Guillermo, Kate, George, Charlotte y Louis de Cambridge han dado un paso adelante en su vida institucional

¿Por qué los Cambridge han sido los protagonistas absolutos del Jubileo de Platino y cómo afecta esto al príncipe Carlos?

Las celebraciones han terminado sin que Isabel II y el príncipe heredero protagonizaran un momento a solas que pasara a la historia

Por Sira Acosta

Isabel II tomando el té con el osito Paddington, Louis de Cambridge poniendo a prueba la paciencia de su madre y un ambiente festivo y multitudinario por las calles de Londres. Esto es lo que se recordará de los cuatro días de fiesta que se acaban de celebrar en el Reino Unido por los 70 años de la soberana británica en el trono. El Jubileo de Platino ha sido, además de una forma de mirar al pasado. el pistoletazo de salida de cara al futuro, ya que tanto Isabel II como la institución trabajan para garantizar el relevo generacional y la supervivencia de la monarquía en el país. En ese sentido, lo previsible era que el príncipe Carlos se convirtiera en el otro gran protagonista de las celebraciones, sin embargo, analizando el resultado de estos intensos días de jubileo, han sido los Cambridge al completo los grandes beneficiados en cuanto a imagen y popularidad.

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Hay varios factores a la hora de observar el papel del primero (el príncipe Carlos) y del segundo (el príncipe Guillermo) en la línea sucesoria al trono británico: por un lado, está la jerarquía, unas reglas inamovibles que marcan el peso institucional de cada uno, y, por otro, la popularidad, clave para la continuidad de su dinastía en contextos democráticos. El desafío es que no siempre la jerarquía y la popularidad caminan de la mano, lo cual ha sido una constante en la larguísima vida como heredero del príncipe Carlos; primero eclipsado a ratos por su hermano Andrés, después a la sombra de Diana y en los últimos años presenciando como su hijo, con Kate a su lado, se convertía en la joya más brillante de la Corona. Una posición de favorito que se consolidó tras la salida del príncipe Harry de la institución.

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Examinando la agenda de estos cuatro días sobresale un hecho: los Cambridge han tenido más actos públicos que Carlos y Camilla, han acaparado más atención y han afianzado más su papel. Un 77% de los británicos, según la reciente encuesta de YouGov, opinan que Guillermo sería mejor rey que Carlos, de hecho, después de Isabel II, que es la más popular de la familia, está Guillermo, después Kate, la princesa Ana y tras ellas el príncipe Carlos. En esta maniobra de posicionamiento de los Cambridge hay un ingrediente clave: la presencia de los niños al lado de Isabel II en el balcón de Buckingham y en todas las celebraciones en general. El pasado marzo hicieron un ensayo general y fue todo un éxito, cuando George y Charlotte aparecieron por sorpresa en la Abadía de Westminster, y ahora, en el jubileo, han ido un paso más allá, siendo los únicos bisnietos al lado de la Reina, haciendo su primera visita oficial a Gales (lugar del que desciende el título que algún día ostentará Guillermo) e incorporando al pequeño Louis, una revelación que ha gustado a todos por su espontaneidad. Los hermanos Cambridge fueron protagonistas tres de los cuatro días de fiesta; especialmente intenso fue el sábado cuando fueron de Londres a Cardiff por la mañana, hicieron galletas para el jubileo por la tarde y se sentaron en primera fila del concierto de dos horas y media por la noche. Un plan, el de presenciar un largo espectáculo, que repitieron al día siguiente durante el desfile, justo antes de volver al balcón al lado de su bisabuela. 

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Otro factor a tener en cuenta es el de la competencia. La familia real inglesa es una de las más cooperativas, es decir, intervienen muchos "actores" en la institución, pero no lo hacen como un único equipo, operan desde oficinas separadas que compiten entre sí para obtener la máxima cobertura posible y que esa cobertura sea positiva, de modo que las agendas van por libre, se programa, se contraprograma y se producen apariciones inesperadas. El sábado del jubileo era imposible competir contra los Cambridge presentes con sus hijos en tres actos distintos, pero todo apuntaba, de hecho así constaba en la agenda oficial, que el domingo sería el gran día de Carlos, como anfitrión de la comida vecinal que se celebraba en el estadio de críquet de Londres, sin embargo, los duques de Cambridge aparecieron por sorpresa (así lo recoge la prensa inglesa, que no los esperaba) en Ladbroke Grove donde estuvieron charlando y tomando café con los vecinos.

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En un país en cuyas encuestas la monarquía es la cuarta razón por la que sentirse orgulloso de ser británico (detrás del servicio nacional de salud, de la naturaleza, de la historia y por delante de las leyes de libertad de expresión), el príncipe Guillermo ha ido elevando su popularidad de forma progresiva y su historia de amor con Kate, una chica de clase media que ha resultado ser la "rosa inglesa" perfecta, ha sido clave, ya que la duquesa de Cambridge se ha convertido en la princesa británica mejor valorada y con más influencia, dentro y fuera del Reino Unido. La llegada de George, Charlotte y Louis sirvieron para mostrar además una faceta nueva de Guillermo como padre cariñoso, cercano y distinto.

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El divertido comentario del príncipe George a su hermana Charlotte en el balcón

Un ejemplo, cuando Carlos y Diana viajaron a Australia en 1983, un periodista les preguntó cuál era el juguete favorito de Guillermo, que entonces tenía 9 meses, el príncipe Carlos se quedó callado, no sabía contestar, miró a su mujer y ella intervino. Eso nunca le ha pasado a Guillermo, él siempre tiene respuesta a esas preguntas, sabe qué dibujos ven y cuál es el plato favorito de cada uno de ellos. Por otro lado, Guillermo también habla de sus miedos y de sus episodios de ansiedad, y así hasta representar un modelo de masculinidad distinta, menos tradicional y más igualitaria. Esto parece que gusta sobre todo a las nuevas generaciones, ya que su popularidad sube a medida que baja la edad de los encuestados. Quizá sea esto, la distancia con las nuevas generaciones, lo que más factura le pasa a Carlos, que tiene 73 años y lleva 69 siendo heredero, un príncipe atrapado entre dos tiempos marcado ya por una escenario en el que cuatro generaciones buscan un sitio. 

Durante los cuatro días de fiesta la Reina salió en público en tres ocasiones, en las tres estuvo presente el príncipe Guillermo. Tanto en la primera como en la última, el inicio y el final de las celebraciones, cuando Isabel II salió al balcón del palacio de Buckingham acompañada de Carlos, Camilla y los Cambridge, nadie pudo competir contra el show de Louis, haciendo de niño de cuatro años al lado de los siempre formales George y Charlotte."Lo hemos pasado realmente bien, especialmente Louis", escribieron los duques de Cambridge en sus redes sociales conscientes de que el pequeño se había convertido en el personaje del momento con sus apariciones entusiastas, la locuacidad de sus gestos, cariñoso y explosivo.

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En medio de los fastos, la Reina solo apareció una vez, fue durante el encendido de luces en su honor, ella estaba en el Castillo de Windsor mientras Guillermo le representaba en el Palacio de Buckingham. Si bien es cierto que Isabel II ha despejado del camino de Carlos los asuntos familiares más polémicos, también es obvio que las celebraciones han terminado sin que madre e hijo protagonizaran un momento a solas que pasara a la historia, que fuera recordado y se tomara como un símbolo de continuidad, un nexo de unión entre dos reinados, de modo que detrás del heredero, siempre brilla con fuerza la presencia del siguiente heredero.