EXCLUSIVA. Primeras imágenes de la infanta Cristina tras su separación: sola y llevando todavía su anillo de casada

Viajó a Abu Dabi buscando consuelo, consejo y apoyo en su padre, el Rey don Juan Carlos, antes de tomar la decisión más determinante de su vida y la de sus hijos

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Son las primeras fotografías de la infanta Cristina. Las imágenes más buscadas desde que, el pasado 19 de enero, Iñaki Urdangarín fuera fotografiado paseando de la mano de Ainhoa Armentia durante una escapada a Francia. Sola, triste (aun detrás de la mascarilla y de las gafas de lectura), visiblemente más delgada, tirando de su maleta, pendiente de su teléfono… Pero, eso sí, llevando en su mano izquierda la alianza que le puso Iñaki aquel 4 de octubre de 1997, cuando, hace veinticuatro años, se prometieron amor eterno ante Reyes y príncipes de toda Europa.

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Pasaban algunos minutos de la una de la tarde del pasado 6 de febrero, cuando la hermana de Felipe VI aterrizaba en Suiza. Seis horas antes, se había abrazado por última vez a su padre, el Rey Juan Carlos, quien, como decía estos días pasados el periodista Carlos Herrera, “sufre como lo hace cualquier padre por su hija”. Habían pasado setenta y dos horas juntos en Abu Dabi. Desde el jueves, el día que abandonó su casa de Ginebra, a la mañana del domingo, cuando, muy temprano, se trasladaba de nuevo al aeropuerto para volver a casa.

En la villa de la isla de Nurai

Hacía meses que no se veían y el reencuentro no podía ser más esperado. La infanta, que atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida, necesitaba consuelo, consejo y apoyo, y lo buscó en brazos de su padre. Allí, en su retiro, en la que se ha publicado que es una villa de la isla de Nurai (golfo Pérsico), ubicada a corta distancia en barco de la capital de Emiratos Árabes Unidos.

Más delgada, muy triste, con gafas, pendiente del teléfono y esperando en una sala del aeropuerto de Zúrich, donde hizo escala el domingo, para coger un segundo vuelo a Ginebra

Lejos de focos y cámaras, los dos se pusieron al día y, muy posiblemente, con la infanta doña Elena como testigo, según diferentes informaciones. Una pequeña cumbre en familia… Almuerzos, cenas, paseos por la playa y llamadas a la familia, las que, en el día a día, también ayudan a don Juan Carlos a sobrellevar la soledad y la distancia, mientras sueña con volver a España.

Puede que doña Doña Cristina haya resuelto en este viaje el destino de su matrimonio, puede que haya pedido a su padre una última opinión antes de dar un nuevo paso, después de haber comunicado de mutuo acuerdo que interrumpían su relación matrimonial.

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El domingo a mediodía, después de reencontrarse con su padre, el Rey Juan Carlos, en los Emiratos Árabes, ya estaba de regreso en Suiza. En la imagen, llevando en su mano izquierda la alianza que le puso Iñaki aquel 4 de octubre de 1997, cuando, hace veinticuatro años, se prometieron amor eterno.

La última reflexión

Al final se trata de eso, la última reflexión antes de volver a encontrarse con su marido para tomar la decisión definitiva, aunque la mayoría de las personas de su círculo dan por hecho que, por muy enamorada que esté de Urdangarín, no hay vuelta atrás y que ambos lo saben.

La pasada semana, ¡HOLA! publicaba en exclusiva la fotografía más buscada de Iñaki: solo, cabizbajo y reflexivo… y muy cambiado físicamente, paseando por un parque. Ahora, días después, las imágenes de la infanta, también exclusivas, vuelven a escenificar la situación real. Doña Cristina está destrozada y lidiando con una situación de la vida del todo inesperada. Cuando estaban a las puertas de conseguir el nuevo escenario familiar, cuando ya se las prometía felices —a su marido le tocaría la libertad condicional este año—, su mundo se vino abajo.

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Arriba, una imagen del hotel W Abu Dhabi Yas Island, situado en la isla de Yas, donde se celebran las carreras de Fórmula 1. Abajo, la mezquita Sheikh Zayed.

