En la cama©GettyImages

Neurodesarrollo

Así puedes entrenar las habilidades emocionales y cognitivas de tu hijo, según la neurociencia

Desde el instante mismo en el que nacen, nuestro papel como madres o padres, es esencial para su bienestar físico, emocional e intelectual a lo largo de toda su vida

Si hay un deseo que todos los padres comparten sobre sus hijos, ese es que sean felices (además, por supuesto, de que gocen de buena salud). Lo que viene detrás es que se formen, que aprovechen todas sus capacidades y (¿por qué no decirlo abiertamente?) que brillen. Que brillen en todos los ámbitos de su vida, personal, académica y profesional. La buena noticia es que podemos ayudarles a que lo logren, si bien las bases hay que sentarlas desde el instante mismo en el que nacen e, incluso, desde que están en el vientre materno. Y no, no es necesario medidas extraordinarias ni recursos inalcanzables; está en la mano de cualquier madre o madre favorecer el desarrollo feliz del cerebro de sus hijos. No lo decimos nosotros, lo dice la neurociencia.

La ingeniera química y trainer cerebral Ana Ibáñez, directora de los centros MindStudio (mindstudio.es) y autora de Sorprende a tu mente (Planeta), nos ha detallado, en una charla de lo más fructífera organizada por Suavinex en el centro de MindStudio del madrileño barrio de Salamanca, cómo podemos entrenar el cerebro de los niños desde que son bebés, incluso recién nacidos, para potenciar todas sus habilidades emocionales y cognitivas. Y, como decíamos, es mucho más sencillo de lo que cabría imaginar, pero es necesario tomar consciencia de ello para obtener mejores resultados. Estas pautas son las siguientes:

1º Darles seguridad

El primer paso es “apoyarnos en aquello que nos dé seguridad a nosotras” como madres. Hemos de tener muy claro que “la naturaleza, nuestra biología, es tremendamente sabia y que, desde el momento en el que una mujer se queda embarazada, empiezan a ocurrir una serie de cambios que te preparan para ese momento”, apunta Ibáñez, que subraya que esos cambios se dan también “a nivel psicológico”: “no tienes por qué saber ser madre”. Explica que la biología dota “al cerebro humano femenino de una intuición maravillosa y de la capacidad de amar sin límites a sus hijos”. En definitiva; toda mujer sabe ser madre por naturaleza.

Eso es lo que ha permitido que las mujeres críen de manera adecuada a sus bebés desde el comienzo mismo de la historia de la Humanidad y que ahora, a veces, se pierde por un exceso de información y por el ritmo de vida actual. “Tenemos que dejar que brille” esa intuición, aconseja la experta. Para ello, hemos de sentirnos seguras de nostras mismas “porque nuestra seguridad es la que transmitimos directamente a nuestros bebés, que tienen, cuando nacen, una capacidad de percepción extraordinaria”.

Y esta es la primera clave para el desarrollo del cerebro de un recién nacido: “le tenemos que alimentar de seguridad para que su sistema nervioso se calme”, asegura. “Una vez que su sistema nervioso esté tranquilo, los procesos cerebrales que van a pasar después (maduración cerebral) van a ir mucho mejor”. Y esto es así porque, “la capacidad que tiene el cerebro de un bebé cuando nace de adaptarse y de ir aprendiendo cosas es extraordinaria. Es la más alta que va a tener nunca una persona en su vida”.

-¿Cómo proporcionarle esa seguridad?

Cogiéndolo en brazos, acariciándolo, atendiendo a sus necesidades primarias (alimentación, sueño, higiene…) y respondiendo al llanto. Y, en este sentido, ¿por qué no ofrecerle un chupete al bebé? “Si me preguntáis a mí en lo que yo sé y en lo que a mí me importa a nivel cerebral, me parece importantísimo que nosotros podamos darle seguridad a un bebé que llora porque ahora sabemos que con el acto innato de chupar está liberando serotonina, que es necesaria en ese momento porque el nacimiento es, posiblemente, uno de los momentos más duros que vivimos. Nacer es brusco y ellos tienen que aprender a buscar el confort (biológicamente, chupar)”. Al permitir que chupen, “le estás dando seguridad a su cerebro”. De lo contrario, “su sistema nervioso se queda buscando, se queda alerta”.

No todas las mujeres dan el pecho a sus bebés, ya sea por una cuestión física o por decisión propia, de modo que proporcionarles un chupete adaptado a su edad es una alternativa en este sentido. Ibáñez lo recomienda hasta en bebés prematuros.

