'Puentes verdes' o cómo evitar la muerte de miles de animales salvajes en las carreteras

Se trata de pasillos ecológicos que facilitan el transito de las especias evitando alterar su entorno en medida de lo posible

Por Gtresonline

Las construcciones del ser humano son necesarias para su vida en sociedad, aunque en muchos casos suponen una seria amenaza para el medio ambiente y las especies que viven en él. Es el saso de las carreteras y autopistas que atraviesan valles y montañas para unir diversos puntos de la geografía y que las personas puedan llegar de manera fácil y accesible a sus destinos, algo que implica la desparición para un gran número de plantas y animales. Al margen del impacto ambiental que supone el periodo de obra (durante el cual se talan millones de árboles, alterando así el hábitat autóctono de la zona), cuando ya están plenamente operativas, las grandes vías acaban con la vida de miles de animales que tratan de atravesarlas encontrando la muerte en su intento al ser atropellados por los vehículos que circulan por ellas. Una triste realidad que ha llegado a cifrarse en torno al millón diario tan solo en Estados unidos.

Una grave situación de la que ya se han dado cuenta en varios países como Holanda, donde han ideado una curiosa solución. Se trata de los 'puentes verdes', corredores que permiten el paso de animales sobre autopistas y líneas ferroviarias evitando en gran medida el riesgo de morir arrollados, y minimizando también el impacto sobre la flora. También llamados 'ecoductos' son pasillos que se cubren con tierra para permitir el crecimiento de especies vegetales que evitan la disrupción del paisaje, ejerciendo como continuación del entorno bajo el que transcurre la carretera, autenticas barreras para la naturaleza. Pueden ser de varios tipos: pasos elevados para los animales más grandes, túneles para animales de menor tamaño e, incluso, 'tejados' para las mariposas y las aves.

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Proteger a la fauna y evitar accidentes

Pero los 'puentes verdes' no solo contribuyen a salvar ejemplares de una muerte segura, sino también a evitar posibles accidentes de tráfico ocasionados al tratar esquivar los conductores a los animales que se cruzan en la carretera.

Holanda (donde existen cerca de 600 de estas estructuras) no es el único lugar donde han proliferado los ecoductos. Estados Unidos y Canadá son otros de los países que están comenzando a tomar conciencia de esta problemática. Pero también han comenzado a construirse en España y Portugal, en concreto, en el Parque Nacional de Doñana, con el fin de proteger al lince ibérico, una especie autóctona en peligro de extinción y de la que se estima que el 80% de sus muertes a los atropellos provocados por el tráfico rodado.

La realización de estos pasos para la fauna puede incrementar en un 8% los costes de una infraestructura y, en muchas ocasiones, sus promotores no ganan nada por construirlas. Su motivación es tan solo la de proteger al ecosistema de la zona y evitar la fragmentación de los hábitats con la proliferación de autopistas y carreteras cada vez más invasivas. Una concienciación ecológica cada vez más extendida en todo tipo de empresas.