Escala en el aeropuerto de Zúrich

En las imágenes, tomadas durante su escala en el aeropuerto de Zúrich, se la ve abatida. La tristeza de la infanta camino de Ginebra. La ciudad donde está viviendo una nueva pesadilla recluida en su piso con Irene, de dieciséis años, como única compañía, aunque ha recibido la visita de Juan Valentín (veintidós) y Miguel (diecinueve) y pronto se reunirá con Pablo. El portavoz, la nueva sensación de la familia. El joven deportista que se ha metido a Espa­ña en el bolsillo.

Era la fotografía más buscada. Desde que salieron a la luz las imágenes más comprometidas de Iñaki Urdangarín, la hermana de Felipe VI ha vivido recluida en su piso

Parece que la infanta Cristina lleve un peso enorme encima y se la ve muy sola, a diferencia de su marido, que tiene todo el apoyo de su familia, como hemos vuelto a comprobar de nuevo este fin de semana.

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Sobre estas líneas, con su maleta de mano y mirando el teléfono, mientras esperaba la hora de volver a embarcar.

La familia no tiene fisuras

Puede que no aprueben lo que ha pasado con su compañera de trabajo Ainhoa Armentia; puede que también haya sido una enorme sorpresa lo que ha pasado, las fotografías que han marcado un antes y un después en el matrimonio de los exduques de Palma, pero no hablan de ello y, por supuesto, tampoco lo demuestran. Todo lo contrario. Y, una vez más, la prueba: el paseo de Iñaki por Vitoria con su madre, Claire Liebaert Courtain, y una de sus hermanas.

La familia no tiene fisuras y la matriarca, que es el centro de todo, sigue marcando el paso en privado y en público con ochenta y seis años. Todos unidos como una piña y, pase lo que pase, alrededor de Iñaki, sorteando micrófonos, cámaras y dificultades.

Viajó a Emiratos Árabes Unidos el 3 de febrero. La infanta Elena también habría volado desde Madrid el mismo día para pasar unos días con su hermana y el Rey Juan Carlos

Urdangarín ha encontrado un remanso de paz en su familia. En su madre, con la que vive hace ya casi un año, y en sus cinco hermanos (una de ellas, Cristina, reside en Estados Unidos con sus cinco hijos). Todos casados —ni una separación ni un divorcio, hasta ahora— y, en su mayoría, con familias numerosas. En total, 24 nietos para Claire Liebaert, quien, aunque permanece incondicional a su hijo, sigue estando unida a la infanta Cristina. Así lo confesaba ante una cámara de televisión estos días.

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Doña Cristina, como una pasajera más, tirando de maleta. La infanta iba con el pelo recogido y llevaba un vaquero, cazadora y bufanda negras, bolso de viaje en tono salmón y zapatillas deportivas.

Mucho cariño y respeto entre ellas

Desde siempre han tenido una buena relación, aunque esta se hizo mucho más firme y estrecha con la llegada de los momentos difíciles. Es mucho el tiempo que han compartido —largos veranos, Navidades, fines de semana— en doce años y hay mucho cariño y respeto entre ellas. Tampoco será fácil para la señora Liebaert. Una mujer de enorme coraje a la que el destino puso delante de una cámara sin buscarlo. Primero, en los buenos tiempos, cuando se anunció el compromiso en la Zarzuela, se celebró la boda en la catedral de Barcelona y nacieron los hijos. Y después, teniendo que atravesar la pesadilla de Nóos, que todavía no ha finalizado.

Claro que antes eran dos contra el mundo… y ahora todo está en el aire. Quizá, el perdón se abra camino; quizá, la infanta haya dado ya el portazo definitivo a su vida, aunque también es muy posible que su marido quiera seguir un nuevo camino.

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La infanta, guardando cola a la espera de embarcar, después de la ‘cumbre’ de la familia Borbón, en Abu Dabi, donde vive el Rey Juan Carlos desde el verano de 2020.

Siguiente capítulo

Puesto entre la espada y la pared y “haciendo esfuerzos extraordinarios para no hundirse”, después de todo lo que ha vivido, como dijo su abogado, Mario Pascual Vives, puede que se sienta fuera de su anterior vida, la que tuvo antes de ir a prisión, y le reconforte estar en casa, con su familia, que nunca le ha dado la espalda, y también junto a su compañera de trabajo.

Iñaki Urdangarín solo hace planes con su madre y sus hermanos. En su familia ha encontrado todo el apoyo y un remanso de paz

No se les ha vuelto a ver juntos desde que fueron fotografiados de la mano y, aunque todo apunta a que podrían haberse distanciado o roto, es posible que no esté todo dicho y que, con el paso de las semanas o los meses, haya sorpresas. El tiempo dirá si Armentia y Urdangarín han puesto punto final a su relación o están decididos, una vez pase la tormenta y se aclaren sus escenarios familiares, a escribir juntos el siguiente capítulo.

