No forzar el optimismo
Lo cierto es que, en opinión de Mª Victoria Sánchez López, psicóloga Clínica en GrupoLaberinto y Docente sobre Trauma Psicológico en Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), en general lo más saludable es atender todas las emociones: identificarlas y atenderlas. “En un año como este hemos vivido situaciones muy complejas que han activado miedo, confusión, ansiedad, tristeza… también ha permitido compartir más tiempo, desarrollar nuevos recursos, adquirir habilidades…”, nos cuenta, y añade que no sería recomendable intentar suprimir las emociones desagradables, taparlas o negarlas, sino aceptar que han formado o forman parte de la vida y aprender a gestionarlas.
“De alguna manera, poder revisar todo de forma global ayuda a integrarlo y a continuar hacia delante. Cuando no atendemos las emociones, se acumulan y nos llevan a estados de hiperactivación (ej: ansiedad), irritabilidad o hipoactivación (ej: falta de energía, bloqueo, desconexión)”, nos cuenta, por lo que destaca que el optimismo no debe ser forzado, y pone un ejemplo concreto: “Cuando a alguien que no se encuentra bien le dicen ‘no tienes motivos para estar así… con todo lo que tienes en la vida, hay que ser fuerte, no valoras lo que tienes…’. Normalmente no le estamos ayudando, sino todo lo contrario”.