¿Por qué tiene connotaciones negativas?
Tal y como nos cuenta Pilar Guerra, a veces nos encontramos con la expresión de “tiene un ego muy subidito”, para definir a personas arrogantes, primas hermanas del personaje mítico Narciso, rompedor de sus propios espejos por el excesivo amor que se profesaba a sí mismo. “Pero no todos los egos son así. Afortunadamente, no todos necesitamos mostrar nuestro amor maravilloso en las redes sociales para que nuestro ego sea engordado proporcionalmente a los Likes alcanzados. Hay egos con cordura, equilibrados, realistas, en definitiva, con la serenidad suficiente como para vivir la vida en paz. Pero para esto, tenemos que poner a dieta estricta a nuestro falso yo. Los egos exageradamente narcisistas, defienden la teoría del yo-yo, que no es otra que la del mí, me y conmigo”, añade Pilar Guerra.
“El ego no es en sí mismo positivo o negativo, es nuestro yo, la idea que hemos ido construyendo de nosotros mismos. Desde el punto de vista del ego como exceso de autoestima, podemos considerarlo como negativo en la medida en que éste genera sufrimiento en la persona. Una persona, como solemos decir ‘con mucho ego’, suele ser una persona que presenta dificultades para relacionarse con los demás desde una posición más auténtica. Puede experimentar, por ejemplo, temor o miedo al juicio del otro, y para ello puede incluso intentar imponer su propio criterio. La imagen que se proyecta de una persona 'con gran ego' no suele estar en sintonía con los propios sentimientos de valía de la persona”, nos cuenta la psicóloga de GrupoLaberinto.
“A todos nos gusta que nuestro entorno nos acepte, nos valore y nos reconozca. Es humano y, lejos de ser malo, puede constituir una motivación que nos ayude a superarnos. El problema surge cuando tenemos como meta, exclusivamente, esa obtención de éxito y precisamos de ese reconocimiento para sustentar nuestra autoestima”, añade María Gallego.
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