Montoro, un pueblo cordobés para enamorarte del sur

Conduciendo por la autovía de Andalucía, media hora antes de llegar a la capital cordobesa, un desvío lleva hasta este bonito pueblo-mirador donde el Guadalquivir dibuja una gran curva. Además de un denso catálogo monumental de piedra rojiza, ahí al lado tiene un parque natural para perderse por la naturaleza.

Por hola.com

AMontoro se entra desde la A-4 por el paseo del Realejo. Desde este lo que aparece primero es la estampa blanca del caserío, con sus tejados morunos y sus quebradas alturas. En una curva, próximo al pilar de las Herrerías, hay un mirador donde tomar un descanso, apoyarse sobre la barandilla y observan la curva que dibuja el río. Los cronistas locales dicen que este pueblo: «Es el Toledo andaluz, la bella escondida que se cobija de miradas indiscretas a espaldas de la autovía de Andalucía».

Este pueblo cordobés ha recibido otros nombres, tantos como culturas en él vivieron. De hecho, durante cinco siglos perteneció a los reinos árabes. Con el paso del tiempo, las puertas de herradura que en otros tiempos cerraban la ciudadela, sus barrios, su medina, su judería, fueron dejando paso a iglesias altivas y casas blasonadas con escudos nobiliarios que hoy conforman un bonito conjunto histórico.

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Rodeado de olivares, Montoro fue levantada con piedra de arenisca rojiza que colorea todo su perímetro urbano. El evocador puente de las Donadas, proyectado por el arquitecto Enrique Egas, une la ciudad con la barriada de Retamar. A este lado del río hay edificios históricos como la iglesia de Santa Ana o callejas como la del Calvario, que ejerce de mirador en una ciudad de innumerables perspectivas.

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Del pilar de Santo Domingo parte la calle en cuesta que conduce hasta la plaza del Charco, el animado espacio donde se levanta la iglesia del Carmen. Por dentro, el templo muestra un retablo barroco y unas pinturas e imágenes de notable mérito. Al lado de la iglesia está el casino y dentro de él un patio de inspiración monacal. No muy lejos de aquí abre el museo de Antonio Rodríguez Luna (1910-1985), el pintor local curtido en el París y el Nueva York de vanguardias.

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EL PASEO POR LA CORREDERA

La Corredera es la calle principal de Montoro. A cualquier hora del día corre por ella el trajín y el ajetreo. Las tiendas de toda la vida se suceden unas a otras, como las casas señoriales, con balconadas de hierro forjado. En la Corredera tienen su tienda y taller los descendientes de Manuel Mohedo (mohedo.es), el veterano curtidor de pieles que desde 1850 calzó a generaciones enteras de vecinos, cazadores y monteros.

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La plaza de España, de tono rojizo e irregular, tiene acento castellano. Aquí se levanta la casa consistorial, una de las más pintorescas de la provincia cordobesa, que ocupa el antiguo palacio ducal de la Casa de Alba, del XVI. Habrá que fijarse su portada plateresca y nada más entrar, alzar la vista al espléndido artesonado mudéjar, subir las escaleras y acceder al salón de plenos para advertir la exquisitez de su techumbre.

Contiguo al ayuntamiento está el arco de la Cárcel Vieja y, presidiéndolo todo, la imponente iglesia de San Bartolomé. El templo posee un campanario esbelto, bellas capillas como la consagrada a Nuestra Señora del Rosario o a la Virgen de la Cabeza, imágenes barrocas que procesionan en las noches de la Semana Santa y una elegante sacristía renacentista.

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Ya en la plaza de Santa María encontramos el Museo Arqueológico, que ocupa el primitivo emplazamiento de la iglesia de la Mota, otro más de los atractivos que esperan en esta ciudad blanca y roja, recostada sobre la loma silenciosa que dibuja el río mayor de Andalucía.

PARQUE NATURAL DE MONTORO Y CARDEÑA

Como complemento a la visita a Montoro, al lado queda este parque natural que es una prolongación de Sierra Morena, con dehesas de encinas y alcornoques, robles, pinares o quejigos en las que encuentran refugio lobos y linces, águilas reales, buitres leonados, cerdos ibéricos y el Lynx pardinus, la joya más rara y preciada de la fauna ibérica. Verlo es muy, pero que muy complicado, pero nada cuesta, en cambio, disfrutar de sendas como la de la Vegueta del Fresno y de otros pueblos de la sierra.

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PARA DESCANSAR

En Molino La Nava, un antiguo molino aceitero cuidadosamente restaurado rodeado de olivos y con habitaciones que rinden homenaje al aceite de oliva y un precioso patio con piscina. Con estilo y encanto, el alojamiento Olivetum Colina, rodeado de olivos.

PARA DISFRUTAR A LA MESA

En la misma plaza de España, en el restaurante Casa Jose (tabernacasajose.com), que ofrece cocina tradicional de aires renovados. Y también gastronomía cordobesa, en Sol Zapatilla (restaurantesolzapatilla.com), con espectaculares vistas al río y al pueblo.

Y una visita a Montoro no se concibe sin comprar su aceite de oliva virgen extra, de la Denominación de Origen Montoro-Adamuz, uno de los más ricos en agentes antioxidantes naturales del mundo. Los podemos encontrar en Aceite Campolio (aceitecampolio.com), en la Cooperativa Olivarera de Montoro (Virgen de Gracia, 5) o en la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de la Merced (Ctra. Bujalance)

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