¿Cómo podemos ayudar a un familiar diagnosticado con la enfermedad de Alzhéimer?

No infantilizarle, tratar que lleve una vida organizada... Los expertos nos resumen todo aquello que debemos y no debemos hacer en el caso de enfrentarnos a esta situación

Por Pilar Hernán

Uno de los diagnósticos que pone patas arriba la vida de las familias es el de la enfermedad de Alzhéimer. Lo sabe bien el cantante David Bisbal, cuyo padre, Pepe Bisbal, de 81 años, sufre alzhéimer desde hace algún tiempoCuando se confirma que las pérdidas de memoria, los despistes o los cambios en el carácter se debían a la enfermedad, sin duda las familias afrontan con incertidumbre todo lo que está por venir. Un problema que, además, afecta a un buen número de familias, pues en España, y según datos de la Sociedad Española de Neurología, tienen Alzheimer unas 800.000 personas, de las cuales la mitad estaría sin diagnosticar, lo que complica más la situación. Y es que la detección precoz es, sin embargo, clave para detener dicho progreso y para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen y de las personas que conviven con ellos.

Es fundamental que los pacientes que padecen esta enfermedad neurodegenerativa mantengan, mientras sea posible, la actividad. Nos lo cuenta Teófilo González Villalba, terapeuta ocupacional en los centros de día Neurovida, que detalla que es importante plantear una serie de terapias que incluyen unas rutinas diseñadas para ellos: talleres de estimulación cognitiva, funcional y motora, ejercicios del lenguaje musicoterapia y distintos talleres de entretenimiento. Todo con un objetivo muy claro: se trata de que se sientan útiles, pero, muy importante: también queridos e integrados socialmente.

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Patricia Durán Sevillano, logopeda de dichos centros, aporta estas recomendaciones:

  • Fomentar la autonomía.
  • Proporcionar seguridad e interés.
  • Motivarles a continuar con sus aficiones y a mantener amistades, evitando el aislamiento.

Lo cierto es que sobre el papel puede parecer sencillo. Pero una vez que aparece el problema, nos damos cuenta de que no lo es tanto. No es tarea fácil para los familiares y cuidadores que se ven de frente con el Alzheimer de un ser querido, lo cual hace que se vean desbordados en no pocas ocasiones. Por eso, los expertos nos resumen algunos consejos útiles, resumiendo, de forma clara y sencilla lo que debemos hacer y lo que no en el caso de que afrontemos esta situación.

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Lo que sí debes hacer

  • Puede parecer muy obvio, pero el primer paso, si sospechamos que el Alzhéimer puede haber irrumpido en nuestras vidas o en la de algún familiar, es fundamental pedir la opinión de un especialista, que valore la situación y paute las pruebas necesarias para confirmar o no el diagnóstico y, además, paute el tratamiento farmacológico adecuado.
  • Hay que tratar de procurar cuidado especializado en enfermedades neurodegenerativas y no dejar a la persona sola en casa, ya que puede existir peligro para su integridad física, al olvidarse, por ejemplo, de cerrar el gas, el agua o de desorientarse y perderse.
  • Es importante ayudar al paciente a que lleve una vida organizada, con rutinas y ejercicios que le ayuden a nivel cognitivo y emocional.
  • Una buena alternativa es proporcionarles materiales de apoyo en la medida de lo posible. ¿A qué nos referimos? Pueden ser calendarios para la orientación temporal o diarios para la memoria.

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Lo que no debes hacer

  • No hay que entrar en conflicto con ellos discutiendo, confrontando las ideas delirantes o los síntomas de la enfermedad (por ejemplo si dicen que no hicieron algo ayer no insistirles en que si lo hicieron). Si lo hacemos, esto solo contribuirá a que la persona tenga una toma de contacto con su déficit, lo que le hará sentir mal para después de un rato no acordarse.
  • Culpabilizarles por sus conductas. Son enfermos, es algo que tenemos que tener muy en cuenta, y muchos de sus actos responden ya al avance del curso de la enfermedad.
  • Infantilizar. Es algo que tendemos a hacer, y lo cierto es que cuando les tratamos como niños o les sobreprotegemos en exceso, a lo que contribuimos es a limitar su independencia, promoviendo su frustración y olvidando su dignidad.
  • Restarles autonomía. Tenemos que estar pendientes de ellos, eso es algo que no se puede poner en duda. Pero no debemos sobreexcedernos en el temor a que le pase algo; será bueno para ellos llevar a cabo lo que esté en su mano.