Madre hace piel con pien con su bebé recién nacido©GettyImages

2º Proporcionarles amor (el poder de la sincronicidad cerebral)

El amor también es una cuestión biológica, según indica la trainer cerebral. Viene dado por “la oxitocina, esa que llaman la molécula o la hormona del amor. Las madres somos las maestras de oxitocina de nuestros bebés”. Ibáñez detalla que, “cuando estamos en las primeras etapas cerca de ellos, ellos empiezan a vibrar como nosotros; es decir, hay una cosa que en neurociencia se llama sincronicidad cerebral, y es que cuando tú estás al lado de una persona con la que hay un vínculo fuerte, tus patrones cerebrales empiezan a parecerse. ¿Qué quiere decir esto con un bebé y una madre? Pues que ese patrón amoroso hace esta conexión y se empieza a solapar”.

Y aquí se produce también un proceso químico: “Somos seres que emitimos energía todo el tiempo y el campo electromagnético de nuestro corazón es 50.000 veces mayor que el del cerebro”. Por eso es tan importante colocar a nuestro bebé cerca de nuestro corazón, le demos o no el pecho, porque “le estamos enchufando amor por todos los poros y eso es lo que su cerebro necesita para sentirse seguro y amado, dos necesidades con las que el bebé nace por supervivencia”.

3º El papel del apego seguro y el sueño infantil

“Algo muy interesante a nivel cerebral es un apego seguro”, que aparece de manera natural cuando proporcionamos a nuestro hijo la seguridad y el amor de los que hablábamos. En la práctica, el apego seguro se traduce en “sentirte ahí aunque tú no estés”. Y esto el cerebro lo va entendiendo y asimilando por la noche; por eso, “el mejor regalo que le podemos hacer a un bebé y a un cerebro infantil es que su cerebro acepte una buena rutina de sueño”.

Cómo lograr que nuestro hijo adquiera una adecuada rutina de sueño es un trabajo a parte que puede costar más o menos en función del niño y, sin entrar en detalles de cómo hacer ese trabajo para enseñarles a dormir, lo que Ibáñez aconseja es contar hasta diez cuando les oímos llorar o revolverse por la noche antes de acudir a la cuna o a su cama para atenderlo. Esto tiene una explicación: “el cerebro del niño está probando cosas, está en un proceso de formación”. En cierto modo, está aprendiendo que se puede quedar solo y tranquilo y que no va a pasar nada; “su cerebro está haciendo el radar de supervivencia, a ver qué ocurre aquí”. Si mamá o papá acude corriendo, su cerebro puede interpretar que no está seguro solo. Por eso “yo siempre animo a que a dejarles hacer, es decir, que su cerebro haga ese esfuerzo de sentirse acompañado aunque tú no estés”.

“Por supuesto, estamos hablando pasando los tres meses o el tiempo que queráis para sacarles de al lado vuestro”, recalca la experta. En cualquier caso, dice, “el quid de la cuestión aquí radica en que tu bebé sienta que tú eres la primera que estás muy segura de dejarle ahí porque sabes que va a estar bien”.

 

4º Favorecer su autonomía

“Cerebralmente, la siguiente etapa es fundamental y tiene que ver con la autoestima de las personas”. Para moldear una correcta autoestima, la base son los pasos anteriores (seguridad, amor y apego seguro), pero podemos enriquecerla enormemente a medida que son más mayorcitos: “los 3 años es una buena edad para empezar a darles un poco de autonomía y de capacidad de diseñar ellos mismos sus procesos”. Que vayan adquiriendo autonomía y sintiéndose capaces de hacer determinadas tareas en función de su edad, es el mejor empujón para fortalecer su autoestima. “Hay un montón de mensajes subliminales cuando haces esto”.

Dentro de la autonomía, la trainer cerebral recalca los beneficios de fomentar el autocuidado desde muy corta edad. Y no solo se refiere a que se laven o a que se peinen ellos solos (que también), sino a, por ejemplo, convertir el momento del baño en algo placentero: “ese momento es fascinante porque porque hay agua y porque a nivel sensorial están ocurriendo muchas cosas”.

Esa información, para el cerebro, es clave. “Nuestro cerebro, que tiene guardada tanta información emocional asociada a lo sensorial, está guardando el agua calentita, que le recuerda al útero materno: baño, agua calentita, útero materno, cuidado, bienestar, tranquilidad... Cuando formas parte de eso y, desde niño, ves que esa rutina es algo que te gusta, de adulto vas a seguir cuidando esto”. Por el contrario, “si de niño has aprendido que el cuidarte es una cosa rápida, simplemente algo que hay que hacer, de adulto te cuidarás menos”. Y el autocuidado es, como bien sabemos y como recuerda Ana Ibáñez, “fundamental dentro de la autoestima”.

Con estas cuatro pautas o pilares básicos, el cerebro del niño se desarrollará de manera adecuada. Si la necesidad emocional está cubierta, podrán desarrollarse otras áreas relacionadas con habilidades cognitivas, como la atención o la memoria -tan necesarias de cara al éxito académico- e influirá enormemente en el comportamiento y la conducta del niño. De hecho, nos cuenta que, con niños con problemas de atención, el entrenamiento cerebral que llevan a cabo en primer lugar es el de proporcionar calma, el de calmar al cerebro. A partir de ahí, viene todo lo demás.