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Zermatt, un pueblo con mucho glamour en los Alpes suizos (y sin coches)

Ya solo el viaje en tren hasta Zermatt por el valle del Valais merecería la pena aunque no se bajara en la última estación, porque en el camino se descubren cascadas y pueblecitos encantadores. Pero es que, además, Zermatt es un pueblo de postal rodeado de montañas y que se enorgullece de permanecer libre de coches. ¿A que te entran ganas de descubrirlo?

by JUAN MANUEL BERMEJO

Rodeada de 360 kilómetros de pistas y bien surtida de boutiques, restaurantes y hoteles de lujo, Zermatt podría confundirse con otros ‘Mónacos’ de las alturas que salpican los Alpes. Sin embargo, la presencia imponente del monte Matterhorn (Cervino en italiano), que se divisa desde sus calles (como el castillo de un señor feudal) y del resto de cuatromiles que rodean la localidad suiza le aporta un poso aventurero y salvaje del que carecen otros clásicos alpinos. 

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En Zermatt conviven varios mundos que se suceden en diferentes niveles. El pueblo es encantador, tradicional y confortable, una mezcla que los suizos dominan con maestría, y además un apetecible hogar al que volver tras un largo día de esquí. Sobre él, en las praderas que cubren la parte alta del valle, se descubre la faceta más fascinante de este mundo de nieve que, a partir de la primavera, se convierte en una agradable campiña atravesada por senderos y salpicada de pequeños lagos y chalets donde el pastoreo tradicional de las ovejas de morro negro convive con algunos de los mejores restaurantes de los Alpes.

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Una buena opción para aproximarse a este otro mundo es tomar, en las orillas del lechoso río Vispa que atraviesa Zermatt, el funicular subterráneo de Sunnegga, que sube más allá de los 2.000 metros. Es solo el primer escalón, pero las vistas ya son inolvidables. Capturar el reflejo del Matterhorn en el pequeño lago de Leisee bien merece un paseo que puede completarse con un almuerzo en Chez Vrony o en Findlerhof, clásicos de la restauración alpina, antes de regresar a pie hasta Zermatt a tiempo para ver y ser vistos en la Bahnoffstrasse, la calle principal que se anima al atardecer.

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Como alternativa, un par de teleféricos más desde Sunnegga permiten saltar al siguiente escalón, ya superados los 3.000 metros, en el Rothorn y empezar a mirar casi de tú a tú a los 38 cuatromiles que nos rodean

Con decenas de funiculares, telecabinas o telesillas comunicando los diferentes valles, picos y glaciares que conforman la megaestación de Matterhorn Ski Paradise, las posibilidades para el senderismo en altura son prácticamente ilimitadas. Más de 400 kilómetros de senderos señalizados ofrecen aventuras para todos los gustos, desde suaves bajadas por los bosques que rodean Zermatt a ambiciosas ascensiones a los picos más asequibles o travesías de invierno con raquetas de nieve. La zona es también un paraíso para el ciclismo de montaña, que se beneficia de numerosos remontes que permiten el transporte de las bicicletas. 

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Pero, por supuesto, el deporte estrella en Zermatt es el esquí. La estación, que está conectada con su vecina italiana, Cervinia, es ideal para esquiadores experimentados que disfrutarán de largas pistas escénicas e innumerables oportunidades para el fuera de pista, pero atiende otras necesidades con zonas familiares, snowparks y hasta las denominadas slow-slopes, que permiten a principiantes y esquiadores tranquilos bajar a ritmos pausados. Pero quizá la mayor singularidad de la estación es la posibilidad de esquiar 365 días al año gracias a su glaciar en el Matterhorn Glacier Paradise, al que se accede desde el funicular del Klein Matterhorn, a 3.883 metros de altura. Es el área de esquí estival más grande del mundo (21 km de pistas) y eso atrae como un imán.

