no quiso renunciar a esta variedad y las floristas encontraron un proveedor que se las suministraba y, además, “consiguieron que no olieran a ajo”.

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Sin recogidos

Ana quería ser fiel a sí misma y por eso optó por un peinado con el que se sentía verdaderamente cómoda, renunciando a los recogidos o las coletas tendencia: el pelo suelto, una opción perfecta para llevar pamela y que ella tuvo clara desde el primer momento. Y en Leibar’s Salon dieron en el clavo. El maquillaje, por otro lado, fue obra de Raquel Fernández Make Up con productos de Bobbi Brown. “En mi día a día tampoco me maquillo mucho, así que tenía que ser algo muy natural y con lo que yo me sintiera cómoda y no disfrazada”, explica Ana.

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Celebrar en Asturias

Con todos estos ingredientes en sintonía, nuestra protagonista dio el ‘sí, quiero’ a Ramón, su pareja desde hacía 10 años, en Asturias. “Nos conocimos en Italia porque nos presentó una de mis mejores amigas (fue la oficiante de nuestra ceremonia, junto con un amigo de Ramón). Hemos vivido juntos en Bilbao y ahora en Gijón. Él es veterinario y yo me dedico al mundo del marketing”, expone. Fue el pasado 26 de agosto cuando llegó su gran día, una cita que celebraron en Gijón, en el Roblón de Castiello. “Queríamos casarnos en agosto y aquí. Yo soy de Valladolid, pero vivimos en Gijón desde hace varios años y me hacía especial ilusión casarme aquí, además mi chico es asturiano. Después de ver varias fincas y restaurantes elegimos el Roblón de Castiello. Nos habían hablado genial de su comida, el exterior era precioso y el interior también”, apunta. 

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Otro punto a favor para la elección de este espacio es que se encuentra a tan solo 10 minutos del centro de la ciudad: “súper cómodo para nuestros invitados, porque queríamos evitar esos autobuses interminables”. Una de sus muchas decisiones acertadas para un enlace que la propia pareja organizó por sí misma. “Me gusta mucho todo el tema de eventos así que fue bastante ‘fácil’, además teníamos la ayuda de mi hermana que ya tenía experiencia después de organizar su boda”, matiza Ana. Primero cerraron sus proveedores fetiche: la fotografía de Días de vino y rosas, el dj Dani del Lío y las flores de Doña Cúrcuma. Y después pasaron a plantear la decoración de su día. Buscaban un resultado con un punto campestre y se decantaron por una estética minimalista. “Nos gustan las bodas poco recargadas, con flores sencillas, muchas luces... El Roblón en sí está precioso decorado y encajaba mucho con nuestra idea, así que poco tuvimos que hacer”, dice.

Cuando preguntamos a Ana qué es lo que considera imprescindible hacer saber a esos futuros novios que se casan este año, ella tiene claro el mensaje. “Les diría que va a ser uno de los mejores días de su vida, ¿cuándo van a volver a tener la oportunidad de juntar a toda su gente? Que lo disfruten desde el minuto uno. Que si tienen claros los proveedores los reserven cuanto antes para no tener disgustos luego... Que sean previsores y tengan en cuenta todo”, comparte. Porque cada día es único, pero el de la boda, sin duda, es inolvidable.

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