Después, será el momento de lanzarnos a recorrer los alrededores, repletos de sorpresas a modo de restos patrimoniales. ¿Por ejemplo? Sorprende el inmenso Arco de San Miguel, lo único que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo de la antigua iglesia románica que un día se halló en el desaparecido pueblo de San Miguel de Mazarreros. Un reclamo que atrapa por su singularidad, ya que se encuentra, solitario, en medio del paisaje burgalés. No muy lejos, también se hallan los restos del antiguo puente romano de Trisla, por el que discurría una de las calzadas romanas más importantes.
Una visita imperdible y de lo más peculiar se halla, asimismo, a las afueras: la casa-museo del gran Salaguti, artista local autodidacta que lleva toda una vida entregado a la creación siguiendo un estilo que él mismo autodenomina como 'surrealismo fantástico'. La curiosa forma de la consturcción donde habita, que resulta una suerte de autoretrato hecho fachada, alberga una exposición de esculturas y pinturas extraordinarias con las que bucear de lleno en su particular universo. ¿Lo mejor? Con suerte, él mismo será quien nos guíe la visita.