¿Son las sandalias un buen calzado para el verano?

Los zapatos planos y sin buen agarre, calzado muy habitual en épocas de calor y vacaciones, pueden producir daños en los pies y en la espalda.

Por hola.com

Sandalias, chanclas, bailarinas... son los zapatos preferidos en verano. Todas las llevamos. Las celebrities posan con ellas, incluso se las hemos visto a miembros de la realeza. Visten con todo y hasta te pueden hacer sentir que vas descalza. Sin embargo, ¿son un calzado recomendable para el verano? Depende. 

El calor, la sudoración, la falta de transpiración, caminatas excesivas ... son muchas las penalidades por las que pasan nuestros pies en verano. Si a ello le añadimos usar zapatos sin apenas sujección, o no lo suficientemente firme, a la larga estos se resentirán y lo mismo le ocurrirá a la espalda. Por no hablar del riesgo de caída o de traumatismo. De ahí que los expertos insistan: tanto en vacaciones como el resto del año hay que usar calzado apropiado. Y ¿cómo debe ser?

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El mejor calzado para tus pies

El zapato adecuado tiene que amoldarse bien al pie. Puede ser de tipo sandalia para una buena transpiración natural, pero se aconseja que el material sea el cuero, la zona del talón debe estar bien sujeta y es necesario que cuente entre 1,5 y 4 milímetros de tacón con base ancha. Los zapatos de tacón muy alto y fino, los que no cuentan con una sujeción correcta tanto en la parte delantera como en la trasera, si son demasiado estrechos que impiden la movilidad del pie dentro del calzado y los fabricados con materiales como el plástico, que impiden la transpiración, pueden afectar a la estructura de nuestras extremidades inferiores.

De hecho, no usar un buen calzado aumenta el riesgo de malformaciones como juanetes, callos u otras alteraciones, que a la larga repercutirán en otras zonas de nuestro cuerpo como las piernas, las caderas o la columna vertebral. 

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Ojo con las chanclas

A pesar de que las bailarinas sujetan bien el pie (siempre que utilicemos el número correcto) tienen un inconveniente: son muy planas y pueden producir fascitis plantar, una inflamación en la planta del pie que puede causar mucho dolor e impedir caminar correctamente. Ocurre lo mismo con los zapatos tipo menorquinas. También muy planas y la sujeción no es lo suficientemente firme. 

Pero peores son las chanclas. Según el Colegio Oficial de Podólogos de Madrid, su uso continuado produce la garra de los dedos para aumentar la estabilidad, con la consecuente deformidad de los mismos y la aparición de callos y dolor. Además, pueden provocar lesiones y dolencias graves en los dedos como luxaciones y fracturas, torceduras o esguinces en tobillos, tendinitis o la mencionada fascitis.

Por ello, si vamos a usar un calzado abierto en verano, mejor decantarnos por sandalias que mantengan el pie bien sujeto para no forzarlo. De este modo, el pie cumple con su función, la de caminar, y no la de agarrar otro objeto para que no se desprenda. 

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Cómo comprar bien 

Además de buscar un zapato adecuado, a la hora de adquirlo es conveniente que tengamos en cuenta estos aspectos: 

Cómpralo por la tarde. Con el paso del día, los pies se hinchan y se dilatan. Si los compras por la mañana, corres el riesgo de comprimir el pie en el transcurso del día. También se aconseja probar siempre los dos zapatos, porque es normal que existan diferencias entre ambos pies.

No olvides unas buenas medidas de higiene. Pruébalos con un calcetín, media o plástico protector, ya que desconocemos el estado de salud del pie de la persona que se lo ha probado antes que nosotros y las bacterias, hongos y papilomas son contagiosos.

La salud es lo primero. Aunque te apasione la moda y la variedad, hay que decantarse por un calzado de buena calidad, acorde a la actividad que se va a realizar, con una buena sujeción (ya sea mediante cordones, velcros, hebillas o tiras) tanto en la zona del empeine -dorso del pie- como del tobillo, que sea transpirable y cuente con un tacón medio que permita al pie conservar su forma natural.

Piensa para qué lo quieres. Una buena elección conseguirá que nuestros pies no sufran con el calor y las irregularidades del terreno al que tiene que adaptarse, de forma que podamos caminar correctamente sin molestias. No es lo mismo usar un zapato para hacer turismo que para andar pocos metros para ir a la oficina o asistir a una reunión, cena o cualquier otro evento. 

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