Niños jugando en clase en el colegio.©AdobeStock

Educación

‘En la jerarquía pedagógica, el maestro de primaria se encuentra en el nivel más bajo’

Así de rotunda es Laura Baldini cuando le preguntamos qué nos queda por aprender para mejorar nuestro sistema educativo. Además de poner en valor la figura del maestro, hay que situar al niño en el centro del programa

María Montessori es una joven sorprendida cuando llega al pabellón psiquiátrico del lugar donde comienza a trabajar y coincide con unos niños a los que se les llama ‘débiles mentales’ y están sumidos en un silencio sepulcral. Ella insiste en darles juguetes a los niños y, al hacerlo, todos parecen renacer. Los médicos, que observan el proceso, no creen en la transformación que están empezando a ver con sus propios ojos, pero dejan que esta mujer haga su trabajo.

Así comenzó una carrera pedagógica sin precedentes que nos dejó a una de las educadoras infantiles más famosas de la historia, cuyas enseñanzas están, ahora mismo, más de moda que nunca en nuestro país. Con motivo de la publicación de La escuela de la vida (Planeta), hemos querido hablar con su autora, Laura Baldini, pedagoga especializada en educación infantil y maestra de preescolar de formación, para que nos desvele cuál fue la auténtica revolución de esta joven doctora, qué hemos aprendido e implementado en nuestros sistemas educativos y qué deberíamos mejorar. Todavía hay un gran camino por delante. La reforma educativa no tiene que ser siempre solo política, ha de ser más profunda.

¿Qué contexto histórico y educativo tenía delante María Montessori?

María Montessori nació en un momento en el que las mujeres tenían un único rol y debían cumplir con él: ser una perfecta ama de casa. Se les imponía socialmente y ella lo que hizo fue revelarse a una edad bastante temprana. Se apuntó a clases en la Escuela Técnica de su ciudad, después decidió estudiar Ciencias Naturales y, por último, formarse y convertirse en doctora. Su madre Renilde apoyó todas estas decisiones que iba tomando y, además, se sentía orgullosa de cómo era su única hija. Esto también fue importante. A su padre, sin embargo, le costó algo más aceptar la elección de su hija, pero acabó aceptándolo.

Todo esto tiene lugar en la Italia de finales del siglo XIX, caracterizada por un catolicismo estricto y con una Iglesia que dictaba qué reglas debían seguir las personas en cada momento de su vida. Pero también era una Italia joven que quería mostrar una imagen moderna al mundo. Por eso, también fue posible que María fuera una de las primeras mujeres en estudiar Medicina, mucho antes incluso que en otros países de Europa.

¿Por qué apostaba la pedagogía de la época?

En este caso, la psicóloga suiza Alice Miller acuñó el término de pedagogía negra, es decir, una forma de pedagogía basada en la devaluación y en el castigo. Los niños son vistos como personas inferiores que necesitan ser moldeados, por lo que se permite también el uso, por ejemplo, del abuso físico y mental. Se creía que había que “romper con los niños” para que pudieran convertirse en miembros funcionales de la sociedad en un futuro. Así, el castigo estaba en la agenda tanto de la escuela como en la del hogar.

¿Podríamos considerar a María Montessori una especie de ‘revolucionaria’?

Sí, ella fue una revolucionaria en muchos sentidos. Peleó por la igualdad de derechos de la mujer y se manifestó para solicitar la igualdad entre hombres y mujeres en cuanto a los salarios de la época. Estamos hablando de 1896 y, aún hoy, seguimos luchando por ello.

Pero también revolucionó, por ejemplo, la visión del niño en sí, le puso a él y no a los adultos en el centro de su pedagogía. A finales de siglo, sí que es cierto que no fue la única educadora, pero fue y sigue siendo, con mucha ventaja, la más exitosa de todas. Y es que, en el apogeo de su carrera médica, recurrió a la pedagogía y supo cómo usar su popularidad hábilmente. Estoy convencida de que si hubiese sido coetánea a nosotros, usaría las redes sociales de una forma magistral para su objetivo.

¿Cuál es el impacto de María Montessori en la educación actual?

