¿Y a ti, el miedo a equivocarte te paraliza?

Es lo que los psicólogos conocen como atiquifobia, y puede llegar a condicionar de forma determinante la calidad de vida de quienes lo sufren

Por Pilar Hernán

A nadie le gusta equivocarse, todos queremos o intentamos, al menos, dar en el clavo. Pero errar es humano. Puede ser que sea uno de los comportamientos más humanos que existen, de hecho. Por eso, hay que dejar de lado ese miedo a equivocarse, pues puede llegar, incluso, a paralizarnos. Es en ese momento cuando debemos pensar si tenemos un problema. Tanto es así que en psicología se habla incluso de una fobia, la atiquifobia. “Cuando Don Quijote de la Mancha pensaba que las construcciones con aspas con las que se topaba eran gigantes, para percatarse después de que estos eran molinos, seguramente no fue para tanto la equivocación sino el miedo a equivocarse lo que le llevó a confundirse”, comenta con un ejemplo muy gráfico la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero, que nos cuenta que cuando nos encontramos ante situaciones en las que la posibilidad de equivocarnos pueda ser una probabilidad y nos sentimos bloqueados por ello, estamos ante un temor irracional que en muchas ocasiones puede jugarnos la mala pasada de convertirse en fobia.

Así, las personas diagnosticadas con atiquifobia, se encuentran ante, textualmente, un “miedo persistente, anormal e injustificado a fracasar, a equivocarse o a cometer errores que condiciona de forma determinante la calidad de vida de quienes lo sufren”.

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Por qué tenemos esta sensación

Tal y como nos detalla la experta, el miedo a equivocarse tiene que ver con el terror a fracasar en algo o con alguien. “Existen personas que no saben ni tan siquiera el verdadero mecanismo de la teoría del aprendizaje; esta va en la línea de transmitir que todo se aprende mediante ensayos, y tras probar a ensayar observamos que a veces acertamos y otras veces obtenemos un error. Por lo tanto, equivocarse es parte de un proceso, un hecho que tan solo es un medio para conseguir un fin, y no algo que haya que convertirlo en una conducta con derecho a drama”, nos detalla.

Rasgos comunes en estas personas

Hay muchos rasgos de personalidad que, en opinión de Pilar Guerra, se convierten en denominador común en aquellas personas a las que la equivocación les provoca una fuerte desestabilización en sus emociones:

  • Las personas con tendencia al perfeccionismo tienden a interpretar una equivocación como algo sumamente insostenible. Tienen un patrón de comportamiento que tiende a lo obsesivo, por lo que focalizan su vida en conseguir hacerlo todo bien, sin percatarse en el disfrute, independientemente de los éxitos o los fracasos. Son individuos con una estructura más rígida, más pragmática, donde las formas tienen mucha importancia. Sin embargo, las personas más creativas, se permiten el disfrute de cierto caos, ya que interpretan en el ensayo y error una forma incluso de arte.
  • Las personas con miedo al fracaso se caracterizan por tener unos mínimos niveles de tolerancia a la frustración. Tienen reacciones exageradas ante los fallos, los errores, incluso observándose conductas agresivas cuando no aciertan a la primera. Detrás de esta peculiaridad, se encuentran también sobrepasados cuando alguien cercano se confunde, utilizando estas situaciones para canalizar su ira a través de comunicación violenta, dándose incluso conductas de maltrato psicológico.
  • La autoexigencia es un factor que no ayuda en las equivocaciones. Personas con estilo de pensamiento exigente son aquellas con cierta distorsión en la percepción, ya que atienden selectivamente a lo negativo, sacándolo de contexto, e ignorando el resto de la situación siendo incapaces de observar cualquier ápice de valoración positiva o incluso neutra. Son aquellas personas que emanan cierto tipo de energía ante la que nos podemos sentir incómodos a su lado sin tan siquiera saber por qué.
  • La hipervigilancia favorece que nos obsesionemos con los fallos. Las personas con estructura de personalidad dependiente se convierten en focos vulnerables para tolerar menos los fracasos. Se obsesionan por la perfección de sus acciones, interpretando que un solo fallo puede ser motivo de ser rechazado por aquellas personas importantes de su círculo. De esta manera, sus acciones suelen tener mucha carga de sobreactuación, de excesos y de llamadas de atención, ya que, en muchas ocasiones, tienen asociado que el motivo por el cual son queridos o aceptados no es otro que el porqué hacen las cosas bien.
  • Los problemas de autoestima también son los detonantes del miedo a la equivocación. Está demostrado que las personas sumisas creen ser inferiores a otras, percepción que les lleva a tener relaciones de desigualdad, considerando al otro un ser superior, al que hay que contentar haciendo las cosas de manera perfecta, sin mostrar ningún tachón. Estudios demuestran que aquí se encuentra la línea roja, la sutil frontera entre lo que es un miedo a ser rechazado o abandonado por equivocarse y un terror a ser maltratado por una equivocación.
  • Hay personas que desarrollan síntomas fisiológicos ante situaciones ante las que pueden exponerse a equivocaciones. Temblores, taquicardia en el momento en el que comienzan a iniciar cualquier actividad son muchas de las respuestas que pueden aparecer. Es muy común la angustia que padecen los estudiantes ante la situación de examen y cientos de adultos ante reuniones de equipo en las que incluso tenemos que hablar ante el público.
  • Las personas que han sido educadas sometidas a altísimos niveles de exigencia en la infancia desarrollan este patrón de miedo al error, considerándolo como un fracaso desproporcionado. Un niño educado con herramientas para tolerar lo adverso, sin ser castigado por sus errores, será un adulto sano que interpretará el fallo como parte de su aprendizaje, del mismo modo que desarrollará habilidades sociales para aceptar los errores de los demás.
  • Las personas que padecen atiquifobia desarrollan un terror y pánico que a largo plazo puede llevar a bloquearlas emocional y racionalmente, además de disminuir su nivel de conductas, contaminando sus iniciativas, llevando a bajar su nivel de tareas productivas y todo aquello relacionado con su libertad y creatividad, llegando a frustrar incluso su proyecto de vida.

