Así es como las emociones te ayudan (o te boicotean) a la hora de conseguir tus objetivos

La confianza, el miedo, la frustración... así influyen a la hora de poner en marcha tus propósitos

Por Pilar Hernán

Siempre solemos hacernos buenos propósitos en estas primeras semanas del año. Pero lo cierto es que, tal y como nos comenta Vanessa Carrera, CEO de Insighters y coach empresarial, autora del libro Abraza los cambios: una guía de innovación personal, también se puede hacer esa revisión en cualquier otro momento. “Lo importante es cómo hagamos esos propósitos”, nos comenta. Hay que tratar de conseguir que esos propósitos no se queden solo en el papel, algo que sucede, en opinión de la experta, por varias razones.  

“Una de ellas, porque en el momento en el que nos fijamos esos propósitos ni si quiera nos lo creemos. Cuando te estés marcando propósitos, pregúntate ¿lo tienes colocado en tu mente como algo “real” – aquello que sabes que sí o sí lo vas a hacer- , “posible” -aquello que puede o no puede ser-  o “imposible” -aquello que ya sabes que no va a ser? es curioso porque muchas veces, si contestas honestamente, te das cuenta de que algunas cosas ya no crees que las vas a conseguir”, nos dice. 

Leer más: 12 propósitos saludables para cumplir en el año nuevo

Marcamos metas demasiado grandes

Apunta, además, que, otra de las razones por las que no lo conseguimos es porque muchas veces compramos esos propósitos, realmente no los queremos o necesitamos. Nos suenan bien, los vemos en otros, nos los han dicho otras personas, pero realmente no estamos comprometidos con ellos. Nos comprometemos de verdad con aquello que elegimos.

“Además, solemos marcarnos metas muy grandes. Llega el inicio del año y nos proponemos salir a correr todos los días, ir al gimnasio todos los días una hora, dedicar dos horas diarias a aprender inglés, ¿y qué hacemos? La primera semana no lo conseguimos y ya nos venimos a bajo. Nos frustramos porque no lo hemos conseguido y/o nos culpamos porque tendríamos que haberlo hecho. ¿Y qué pasa con nuestra confianza? Que se merma considerablemente y cada vez nos creemos menos que podamos conseguirlo. Por eso, es tan importante poner pequeñas metas: 'Voy a ir al gimnasio 30 minutos y un día a la semana'. Lo consigo, y me siento con más confianza y fuerza para continuar”, nos explica.

Pero, además, también necesitamos aprender a notar y apreciar nuestros avances. A veces solo nos felicitamos o sentimos orgullosos con “grandes resultados”. Si nos vamos felicitando por los pasos que vamos dando, vamos sintiendo que avanzamos y desde allí tenemos más fuerza para seguir.

“Es interesante también incluir la opción de actualizar lo que queremos. Muchas veces, nos proponemos algo en un momento, pero vamos cambiando y cambia nuestra situación, nuestras necesidades y deseos, y a veces no atendemos a esto. Seguimos empeñados en conseguir aquello que me propuse cuando era otra persona diferente, y desde allí no lo conseguimos”, puntualiza.

Lee también: Cómo hacer pequeños cambios en tu vida: ¿Has oído hablar de la técnica de las ruedas dentadas?

El miedo, una emoción que nos frena

Le planteamos a la experta si es posible que nuestras emociones nos ayuden, o, por el contrario, nos boicoteen, a la hora de conseguir llevar a buen puerto dichos objetivos. Es más, queremos saber si es posible poner nuestras emociones a nuestro favor para conseguir dichos propósitos. “Sí, esa es una de las claves: liderar nuestras emociones. Todas las emociones nos traen una información, que nos puede resultar realmente útil para conseguir nuestros propósitos”, nos explica. Y apunta algo muy interesante sobre una de las emociones que más se encuentra y que nos limita a la hora de movernos hacia nuestros propósitos: el miedo. “Quiero algo, pero me da miedo no conseguirlo, o me da miedo equivocarme. El miedo es una emoción que aparece cuando sentimos que hay una amenaza y que no tenemos recursos para hacer frente a esa amenaza. Así que la pregunta aquí es ¿cuál es o creo que es la amenaza? ¿Qué recursos tengo y qué recursos necesito crear? Al hacernos estas preguntas muchas veces nos damos cuenta de que la amenaza no es tal, y si sigue habiendo posibilidad de esa amenaza, nos podemos preparar para ello”, nos explica.

Lee también: ¿Y a ti, el miedo a equivocarte te paraliza?

¿Y qué hacer con la frustración y la culpa?

Explica también que hay otras dos emociones que no llevamos demasiado bien en estos procesos: la frustración y la culpa.

-La frustración suele aparecer cuando tenemos unas expectativas de algo y la realidad nos da o percibimos de la realidad algo diferente. Yo esperaba conseguir ir al gimnasio todos los días y solo he ido un día. La cuestión es ¿por qué no he ido? ¿Qué ha pasado allí? ¿Qué puedo hacer la próxima semana para conseguirlo? ¿Tal vez con la experiencia de esta semana tenga que modificar mi propósito?