De momento, Iñaki y Ainhoa siguen acudiendo a diario a la consultoría Imaz & Asociados, en la que trabajan, pero evitando siempre coincidir y, por supuesto, respondiendo con silencios a los medios de comunicación que los esperan a la salida de la oficina.

Infanta Cristina HOLA 4046©EuropaPress
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Iñaki Urdangarín, que, a diferencia de la infanta, no lleva alianza, cuenta con el total apoyo de su familia, que está unida como una piña. En la imagen, con su madre y una de sus hermanas, paseando por Vitoria. Abajo, una imagen del marido de Ainhoa, Manuel Ruiz, hablando por teléfono.

El fin de su matrimonio

Las últimas informaciones apuntan a que Ainhoa y su marido habrían dado el paso de poner fin a su matrimonio. Dos días después de que salieran a la luz sus fotografías con el exduque de Palma —se tomaron en la costa francesa, a unos 150 kilómetros de Vitoria—, la analista contable dejaba atrás su casa y su vida buscando refugio en la casa de su padre, Vicente Armentia. Y parece que no era una decisión temporal, sino el punto final. Después de diecinueve años casados —celebraron su boda en 2003—, su relación con Manuel Ruiz no iba bien y, además, para su marido también fue un shock conocer su relación con Iñaki Urdangarín.

Ainhoa Armentia se reencontró con su marido en la casa familiar de Vitoria y volvió a hacer planes de fin de semana con sus amigas

Al igual que la infanta Cristina, tampoco sabía nada y la situación lo cogió tan desprevenido que ni siquiera pudo acudir a su puesto de trabajo, en una fábrica de automóviles de Vitoria, los primeros días. Aunque, a la vista de los últimos movimientos, no solo no habría ‘guerra’ entre ellos, sino la mayor disposición para que todo fluya de la mejor manera posible por el bien de sus dos hijos adolescentes, todavía menores de edad.

Infanta Cristina HOLA 4046©EuropaPress
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Arria, Ainhoa Armentia hablando por teléfono, al igual que su marido (abajo). La compañera de trabajo de Iñaki Urdangarín viste vaquero de campana deshilachado, anorak negro y lleva botas de tacón. Abajo, paseando con sus amigas en Vitoria, el pasado fin de semana.

Reencuentro en la casa familiar

Las imágenes que publicamos, también en exclusiva, son prueba de ello. A pesar de lo sucedido, el pasado fin de semana se reencontraban en la casa familiar.

Después de reunirse con unos amigos, Manuel Ruiz regresaba a su domicilio, dando un paseo y charlando por teléfono, cuando Ainhoa se encontraba todavía dentro del hogar que han compartido junto a sus hijos.

Aun intentando mantenerse en la sombra, la vida de Ruiz también ha cambiado por completo en las últimas semanas, aunque con mucha distancia de la de su mujer, la otra protagonista, que ha visto cómo, en cuestión de horas, no solo perdía su anonimato, sino que su vida era diseccionada.

El reto de Ainhoa

Armentia no se lo esperaba. Ella, por mucho que se haya dicho que traicionó a Iñaki porque quería que su relación saliera a la luz, ni estaba detrás de las fotos que les hicieron en una playa francesa el 11 de enero (al menos es lo que se dice en su entorno) ni tampoco contaba con tanto revuelo.

Ainhoa, que se define como una profesional “con habilidad para enfrentar situaciones de desafío y superación”, tiene ante sí un gran reto, aunque, de momento, también según su círculo, solo quiere recuperar la normalidad, porque no está llevando del todo bien ser objetivo de la prensa. Aun así, no ha dejado de hacer su vida. Renuncia a planes y ha cambiado algunas rutinas, pero siempre hay una oportunidad para salir con su familia y ver a sus amigas. También se lo mostramos en las imágenes tomadas de su fin de semana. Vestida con pantalón vaquero de campana y anorak negro, la analista contable, de cuarenta y tres años, quedaba con su pandilla en Vitoria —su otro gran apoyo— para tomar algo y dar un paseo haciendo paradas para hacerse fotos.

El terremoto mediático ha bajado de intensidad, pero la historia continúa. En los próximos días o semanas sabremos más.

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