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GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR

El aeropuerto de Berna, a solo 125 kilómetros, es el más cercano a Zermatt, pero al no haber vuelos directos no es la mejor opción. En cambio, tanto Ginebra como Zúrich, que se encuentran casi equidistantes, a 232 y 249 kilómetros respectivamente, están muy bien comunicadas con Madrid y Barcelona con vuelos directos y a precios muy competitivos. Desde ambos aeropuertos es posible llegar a Zermatt tras unas cuatro horas (media hora menos desde Zúrich) de placentero trayecto ferroviario.

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Quienes viajen en coche tendrán que dejarlo en alguno de los aparcamientos del cercano pueblo de Täsch y recorrer en tren lanzadera los últimos cinco kilómetros. Y los que tengan tanta prisa como dinero pueden acceder en helicóptero. La agencia Suizavacaciones (suizavacaciones.com) organiza viajes para todos los gustos a la zona y además es distribuidor oficial del Swiss Travel System (billetes de tren, autobús y barco).

CÓMO MOVERTE

Si se quiere disfrutar del maravilloso entorno natural que rodea Zermatt, y aunque no se vaya a esquiar, es aconsejable adquirir alguno de los pases que permiten el uso de los distintos funiculares, telecabinas y remontes que comunican los distintos valles y cotas. Una buena opción para senderistas y ciclistas es el Peak Pass (no válido para esquiadores), que permite su uso ilimitado por un período de uno a 30 días. Aunque su precio pueda parecer elevado, que lo es, se amortiza en seguida dado el coste por trayecto. Tanto el forfait de esquí como el acceso a los remontes son gratuitos para los menores de nueve años.

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La bicicleta es otro medio de transporte ideal. Numerosos establecimientos las alquilan para desplazarse por el pueblo o hacer excursiones por sus más de 100 kilómetros de itinerarios señalizados y aptos para los distintos niveles. Las bicis e pueden subir en algunos de los remontes mecánicos con un recargo sobre el precio. Además, existe una extensa red de hoteles y restaurantes que proporcionan apoyo a los ciclistas. La propia localidad de Zermatt puede recorrerse fácilmente a pie aunque existe una pequeña flota de taxis y autobuses eléctricos.

DÓNDE DORMIR

En Zermatt, en históricos grands hotels como el Mont Cervin Palace (montcervinpalace.ch), que lleva mimando a sus huéspedes en el lujo más absoluto desde 1855, o el Romantikhotel Julen (julen.com), que desde 1937 muestra el buen hacer de la hostelería suiza. También hoteles originales de muy alto nivel como el Omnia (the-omnia.com), un ejercicio de estilo y diseño colgado en la roca sobre la ciudad al que se accede mediante un túnel y un ascensor. Por último, otra opción muy apreciada por los viajeros es alojarse en alguno de los múltiples chalets alpinos que se alquilan y que hacen la experiencia más entrañable, o más cómoda si se viaja en familia o con un grupo de amigos.

DÓNDE COMER

Nada más reconfortante que una fondue y una copa de buen vino al calor de una chimenea después de pasar todo el día en las pistas. Esto, y mucho más, es lo que ofrecen los famosos restaurantes de montaña de Zermatt. En el cuidadísimo Chez Vrony (chezvrony.ch), Max y Vrony (nieta de la Vrony fundadora, que fue además la primera mujer en escalar el Matterhorn) acogen cada temporada a fieles clientes que se acercan a probar sus carnes curadas o el queso que producen con la leche de las vacas que pastan junto al chalet. Su estilosa cocina combina a la perfección con el vino Heida, uno de los cultivados a mayor altura. En Findlerhof (findlerhof.ch) maridan sus excelentes raviolis de requesón y hierbas de montaña con vino elaborado a partir de la uva alpina Cornelin. En After Seven (seven.ch) del ecléctico Backstage Hotel Vernissage, el chef suizo Ivo Adam realiza fusiones más arriesgadas alrededor de su cocina abierta que le han valido su segunda estrella Michelin. 

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