-En el caso de la culpa, es una emoción que aparece cuando sentimos que hemos infringido una norma. Mi “norma” era ir al gimnasio todos los días y no he ido, me siento culpable. Además, de preguntarme con curiosidad, también funciona tratarme con amabilidad.

Lee también: ¿Quieres dejar de sentirte culpable de todo?

Emociones positivas

En el otro extremo, ¿qué emociones nos pueden ayudar a cumplir nuestras metas y propósitos? “La confianza es el motor para la acción, es lo que nos pone en marcha. Cuando creemos que somos capaces de algo, vamos a por ello. A veces pensamos que la confianza se tiene o no se tiene, cuando la confianza se desarrolla”, nos cuenta Vanessa Carrera, que matiza que tenemos tres aspectos clave que están conectados con nuestra confianza:

  1. Las creencias. Lo que creemos de nosotros mismos. Si yo creo que soy una persona inteligente será muy diferente si creo que “soy un desastre”. Es interesante identificar nuestras creencias, ver cuáles de ellas nos limitan y cuáles tenemos que transformar. ¿Cómo? Recordando que las creencias las creamos nosotros no son la verdad y buscando nuevas evidencias en nuestra realidad que nos soporten creencias más potenciadoras.
  2. La capacidad que tenemos de valorar nuestros logros. Aquí propongo un hábito diario que es el inventario de logros. Consiste en escribir cada día algo que hemos conseguido.
  3. La capacidad que tenemos de identificar nuestros talentos, ¿qué se te da bien? Y cuidado con aquello que nos sale de forma natural, tan fácil que no le damos importancia.

Mientras, nos comenta que otra emoción que nos puede movilizar hacia lo que queremos es la rabia. “La rabia es una emoción que socialmente está muy mal vista pero que puede tener mucha utilidad. Suele aparecer cuando sentimos que algo es injusto. Bien gestionada nos puede mover hacia aquello que creemos que nos merecemos. Combinada con la ternura, la rabia nos puede dar mucha fuerza para movernos”, nos comenta.

Lee también: ¿Cómo podemos identificar y controlar bien la ira sin reprimirla?

Trabajar la inteligencia emocional

¿Nos puede ayudar tener una mayor inteligencia emocional a afrontar mejor este comienzo del año, con sus clásicos propósitos? “Sí, claro, podemos utilizar la información que nos dan las emociones para avanzar hacia lo que queremos. Las emociones no dan información sobre lo que necesitamos, nos resulta placentero, lo que evitamos, lo que nos gusta… si sabemos cogerla y utilizarla nos ayudará a decidir qué hacer o dejar de hacer”, comenta.

Marcarse pequeñas metas

Todo parece indicar que es mejor opción proponerse pequeñas metas. “A mí me gusta hablar de los 'micropasos', aquellas acciones tan pequeñas tan pequeñas que me ponen en acción. Y micropaso a micropaso conseguimos correr una maratón. Normalmente hacemos lo contrario nos ponemos acciones muy grandes y al no conseguirlas nos desanimamos. Uno de mis mantras es “Visión grande, acción pequeña”, nos dice.

Lee también: ¿Estás pensando en hacer un cambio en tu vida? Consejos para afrontarlo sin estrés

Consejos útiles

Para finalizar, le pedimos a la experta que nos dé consejos que pueden ser, en su opinión, útiles para conseguir llevar a buen puerto alguno de esos propósitos. Los resume en los siguientes:

  • Cuéntaselo a alguien. Comparte con alguien lo que quieres conseguir. Cuando lo haceos publico, nuestro compromiso aumenta. Además, esa persona de confianza nos puede ayudar en nuestros momentos de caída, y puede ser una persona para compartir nuestros logros.
  • Crea tu plan y revísalo. Planifica qué quieres conseguir, porqué es importante para ti (con cuáles de tus razones de peso y valores conecta), cómo lo vas a conseguir, prioriza y pon acciones muy concretas (sobre todo las primeras).
  • Identifica y conecta con los beneficios de aquello que quieres conseguir. Si consigo aprender inglés podré optar a un trabajo mejor, leer artículos de expertos internacionales… Haz tu lista de beneficios.
  • ¿Con qué más conecta eso que te has propuesto? Míralo como parte de un todo más grande, y cobrará un significado diferente.
  • Revisa cómo vas a medir tus avances. Ten en cuenta no solo los qué sino también los cómos estás consiguiendo, Celebra tus loros. Por ejemplo, “voy a marcar en el calendario en rojo todos los días que consiga ir al gimnasio – así veo que estoy avanzando- y me felicito cuando lo vaya consiguiendo, aunque me parezcan, “pequeños hitos”.
  • Ponte en acción. Veo a demasiadas personas que le dan vueltas y vueltas pero que no acaban de dar el paso. “Acción mata juicio”, es decir en lugar de estar pensando “no puedo ir al gimnasio”, “no tengo fuerzas”, “no me apetece”, prueba a levantarte, ponerte la ropa e ir. ¿Lo ves, cómo has ido?