En el parque natural más extenso de España hay un río de aguas limpias, rápidas y de color esmeralda que divide dos serranías acariciadas por la leyenda. El río es el Borosa y el parque el de Cazorla, Segura y Las Villas, en la provincia de Jaén.
El Borosa, como tantos otros ríos, nace con la certeza de que morirá pronto. El Guadalquivir lo embeberá cauce abajo, en el filo de un cerrado valle. Encajonado entre inexpugnables paredes de piedra, nace en el paraje conocido como de Aguas Negras. Hasta aquí llegan las nieves del invierno, y con el primer sol de la primavera el agua se precipita por calares y barrancos. El agua sale a borbotones, clara y fría, hasta dispersarse sin rumbo aparente entre una maraña de prados y roquedales. El itinerario es una continua cuesta. De los setecientos metros se asciende hasta los mil cuatrocientos entre un paisaje idílico, donde el pino negro, el madroño, la zarzamora y el rosal silvestre perfuman el camino.