Sigue estos consejos para evitar padecer el ‘síndrome del impostor’ en el trabajo

Viven con la culpa de estar estafando de manera continua, ya que tienen una distorsión cognitiva: la de minimizar sus éxitos

Por hola.com

Cuando hablamos del síndrome del impostor en el entorno laboral no nos estamos refiriendo a un problema menor. Los datos lo corroboran: afecta, al menos en algún momento de sus vidas, al 82% de los empleados, según un estudio del Journal of General Internal Medicine. Si aún no has oído hablar de este problema, es importante saber que estamos, como nos indica Cecilia Mansilla, experta en liderazgo y desarrollo personal e instructora de Udemy, ante “un trastorno que nos hace sentir que no merecemos aquellos éxitos que logramos, que no somos lo suficientemente buenos para algo o que conseguimos algo por casualidad y no por mérito”. 

En opinión de la psicóloga clínica Pilar Guerra, tiene que ver con todo lo relacionado con el éxito. Y añade que la persona con síndrome del impostor se cree un tramposo, un falsario, alguien que no tiene las competencias suficientes de mantenerse en su puesto de trabajo, en su familia, en la pareja que forma, en su grupo de amigos. “Viven con la culpa de estar estafando de manera continua, ya que tienen una distorsión cognitiva: la de minimizar sus éxitos”, explica Pilar Guerra.

Es, sobre todo, habitual en el trabajo. Pero la psicóloga puntualiza que este síndrome también se da en el área académica, de la amistad, en la forma de vida, e incluso en la pareja. "Tiene que ver con dos ideas fundamentales. Una de ellas: el perfeccionismo, ya que el 'impostor' lo que no sabe es que se merece que su esfuerzo, sus valores, su forma de sembrar en la vida, sea proporcional al éxito que ha conseguido en ella. La segunda: la atribución a causas externas. El impostor no es consciente de ser él mismo el que ha conseguido los logros de su vida, lo atribuye a la suerte, al destino o incluso a las decisiones de otras personas", nos dice.

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¿Es un problema en el que influye el género?

Lo cierto es que Cecilia Mansilla apunta a que “suele afectar más a las mujeres que a los hombres por la inequidad que, aún en la actualidad, enfrentamos en el mundo laboral”. Los datos vuelven a ser claros: según una encuesta llevada a cabo por la auditoría KPMG en 2021, el 75% de las mujeres confiesa haber experimentado este síndrome en algún momento de su carrera. Toca ponerse manos a la obra y tratar de poner freno a este problema.

Y, para ello, pueden sernos útiles estos consejos:

  1. Es importante crear espacios de trabajo con predominio de la seguridad psicológica. La idea es fomentar grupos de trabajo en los que podamos desarrollar nuestra confianza y seguridad. Tenemos que poder sentirnos libres de decir lo que pensamos y pedir ayuda cuándo la necesitemos. Y todo ello sin sentir miedo a ser juzgados.
  2. Reconocer los logros… los nuestros y los ajenos. No podemos dejar de lado el hecho de que este síndrome del que tanto se habla en la actualidad puede afectar también a más gente de nuestro entorno. Esto hace que no solo sea fundamental reconocer y celebrar nuestros propios éxitos, sino también los de los demás. Solo de esta forma podremos conseguir crear ese lugar de trabajo saludable al que hacíamos mención en el primer punto, en el que los logros se reconozcan en un plano general. Con ello, sentiremos una mayor confianza a la hora de identificar nuestros propios triunfos,
  3. Ofrecer ‘feedbacks’ constructivos. “En el caso de liderar equipos es importante brindar feedbacks de forma constante y transparente a todas las personas del equipo para promover y facilitar su desarrollo personal. Y en caso de que no seamos quienes lideremos los equipos, también resulta fundamental forzarnos a pedir este tipo de opiniones de forma regular, para continuar creciendo en nuestra profesión. Entender qué es lo que estamos haciendo bien (y qué es lo que no) nos ayudará a ganar seguridad, y a reducir esa posible inestabilidad provocada por el síndrome del impostor”, explican en Udemy.
  4. Promover prácticas diversas, equitativas e inclusivas en el trabajo. Y no podemos olvidar la importancia de fomentar la equidad y la inclusividad en el entorno laboral (como el acceso equitativo a oportunidades). Con esto, conseguiremos un objetivo claro: trabajar en un ambiente capaz de reducir nuestras inseguridades, además de que permite potenciar al máximo nuestros talentos y destrezas profesionales.