No lo llames timidez si se trata de fobia social

Todos podemos experimentar episodios de timidez en algún momento de nuestra vida e, incluso, ser una tendencia de nuestro carácter. La fobia social, en cambio, es un problema mayor que debe ser tratado con la ayuda de un profesional.

Por Cristina Soria

Se trata de dos términos que a veces usamos de manera indistinta cuando hablamos de los problemas que pueden experimentar determinadas personas a la hora de relacionarse con los demás. Pero si bien es cierto que tienen determinadas cosas en común, no es lo mismo hablar de timidez que de fobia social. La primera es menos grave y puede soprendernos en cualquier momento de nuestra vida ante determinadas situaciones. La fobia social, en cambio, es un trastorno de ansiedad que precisa ser diagnosticado y tratado para poder ayudar a quien lo padece a mantener una vida social activa y sana.

La timidez es menos grave, pero puede transformarse en fobia

Sin ser grave, la timides es un raso que afecta a cerca del 45% de la población adulta. Se produce cuando tenemos un exceso de atención sobre nosotros mismos con uns percepción negativa, lo que nos lleva a preocuparnos por lo que pensamos, lo que decimos, y como reacciona nuestro cuerpo cuando estamos ante otras personas. En ocasiones la timidez puede afectarnos físicamente y sentir palpitaciones, enrojecimiento de la piel o sudor.

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Pero, aunque es cierto que una persona tímida puede intentar evitar determinados contrextos sociales, nunca va a sufrir consecuencias reales por vivirlas, porque las personas tímidas quieren dejar de serlo y poder relacionarse con los demás, aunque sientan que no son capaces. Los tímidos prefieren manejarse en círculos pequeños, con gente que sea de su confianza pero, aún así, seguramente nunca sean los primeros en comenzar una conversación. De hecho, suelen emplear un tono de voz bajo y les cuesta mantenerle la mirada a sus interlocutores.

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Si somos conscientes de que padecemos timidez y que esta puede suponernos una traba para desenvolvernos en la vida es muy importante buscar ayuda y obtener las herramientas necesarias para evitar que, con el tiempo, se convierta en fobia social.

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La fobia social, un asunto más delicado

Frente a la timidez, que además de no ser tan grave no tiene porqué darse todo el tiempo, la fobia social se caracteriza por ser continua. Los pensamientos negativos, el estrés y el sufrimiento son casi constantes y no consiguen disfrutar de nada a menos que estén únicamente rodeados de personas de su máxima confianza. La timidez, en cambio, puede ser pasajera. La fobia social se basa en un miedo irracional que desemboca en un trastorno de ansiedad que dificulta y puede llegar a impedir la interacción con otras personas.

Y mientras que un tímido anhela relacionarse de una forma más sana, aunque a veces evite determinadas situaciones, quien padece fobia social se sumerge en un aislamiento que tiende a hacerse cada vez mas grande y que le puede llevar a asilarse de los demás de una manera preocupante.

La fobia social se considera una patología, algo que no ocurre con la timidez, y para su tratamiento es necesario ponerse en manos de un especialista que ayude al afectado a recuperar su vida social. Para conseguirlo se suele realizar una terapia orientada a la modificación de la conducta y también la terapia de grupo. Si lo cree necesario, el facultativo puede recetar un tratamiento con ansiolísticos que ayude al enfermo a rebajar la ansiedad para poder dar los primeros pasos hacia una forma sana de relacionarse con los demás.

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