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Estrategias para gestionar esta fobia

“Para superar este bloqueo, lo primero e indispensable es trabajar en la necesidad imperiosa de aceptar que tenemos un numeroso número de creencias consideradas como irracionales, que son el origen de este comportamiento de terror a equivocarse. Lo mejor para perder el miedo a equivocarse es equivocarse y mirar las 'consecuencias tan desastrosas' y a las que tenemos tanto terror, para de esta forma percatarnos de que podemos ser capaces de soportarlas. Como todo”, nos cuenta. Y añade que, mientras tanto, hemos de mantener a raya las siguientes creencias y saber reestructurarlas:

  1. La creencia o idea de que hay que hacer las cosas de manera perfecta para que de esta manera nuestra autoestima sea más elevada.
  2. La idea de que en el aprendizaje no cabe el concepto de error, y que si nos equivocamos, nos va a acarrear consecuencias desastrosas.
  3. La creencia irracional de que el éxito es “bueno” y el error es “malo”, sin percatarnos de que estamos dando valor moral de culpa a la natural posibilidad que tiene el ser humano de equivocarse.
  4. La idea, también irracional, de creer que todos nuestros deseos han de cumplirse, y poner en nuestra vida una expectativa de éxito del cien por cien; esto es imposible. Las expectativas han de ser realistas, y dar por hecho de que el error es una probabilidad matemática. Es un hecho, existe, y hemos de saber convivir con él.
  5. Hemos de afianzar la realidad de que los “reveses” forman parte de nuestro crecimiento personal. Y como lo que se resiste persiste, hay que saber soltar las riendas y atreverse a equivocarse; de esta manera nuestra estructura de personalidad se vuelve más permeable y deja de ser tan rígida y encorsetada.
  6. El desarrollo personal es una herramienta que nos permite conocernos, y dar explicación a nuestros miedos. La mayoría de terapias van en la línea de hacer un trabajo clínico específico orientado a ayudar a modificar la percepción que los atiquifóbicos tienen del concepto de su propios fracasos, y ayudarles a normalizar la idea de que confundirse es de sabios.
  7. Como cualquier otra fobia, el miedo a equivocarse va disminuyendo a medida que realmente podamos ser capaces de hacerlo. De esta manera, afrontamos el problema. Evitar equivocarse solo hace que desaparezca la ansiedad a corto plazo, sin embargo, aumenta a largo plazo, porque seguimos sin enfrentarnos a ella por no tener técnicas de gestión.
  8. Con este ejercicio de afrontamiento, podremos llegar a desterrar todos los pensamientos negativos responsables de hacernos dudar en nuestras capacidades de afrontar nuevos objetivos y retos.