Una de las principales herencias que tenemos de ella es que le dio forma a la imagen de lo que debe ser la educación preescolar o la guardería en la actualidad. Gracias a ella, por ejemplo:

  • Los niños pueden sentarse en muebles que corresponden a su altura, con mesas pequeñas y sillas fabricadas especialmente para ellos. Algo lógico ahora, pero que en 1900 causó un gran revuelo.
  • Los más pequeños, especialmente, pueden aprender con todos sus sentidos.

Y es que, María Montessori estaba convencida de que los niños querían aprender y que la tarea de los educadores era mantener esa alegría por hacerlo, inspirarlos y proporcionarles el material necesario y hacerlo todo interesante. Nunca son niños a quienes se deba culpar por un aprendizaje deficiente. Una actitud que, quizás, no ha calado del todo en los sistemas educativos de muchos países europeos.

¿Qué nos queda aún por avanzar en el campo de la educación infantil?

En primer lugar, la ciencia sabe desde hace ya tiempo que los primeros años de la infancia son y deben ser los más formativos de todos. Pero todavía, desde la educación, debemos de otorgarle mucha más importancia a este momento tan delicado en la vida de una persona. En la jerarquía pedagógica, el maestro de primaria se encuentra en el nivel más bajo, tanto si hablamos en términos de renta como de reconocimiento en la sociedad y, sin embargo, tienen la mayor responsabilidad.

Un ejemplo claro: cuando en una Universidad hay un profesor que trata de manera injusta o despectiva a un alumno, podemos decir que es algo “molesto”, pero, como adulto, ese estudiante ha desarrollado estrategias para lidiar con este problema, su daño es despreciable en muchos casos. Pero, ¿qué ocurre con un ser humano de dos o tres años? Este niño depende del amor y del cuidado respetuoso de los adultos. Y este último año nos lo ha demostrado con creces.

Los niños necesitan más que un espacio para protegerse de las enfermedades. Necesitan educadores bien capacitados que sean conscientes de la singularidad de cada niño, observándoles de cerca y ofreciéndoles el material adecuado en el momento que lo demanden. Además, ellos también quieren ser tratados con respeto. Esto es lo que nos falta.

Puntos clave del método Montessori

El método Montessori es una pedagogía que se diferencia de las demás en que se adapta por completo a cada niño, permitiéndoles que se desarrollen a un ritmo natural y propio. Es decir, no se les impone un ritmo general, el que llega bien y el que no, también; sino que cada niño avanza de la manera que le sale de manera natural. El objetivo es que consiga un crecimiento feliz, independiente y que desarrolle su propia capacidad crítica.

Para ello, las principales herramientas que se utilizan y que cubren desde que son bebés hasta los 18 años, creando un aprendizaje integrado son:

  • Se crea un ambiente adecuada y específico para potenciar el crecimiento independiente de cada uno. La palabra ambiente es importante y en él se integra a grupos de niños en períodos de 3 años, lo que promueve de manera natural la socialización, el respeto y la solidaridad.
  • Se observa al niño y se le orienta para que él mismo sea respetuoso con su aprendizaje. Además, se le dan oportunidades para que se comprometan con su trabajo, que ha sido libremente elegido por él. Con esto se consigue que los períodos de concentración sean más largos.
  • La metodología de educación y las actividades o materiales que se utilizan siempre van encaminadas a potenciar el aprendizaje y la creatividad; no podemos olvidarnos de esta última.
  • Los niños trabajan con materiales muy concretos que han sido diseñados científicamente para que les ayuden a explorar el mundo y desarrollar habilidades cognitivas básicas, que puedan hacerse responsables de su propio aprendizaje.
  • Otro de los objetivos es que el niño aprenda a tomar decisiones, resolver conflictos y vivir en comunidad. Así, se crea una especie de sociedad dentro del aula.

Si hablamos de actividades en concreto, para ejemplificar este método del que hablamos, el juego, por ejemplo, es fundamental y hay que darle un gran papel en las clases. Por último, es también importante recalcar que el adulto es observador y guía, una persona que ayuda y estimula al niño, pero que siempre le permite actuar por sí mismo.

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