Evita el síndrome de la dieta eterna

Las personas que sufren permanexia o síndrome de la dieta eterna se obsesionan por su peso de forma cíclica y se someten a dietas continuas que fracasan y vuelven a empezar pasados unos meses.

Por Cristina Soria

Los nutricionistas y los entrenadores personales están de acuerdo en una cosa, no existen métodos milagrosos para conseguir adelgazar, ni es recomendable poner a nuestro cuerpo a prueba cada vez que se nos enciende la bombilla y creemos que ha llegado el momento de perder unos kilos. Lo que de verdad ayuda, y lo que debemos hacer, si es que queremos mantener un peso ideal, es trabajar sobre una alimentación saludable, que sea sostenible, que nos haga felices sin causar el deseo irrefrenable de darnos un atracón una vez que hemos conseguido el peso deseado.

Tres dietas al año son muchas dietas

Porque desde un punto de vista saludable, no tiene ningún sentido que desde el 7 enero, cuando damos el último bocado a las sobras del roscón, nos sumerjamos en una operación de dieta para bajar los excesos de la Navidad. Y que después de Semana Santa lo hagamos para quemar las torrijas y las comidas familiares. Y que un mes antes del verano activemos todas las alarmas para la “operación bikini”. 

Nuestro cuerpo, no solo se resiente con cada intento, sino que toda la fuerza de voluntad que haces para iniciar una dieta cae en saco roto cuando te ves impotente de completar el objetivo en tan poco tiempo, y es aun peor cuando pasada la fecha que te marcaste vuelves a tus hábitos alimentarios de siempre. A esta dieta eterna se le conoce como permanexia, no es un término clínico pero sí se denomina así a quienes se obsesionan por su peso de forma cíclica y se someten a dietas continuas que fracasan y vuelven a empezar pasados unos meses.

Leer: Estos cambios en tu desayuno te ayudarán a adelgazar

El efecto rebote puede alejarte aún más de tu objetivo

El gran problema de estas dietas de “temporada”, es que lo que pierdes lo vuelves a ganar enseguida cuando ya has obtenido ese objetivo, o te has dado por vencida. Y siempre llega el temido efecto rebote. Si concentras en un mes o en una semana el esfuerzo de llevar una alimentación que acabe con los estragos de unas fiestas o una rutina, luego la necesidad de saciarte y resarcirte hará que arrastres un peso mayor, con la razonable frustración que eso acarrea.

VER GALERÍA

Probablemente la razón fundamental por la que las “operaciones dieta” regresan a tu vida todos los años en temporadas alternas es porque te niegas a privarte de ciertos placeres: “la vida se vive una vez y no hay razón para sufrir más de la cuenta”. ¿Te suena este planteamiento? Sin embargo, probablemente no has sopesado claramente que es más esfuerzo poner en marcha una dieta nueva cada tres meses, en vez de llevar una vida saludable siempre.

Leer: Amigos y enemigos de un vientre plano

Estas son las pautas básicas para conseguir tu objetivo

No deberías conformarte con que tu objetivo sea solo lucir mejor el bikini en verano, sino estar bien y llevar una vida lo más saludable que puedas, eso implica una mejor calidad de vida y que ya no necesites hacer dietas de emergencia. Para conseguirlo debes estudiar cual es tu alimentación, preferiblemente con la ayuda de un nutricionista, y equilibrar los nutrientes de tus comidas.

Además, no hay mejor complemento a una dieta saludable como realizar ejercicio físico de forma continuada. Puedes elegir aquello que mejor se adapte a tu ritmo de vida y gustos: yoga, pilates, running… El ejercicio no solo colaborará a la pérdida de peso, sino que además fortalecerá nuestros músculos, quemando una grasa que solo con una ingesta de alimentos equilibrada no podremos atajar. 

Leer: Restaurantes saludables para cuidarse también fuera de casa