Bardenas Reales, la belleza salvaje que ha enamorado al cine

Es fácil caer rendido ante el encanto de este parque natural declarado Reserva de la Biosfera y moldeado a capricho por la erosión de los vientos y la lluvia. Un desierto rugoso y ocre jalonado de barrancos afilados, cerros, mesetas y cortados, de una apariencia lunar. Prepárate, porque esto es todo lo que tienes que ver para descubrir las increíbles Bardenas Reales de Navarra.

Por Noelia Ferreiro

¿DÓNDE ESTÁN?

Para unos es un panorama inhóspito, para otros un espectáculo surrealista y hay quien lo asocia también con un escenario extraterrestre. Lo cierto es que a nadie deja indiferente este parque natural que bien pudiera estar en Arizona, o incluso en algún pliegue de la luna, pero que, sin embargo, se emplaza en el sur de Navarra, en las estribaciones de La Ribera, esa franja de tierra bañada por el Ebro y famosa por su rica huerta.

A unos 90 km de Pamplona, el acceso al parque se hace por el Centro de Información (bardenasreales.es) en la carretera que enlaza Tudela con Arguedas. La visita se puede realizar desde las 8 de la mañana hasta una hora antes de que anochezca.

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¿CÓMO ES ESTE PARAJE NATURAL?

Como un desierto rugoso y ocre, un paisaje árido y desnudo pero de gran belleza que ha servido de inspiración para escritores y artistas enamorados de su silencio y su naturaleza salvaje que ha sido retratada en anuncios televisivos, producciones de moda y películas como Airbag, Acción Mutante, El mundo nunca es suficiente, de la saga de James Bond o El consejero, de Ridley Scott, donde se puede ver a Brad Pitt, Cameron Díaz, Penélope Cruz y Javier Bardem desfilando por sus parajes esteparios.

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No extraña tanta admiración por este territorio que, ya desde el primer vistazo, provoca una emoción especial. A lo largo y ancho de sus 40.000 hectáreas, declaradas Reserva de la Biosfera por la Unesco, se suceden formas inverosímiles: barrancos escabrosos por los que algún día fluyó el agua, cabezos de piedra caliza, cortados de hasta 300 metros y cerros solitarios que conforman un universo desértico en lo que en el terciario -10 millones de años atrás- llegó a ser un inmenso lago.

La erosión de sus suelos de arcillas, yesos y areniscas y también la climatología extrema, con ocasionales lluvias torrenciales y vientos huracanados, son responsables de estas esculturas naturales por las que históricamente conducían sus ganados los pastores del Pirineo y que hoy recorren turistas ávidos de oxígeno y de espacios despojados.

MIRADORES A LOS QUE ASOMARSE

En un recorrido por el parque nos permite asistir a un desfile de formas y volúmenes, a un escenario insólito que cambia de color con el paso de las horas, desde el gris ceniza hasta el anaranjado, pasando por los destellos azulados que a veces le confiere el sol.

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No hay nada como apreciar este espectáculo desde una perspectiva elevada. Las mejores panorámicas se obtienen desde el Alto de Aguilares –situado a pocos minutos del Centro de Información y Acogida, un fantástico balcón completamente accesible desde donde observar la Bardena Blanca– y el Balcón de Pilatos – con las vistas más espectaculares–, miradores ambos que muestran las diferencias que existen entre unas zonas y otras: el oasis del Vedado de Eguaras, con las ruinas del castillo de Peñaflor; la Bardena Blanca, la más fotografiada, con los cabezos del Rincón del Bu; y la Bardena Negra, donde el terreno se oscurece con bosques de pino carrasco.  Otro de los miradores a los que asomarse es el de Juan Obispo.

