¿Sabes cómo dejar de procrastinar aumentando tu autoestima?

Una experta en productividad nos resume los factores que influyen en que posterguemos las cosas, como el miedo al fracaso y a las críticas, el perfeccionismo, la pérdida de la motivación o la baja autoestima

Por Pilar Hernán

Tal vez no eres consciente de que lo haces a menudo, pero lo cierto es que todos, en mayor o menor medida, procrastinamos. Dejamos para más tarde alguno de nuestras tareas, posponemos algo que deberíamos realizar más pronto que tarde… El problema es cuando la procrastinación se convierte en crónica, un fenómeno que afecta al 20% de la población adulta a nivel mundial. Tal y como explica Alejandra Duarte, profesional en productividad y creadora de Productivity School, la procrastinación no es una cuestión, únicamente, de que no se conozcan o no se tengan habilidades para gestionar del tiempo y puede tener que ver, incluso, con nuestra autoestima. Hemos hablado sobre ello con esta experta con más de 15 años de trayectoria, que se define como la ‘ex reina de la procrastinación’, pues conoce perfectamente la frustración que se siente al no cumplir con la planificación y la sensación de estar en el mismo lugar año tras año.

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¿Todos, en mayor o menor medida, tendemos a procrastinar?

Por supuesto, pero la diferencia está en saber de forma consciente qué se posterga. No es lo mismo dejar para mañana una acción que no aporta a mi objetivo, a una que contribuya directamente a conseguir lo propuesto.

¿Cuáles son las razones que nos llevan a hacerlo?

Actualmente, existen más de 26 factores que nos llevan a procrastinar. Entre los más comunes se encuentran el miedo al fracaso y a las críticas, el perfeccionismo, la pérdida de la motivación, escribir objetivos abstractos, falta de constancia o disciplina y la baja autoestima.

¿No es solo una cuestión relacionada con la gestión del tiempo, en su opinión?

Se relacionan, pero no son sinónimos. Cuando una persona pospone una acción, puede que no conozca cómo administrar su tiempo de la mejor forma, por tanto, saber gestionarlo es una de las causas más superficiales, porque se resuelve con herramientas como, por ejemplo, agendas o planificadores.

No obstante, los problemas que conducen a la procrastinación tienen un origen más profundo, sobre todo aquellos que tienen que ver con la regulación de las emociones (el perfeccionismo puede generar un aumento del estrés). Las dificultades vinculadas a la gestión del tiempo son en general un síntoma más que una causa de la procrastinación, según mi metodología Productividad desde el Ser.

Habla de la falta de autoestima como una de dichas causas, ¿por qué motivo piensa que puede influir?

La autoestima se basa en tu bienestar personal, en tu valor percibido como valioso interna y externamente. Si siento que “no soy capaz”, que “no valgo lo suficiente” o que “otros lo hacen mejor que yo” puede afectar a la planificación y consecución de las metas, incluso si a esto se le añade la culpa por no avanzar, es el cóctel perfecto para ni siquiera empezar nada de lo que se propone.

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Cuando procrastinamos, solemos frustrarnos, ¿no es así?

Totalmente, he vivido en ese bucle de frustración y afectó a mi capacidad de sentirme útil, disminuyendo a su vez mi autoestima. No podía planificarme porque me invadía la vergüenza por no haber dado ni un solo paso, dejé de intentarlo. Cada día me mentía diciéndome “el lunes empiezo”, y así transcurrieron 15 años. La frustración parte de un nivel emocional, generándose a raíz de un pensamiento, donde no se es capaz de conseguir lo que realmente se desea llevándote a la infelicidad y es cuando aparece la pregunta ¿para qué voy a empezar si no merece la pena?

¿Hay distintos niveles de procrastinación?

Sí, existen diferentes tipos de niveles de la procrastinación:

  • No procrastinador. Es una persona que cumple con lo que dice su planificación sin dar vueltas. Termina lo pendiente y trabaja en función de objetivos.
  • El que se enfoca el domingo por la noche. Aquí encontramos a emprendedores y empleados leyendo emails pendientes de la semana anterior para apurar el último día y sentir al final que han estado ocupándose “a tiempo” en todos sus pendientes.
  • ‘Superprocrastinador’. Es la persona capaz de terminar varios informes en una sola noche a sabiendas de que ha contado con suficiente tiempo para realizarlos en fecha.
  • Procrastinador crónico. Sigue postergando incluso después del día de entrega del informe o proyecto.

El problema real no se encuentra en los niveles, sino en la emoción que está generando en la persona y además los síntomas físicos, como, por ejemplo, el agotamiento mental. No deben confundirse con las etapas, pues dentro de ellas nos podemos encontrar con: procrastino, me siento culpable, entro en pánico y creo más excusas para seguir postergando.

¿De qué manera podemos evitar, de una vez por todas, procrastinar?

Según mi método, puedes empezar por hacer una lista y dividirla en dos grandes áreas dependiendo de la respuesta a la pregunta ¿me acerca o me aleja de mi objetivo? Cuando tienes las acciones escritas, el cerebro es capaz de entender qué es lo que deseas evitar. Por otra parte, si sabes cuáles son las tareas orientadas a tu meta, se activa la búsqueda de satisfacción y oportunidades, por lo que cada vez estará más enfocado en la dirección del objetivo.

Otro de los ejercicios que más me ayudó en mi propio proceso fue dejar de hacer listas sin priorización. Ahora si tengo tres tareas pendientes las apunto en el orden de ejecución, de esta manera desde el inicio sé qué quiero hacer.

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¿Qué estrategias tenemos a nuestro alcance para conseguirlo?

Esta estrategia me ha llevado a conseguir todo lo que quiero a mi ritmo. Dejé de planificar la noche anterior, porque en algunas ocasiones me encontraba con unas tareas que al día siguiente no quería realizar. Dependiendo de mi estado (más o menos motivado) en la mañana después de mi rutina de autocuidado, decido qué quiero hacer durante el día. También empiezo por la tarea que más me gusta y me divierte. Y por último, dejé de atender actividades por compromiso, es preferible que digas “no, gracias” a que luego te faltes el respeto de tu tiempo.

¿Conseguiremos, de esta forma, mejorar nuestra productividad?

Sin duda, porque ya conoces las bases de la productividad desde tu ser y no es más que saber la etapa en la que te encuentras para hacerte la pregunta adecuada. Priorizar tu lista de tareas según tu estado de ánimo y cuidarte es el orden lógico para conseguir cualquier meta.

Si algo atenta contra tu bienestar, como, por ejemplo, el sacrificio y el esfuerzo, entonces estás utilizando herramientas obsoletas. El mundo ha cambiado y la nueva productividad también.