Volar en un túnel de viento también te puede hacer perder calorías

Pero no se trata de una experiencia fácil: deberás entrenar, poner en marcha todos tus grupos musculares y perder calorías mientras lo haces.

Por Cristina Soria

¿Te imaginas volar a 140 kilómetros por hora? A menos que seas una persona muy aguerrida, a cualquiera esta sensación le podría producir cierto reparo. Sin embargo, los túneles de viento ponen en nuestra mano esta experiencia con todas las garantía de seguridad. 

Se tratan de cilindros de entre 30 y 40 metros de altura donde se produce una corriente de viento artificial de alta intensidad. Para lograrlo se utilizan turbinas muy potentes, como la de los aviones comerciales. Cuando el túnel de viento se pone en funcionamiento se genera una corriente de aire capaz de elevarte, de hacerte volar y de recrear la sensación de que estás cayendo de un avión, como los paracaidistas.

Volar para todos los públicos

Sin embargo, cualquier persona puede optar a esta experiencia, no hacen falta unos conocimientos previos y cada vez son más quienes prueban a volar en túneles de viento como experiencia recreativa. Siempre que quien va a volar no tenga experiencia anterior, irá acompañada por un monitor que facilitará que los movimientos que realice sean seguros mientras sacan todo el juego y la diversión a la experiencia.

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Pero volar también es un deporte. De hecho, la razón fundamental por la que los monitores acceden al túnel para acompañar a los novatos es porque volar resulta realmente difícil. No es sólo cuestión de dejarse llevar por el viento, sino de saber equilibrar nuestro cuerpo para ascender, desplazarnos y generar el efecto de que volamos.

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Estos túneles son utilizados habitualmente por paracaidistas profesionales, que realizan un ejercicio físico muy completo para poder responder ante el viento y realizar piruetas y estabilizarse en el aire. Para una persona sin formación de paracaidismo de ningún tipo, volar en un túnel de aire es como tirarse a una piscina sin saber nadar: no te elevas.

De hecho, la natación tiene mucho que ver con este ejercicio. El esfuerzo muscular que realizamos en el aire es muy similar al que se ejerce en una piscina: todos nuestros músculos se ponen a trabajar por igual y el equilibrio, la respiración y el control de nuestro cuerpo forma parte indispensable de este ejercicio. Una vez que consigues mantener el vuelo y desplazarte en el aire se genera una sensación de adicción similar a la que producen otros deportes, como también es el caso de la natación.

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Adrenalina y seguridad

Volando en un túnel de viento puedes perder las mismas calorías que nadando, aunque no se trata de una actividad que puedas realizar tanto tiempo. Los vuelos apenas duran 15 minutos, y su coste es muy alto. Pero disfrutar de esta actividad de vez en cuando puede suponer una forma de entrenar divertida y original, que además no solo te hará poner en marcha todos tus grupos musculares, sino que además elevará tu nivel de adrenalina como ningún otro deporte podría conseguir.

La seguridad es una prioridad en los túneles de viento: se accede ataviados con un mono reglamentario, y se utilizan casco y gafas especiales de protección. Una vez en el túnel, nada malo puede ocurrir realmente, aun en el caso de que ocurriera un accidente técnico y calleras estrepitosamente al suelo, porque realmente lo que hay debajo es una red que evitaría que te hicieras daño.

Esta disciplina tiene otro punto en común con la natación, pues el aire es un elemento en el que quienes se desplazan en silla de ruedas también pueden desplazarse con gran movilidad. No hay apenas limitaciones para disfrutar del vuelo, desde los cinco años de edad se permite el vuelo. Aunque, como en cualquier otra actividad física que pueda requerir un esfuerzo muscular, no es recomendable para quienes padezcan lesiones musculares ni para embarazadas.

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