Madrugar, por supuesto, tiene su recompensa si lo que se pretende es abordar la ruta en soledad. Pero extender la visita hasta los últimos coletazos del día también es recomendable, las luces que adquiere el paisaje con el atardecer son totalmente dramáticas. Después, ya en la noche, bajo un cielo estrellado y con el brillo de la luna, las formas caprichosas de las Bardenas Reales conducen el pensamiento a un lugar fuera de este mundo.

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¿QUÉ VER EN LAS BARDENAS REALES?

La Bardena Blanca

La más famosa y fotografiada, definida por cabezos erosionados, barrancos secos y aspecto estepario. En su parte baja existe un Polígono de Tiro que explica el vuelo de aviones militares. Se accede por el sureste, desde la carretera N-134, o por el noreste, entre las localidades de Carcastillo y Alera. Los puntos más destacados de este recorrido son Castildetierra y el Rincón del Bu, en cuyos costados se cría el búho real.

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La Bardena Negra

La zona que alberga los únicos bosques de pino carrasco, acompañados de matorral. Se halla al sur del parque, en los confines navarros, y se accede desde la carretera N-125, entre Tudela y Valareña. Este itinerario contiene la reserva natural de Caídas de la Negra, cotas como Loma Negra y ermitas como la de Sancho Abarca, entre otros hitos.

El Vedado de Eguarás

Se sitúa debajo de la meseta de La Estraza y está protegido por unas pequeñas elevaciones que lo separan del resto de las Bardenas. En su interior abunda la vegetación, por lo que constituye un oasis dentro de la zona desértica. Dentro destacan las ruinas del castillo de Peñaflor.

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¿QUÉ HACER?

Las Bardenas Reales se pueden explorar a pie, en coche o en bicicleta, aunque también existe la opción de hacerlo a caballo o en segway. Y si bien existen rutas señalizadas que marcan el camino a quienes se aventuren por cuenta propia, siempre será mejor acompañarse de un guía especializado del parque: no solo ayudará a descubrir sus rincones sino también a interpretar la vida que se esconde detrás de su inquietante desnudez. Juncos, carrizos y matorrales entre los que deambulan zorros y gatos monteses, y buenas muestras de avifauna con ejemplares tan hermosos como el búho real, que nidifica entre sus riscos, el alimoche o la alondra de Dupont.

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También existen recorridos guiados que han de reservarse en el centro de información. La Compañía de Guías de las Bardenas (turismobardenas.com) o Bardenas Explorer (bardenasexplorer.com) organizan rutas por este espacio; Nataven (nataven.es) propone recorridos en segway.

MEJOR ÉPOCA PARA VISITAR LAS BARDENAS REALES

El otoño es quizás la estación más adecuada, pasados ya los calores fuertes del verano. A mediados de septiembre tiene lugar la Sanmiguelada, cuando las Bardenas Reales aparecen invadidas por miles de ovejas. Se trata de una marcha que se remonta a la Edad Media y en la que, cada año, los pastores conducen sus rebaños desde los valles pirenaicos de Roncal y Salazar. Un ritual que no solo impacta por su imagen, más surrealista si cabe, sino que además se celebra acompañado de una degustación de migas, chistorra y vino.

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¿DÓNDE DORMIR?

Aire de Bardenas (airedebardenas.com). Galardonado con numerosos premios de arquitectura, su espectacular diseño con habitaciones-cubo independientes y su posición en medio del desierto con su romántica piscina al fondo lo convierten en un hito del lugar. El restaurante cuenta con huerto propio, en el que se cultivan los productos que llegan a su mesa. Para una experiencia original hay que alojarse en sus burbujas, un auténtico observatorio para disfrutar de las noches estrelladas del cielo de las Bardemas.

También original las Cuevas de Valtierra (lasbardenas.com/es), un singular complejo de las Cuevas Rurales Bardeneras, emplazado en el pueblo de Valtierra, junto a la entrada del parque. Son ocho casas-cueva, remodeladas y acondicionadas, que reflejan la manera tradicional de habitar la montaña de los antiguos pobladores.