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Educación

¿Niños más inteligentes por aprender idiomas? Sí, y te explicamos por qué

Ya sabemos que hablar al menos un segundo idioma es un ‘must’ del que nuestros hijos no pueden prescindir de cara al día que se enfrenten al mercado laboral, pero es que además influye directamente en el desarrollo de su cerebro

Aprender, como mínimo, un segundo idioma es básico. Ya sabemos que es algo de lo que no pueden prescindir nuestros hijos para el día que se enfrenten al mercado laboral y que cuanto antes se expongan a él, más sencillo les resultará al estar su estructura cognitiva en plena maduración. También se ha informado mucho acerca de que los niños que son bilingües tienen mayor facilidad para aprender un tercer idioma, pero va mucho más allá. “Los conocimientos adquiridos en los primeros años de un estudiante nunca se olvidan”, como recalca Emma Duffy, Head of Early Years en Hastings School. “Le ayudan a desarrollar áreas de aprendizaje de una manera más rápida y consolidada que si no se expusiera al niño frente a este gran reto de aprendizaje”, pero es que, además, los beneficios para el niño de aprender otro idioma en sus primeros años de vida repercute directamente en el desarrollo de su cerebro e incluso en ciertos aspectos de su salud a edades avanzadas.

Beneficios de aprender un segundo idioma en los primeros años de vida

  • “Una correlación positiva con el desarrollo cognitivo”. Su cerebro genera más materia gris, sustancia en la que se concentran las neuronas y que se considera directamente ligada a la inteligencia de un individuo.
  • Menor riesgo de padecer alzheimer y demencia. Para funcionar correctamente, esta materia gris requiere de la materia blanca; entre ambas sustancias se establecen una serie de conexiones en las que se organizan funciones superiores como la memoria o el lenguaje. Hablar dos idiomas hace que la materia blanca se conserve mejor en la tercera edad. “Hay innumerables estudios tratando este aspecto”, informa Duffy, que alude a la revista científica Neurología, en la que se analizan diez estudios, de los cuales siete “sugieren una relación significativamente positiva entre bilingüismo y Alzheimer”. Por tanto, “este hecho podría indicarnos que podría haber menor riesgo de padecerlo o incluso retrasar los síntomas”. “Lo que sí que debemos tener muy presente es que, cuanto más desarrollemos nuestras habilidades cognitivas, como la memoria, más retrasaremos el envejecimiento del cerebro y sus consecuencias directas”.
  • Potencia el pensamiento crítico. Aprender más de un idioma ayuda a potenciar la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la capacidad de escucha; facilita, en definitiva, la capacidad de aprendizaje.
  • Mayor capacidad de concentración. Hablar una segunda lengua, además de la materna, también “puede ayudar a mejorar la memoria, la concentración y la capacidad multitarea del niño”. En consecuencia, le aporta más herramientas; de este modo, “los niños bilingües mejoran en lectura, escritura y matemáticas, y suelen sacar mejores notas en los exámenes estandarizados”.
  • Más creatividad. Como resultado de todo lo anterior, “aprender una segunda lengua aumenta la creatividad y la flexibilidad mental”
  • Impacto positivo en la salud mental. Consecuencia directa de todo lo señalado, especialmente lo referente a una mayor capacidad de resolución de problemas y de aprendizaje, favorece una mayor estabilidad de la salud mental del niño, tanto en su infancia y adolescencia, como en la adultez.
Centro de Educación británica en Madrid©Hastings School

¿Cómo sumergir a un niño pequeño en un segundo idioma si sus padres no lo hablan?

“Si los padres no se sienten cómodos hablando con su hijo en inglés” o en cualquier otro idioma, pueden buscar otras muchas opciones para ayudarles a sumergirse de lleno en él. Lo primero es buscar un centro educativo en el que se hable esa lengua; en este sentido, Emma Duffy apunta a lo que hacen en el suyo: “en Hastings School, los niños tienen una inmersión total en el inglés desde el primer día” porque “esto garantiza que los niños desarrollen una sólida comprensión del idioma antes de empezar a hablarlo”.

Otra opción es acudir a “un amigo o una niñera que sepa hablar inglés y pueda jugar e interactuar con el niño de forma divertida”. Si esto no es viable, lo recomendable es que los padres busquen otras vías al alcance de todos para exponer a sus hijos a ese segundo idioma. “Esto puede incluir escuchar cuentos, audiolibros o música, ver la televisión y la asistencia del niño a actividades extraescolares o citas lúdicas para jugar en inglés”.