Hablamos del estilo de Máxima de Holanda con uno de sus diseñadores favoritos, Benito Fernández
La Soberana acaba de cumplir cincuenta años; el diseñador argentino la viste desde hace 20 años y nos cuenta la historia
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Máxima de Holanda tiene muy presente a los diseñadores de los Países Bajos, pero, de la mano de Benito Fernández, también ha encontrado un hueco grande en su armario para la moda argentina. Desde que llegó a palacio hace veinte años ha usado su ropa en giras internacionales y grandes bodas y celebraciones reales, o incluso el día en el que se conoció que se convertía en Su Majestad, cuando estaba de visita oficial en Brunei y Singapur (enero de 2013).
Benito comparte distinciones con Valentino (la vistió de novia) Jan Taminiau (la firma del vestido de su coronación); Édouard Vermeulen, de Natan (la firma más presente en su vestidor); Iris van Herpen… pero nunca se olvida de hacer un guiño a Benito Fernández (1960), un talento entre costuras.
La historia
Mariana Andrés, ex cuñada de Máxima fue la primera de la familia en confiar en su trabajo, cuando le pidió que le diseñara el traje que vestiría en la boda real, el 2 de febrero de 2002. Aquel conjunto gustó muchísimo y estuvo muy presente en la lista de las invitadas más elegantes que asistieron a la ceremonia.En ¡HOLA! ocupó un gran lugar, por detrás de la princesa Carolina de Mónaco. Tiempo después, Fernández diseñó el traje de María del Carmen Cerruti, la madre de Máxima, para el bautismo de la heredera al trono; y también el de madrina de Inés Zorreguieta (falleció en 2018) para el bautismo de Ariana.
“Un día sonó mi móvil y… casi me muero. Al otro lado: ‘Soy Máxima Zorreguieta, ¿en qué piso estás?’… Estaba llamando al timbre”
“Máxima me descubrió a través de su familia y de sus mejores amigas del colegio. Un día sonó mi móvil y… casi me muero. Al otro lado: ‘Soy Máxima Zorreguieta, ¿en qué piso estás?’… Estaba llamando al timbre. Pensé que era una broma, pero, no. Ahí estaba en la puerta, sin secretarias ni guardaespaldas y con una enorme sonrisa. Ese día cambió mi vida. Desde entonces, la he acompañado con mi trabajo en momentos importantes y creo que dejo a Argentina bien representada”.
—¿Hasta que punto cambió tu vida?
—De la noche al día. Mi taller estaba en un momento muy complicado. Pero mucho más allá de eso, que le guste mi trabajo es un aval, un enorme prestigio y un orgullo enorme para mí. Que la Reina me elija y que haya repetido alguno de mis vestidos en más de una ocasión, me ha dado mucha seguridad en mi trabajo. Piensas: “si se lo ha vuelto a poner es que sigue creyendo que no se equivocó”:
—¿Qué es lo que más te gusta de la Reina?
—Su frescura, la alegría, lo que representa. Me encanta Máxima, más allá de su condición y de su belleza tiene contenido, sobre todo conciencia social, y modernidad; y parece que puede hacerlo todo a la vez: corona, familia, fundaciones. Todo le gusta y todo lo disfruta. Es una reina, pero también una mujer de hoy.
—¿Hace sugerencias cuando te encarga un vestido?
—Me siento muy libre diseñando para Su Majestad. Trabajar con ella es muy fácil. Confía en mí y en lo que hago y luego elige. Tiene muy claro lo que le gusta y lo que no y cuando arma su agenda es cuando decide en qué momento y cómo ponerse los trajes de noche o los vestidos prêt-à-porter. Nunca sé cuándo o dónde los va a usar y cuando sucede es una sorpresa maravillosa.
—¿Es fácil vestirla?
—Tiene una silueta muy elegante, armoniosa y al ser muy alta todo le sienta bien. Le gusta la ropa al cuerpo, que marque su cintura, los vestidos palabra de honor y de hombros asimétricos y a la rodilla, con corte Jackie, pero su figura le permite casi todo. Por eso su armario es tan compacto.
—¿Con cuál de todos los vestidos que le has hecho te quedas?
—Hay varios, pero si tengo que elegir uno, sin duda el rojo de nudo de organza. Se lo ha puesto tres veces y también estuvo en la exposición que se hizo en Holanda, por sus diez años como princesa, en 2011.
—¿Cuál es su fuerte?
—Las morfologías, los colores,los accesorios, el tocado, el turbante, los sombreros. Por la forma de su cara y por su altura se puede poner todo. Y, también, lleva la tiara como ninguna.
—¿Qué opina de las reinas de hoy y de la moda?
—Las reinas también se expresan a través de la moda. Es esa otra mirada. No sólo lo que eligen, sino cómo lo usan o cómo lo mezclan. Es ese mix de la marca más de lujo con el low cost o el vintage que las acerca a la calle. Creo aportan mucha credibilidad.
“Me gusta mucho doña Letizia; y Kate también es divina, pero Máxima es mi preferida”
—¿Resta valor a su papel que se hable tanto de moda y de cómo visten?
—No, pero hay que apartar la frivolidad. Tenemos que ser serios con esto. Hay que pensar en la industria que hay detrás. La moda genera muchísimo trabajo. Reinas, princesas, duquesas, ayudan a acercar la moda a la calle, a dar más visibilidad a un sector tan importante. Y visto de la forma correcta, creo que la moda es otro vehículo para fortalecer el mensaje y su trabajo.
—¿Cómo es Máxima?
—Poderosa, femenina, natural, fiel a sí misma, moderna, nada convencional. Cálida, cercana, agradable, muy humana. Para mí representa el ideal de una mujer del siglo XXI. Sabe destacar sin romper las normas. Es clásica, pero impactante, porque corre riesgos. No tiene prejuicios.
—¿Cómo se la ve desde Argentina?
—Para nosotros es difícil entender lo que significa ser una Reina. Ponerse en ese lugar cuando nunca hemos tenido Monarquía, pero Máxima nos ha aproximado a ese mundo. Se hace querer y la queremos. Nos sentimos orgullosos y muy bien representados por ella. Estoy muy agradecido de haber tenido la oportunidad de vestir una princesa y luego una reina. Me gusta mucho doña Letizia; y Kate, aunque todavía es duquesa, también es divina, pero Máxima es mi preferida.
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