¿Cuáles son las causas que lo motivan?
Como sucede habitualmente, se tiende a buscar las causas. Y es que somos seres sociales por naturaleza, ¿por qué una persona puede llegar a ser antisocial? “Emociones como la ira o la rabia, mal gestionadas, pueden llevar al sujeto a volcar su frustración de manera destructiva en contra de sí mismo y de los demás, llegando a altos niveles de hostilidad. Probablemente al no haber aprendido otras formas más funcionales de protegerse y de gestionar sus emociones, lo hacen actuando contra el mundo”, nos detalla.
“No hay una única causa que lo motive, sino una interacción entre factores genéticos, el entorno de la persona, desajustes neuroquímicos relacionados con la impulsividad y la agresividad o el abuso de sustancias. Este trastorno puede aparecer impulsado tanto por carencias afectivas o desatención como por agresión y hostilidad en la familia de origen. Así, dentro de su entorno más cercano, el menor aprende a desarrollar ciertas conductas para adaptarse al mismo, conductas que le sirven para sobrevivir en él pero que le resultarán disfuncionales para adaptarse a un entorno sano”, matiza.
Y es que los rasgos de personalidad son muy importantes a la hora de predecir la conducta, y la agresividad está hasta cierto punto normalizada en el hombre en la sociedad actual. “Aquí podemos observar cómo la cultura y la sociedad repercuten también notablemente en la salud mental, ya que se ha observado un mayor número de casos de este trastorno en el sexo masculino”, nos explica.
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