Problemas con niños de dos años en el sueño infantil.©Istock

Sueño infantil

Si tu hijo tiene dos años y aún no sigue una rutina de sueño saludable, ¡aún hay esperanza!

No desesperes, si a tu hijo le cuesta eso de dormir ‘toda la noche del tirón’, cualquier edad es buena para ponerse manos a la obra y conseguir que descanse todo lo necesario.

Con la llegada del otoño y el inminente cambio de hora, a todos nos cuesta volver a la rutina, al horario de invierno y, a los pequeños de la casa, mucho más. Lo notaremos especialmente a la hora de irse a la cama, sobre todo, si además no hemos conseguido afianzar una buena rutina de sueño, uno de las principales preocupaciones de las familias. Así nos lo confirma Laura Pazos, psicóloga especializada en sueño infantil que acaba de publicar Dormir sin miedo (timunmas), su primer cuento ilustrado creado con la intención de ayudar a todas las familias a establecer rituales antes de llevar a los niños a la cama, para que descansen mejor.

De acuerdo con los últimos estudios, nos explica, “los niños pasan un 40% de su infancia durmiendo, por lo que el sueño es un nutriente vital como lo es la alimentación”. Por tanto, cuanto antes la lleven bien, mejor. Sin embargo, hay niños que no lo consiguen y, cuando llegan a los dos años, se complica aún más, sobe todo, si todavía no lo habíamos conseguido: “empiezan a aparecer los miedos y las pesadillas”. Entonces, ¿estamos perdidos? No, en absoluto, aún hay tiempo de lograrlo.

¿Existe una edad idónea para establecer una rutina de sueño?

A la hora de saber cuándo comenzar a forzar una hora para irse a dormir, nos explica la experta, “nuestra recomendación es empezar siempre desde el mismo nacimiento, aunque no sea con una rutina en sí, pero que exista cierto orden”. Con los bebés de más de seis meses, sin embargo, “ya podremos organizar el día con una rutina”. Y no solo referente al sueño, sino que debe consistir, nos dice, “en ordenar el día con acciones que suceden aproximadamente a las mismas horas”. El desayuno, comer, la siesta, cenar, darse un baño e irse a dormir. Antes de esta edad, no hay que agobiarse, ya que en los menores de seis meses, “el sueño y la alimentación son todavía un poco erráticos, por lo que nuestra recomendación no es crear esa rutina, sino hacer rituales”. Es decir, realizar una serie de pasos que se repetirán siempre en el mismo orden, pero sin tener que estar sujetos a una hora concreta.

Por tanto, los seis meses es el punto de partida que nos recomienda la experta para comenzar. Ahora bien, esto no significa conseguir afianzar nuestro objetivo. De hecho, se necesita mucha paciencia y superar, por ejemplo, circunstancias exteras como puede ser el verano o las vacaciones, así como la aparición de los terrores nocturnos o pesadillas, algo que aparece alrededor de los dos años.

Factores a tener en cuenta a los dos años de edad

El sueño es evolutivo, sin duda, lo que quiere decir que evoluciona con el desarrollo cerebral de los niños. A partir de los dos años, nos explica la experta, “adquieren la capacidad de imaginar y, con ello, vienen los seres imaginarios que desencadenarán los principales miedos de esta etapa”. De ahí que lleguen con ellos los temidos terrores nocturnos, y nos planteemos que, sino hemos conseguido aún una rutina de sueño saludable, no lo haremos nunca. Sin embargo, debes saber que estos temores y miedos también son evolutivos y, de hecho, muy comunes y normales.

De hecho, nos explica la experta, “las rutinas de sueño son beneficiosas para todas las edades, incluso si tu hijo ya tiene dos años, porque se convierten en un guión para el cuerpo, para predisponerlo poco a poco al descanso para poder conciliar el sueño a la hora deseada”. Ahora bien, si tu hijo ha cumplido los dos años, quizás se complique un poco más si aún no lo has conseguido o, lo que creías conseguido, parece que se va al traste. Por tanto, a la pérdida o no consecución de la rutina de sueño, se suman a los dos años los terrores y las pesadillas.

¿Qué es lo que ocurre cuando me salto las rutinas una y otra vez?

El primer factor que suele impedir el establecimiento de una rutina de sueño clara llegados a los dos años es el no haber insistido en ella de manera continuada y constante. Como hemos visto, las vacaciones o el verano pueden ser momentos que jueguen en contra. Durante ellos, es muy probable que nos salgamos de esa rutina diaria que estamos tratand ode inculcar y, aunque es “algo que es sano para todos”, puede estropear nuestro trabajo. Por ello, nos dice, lo que debemos intentar “es no salirnos de ella durante demasiado tiempo, porque puede traer dificultades de comportamiento en los más pequeños por falta de una estructura clara”.

Y, lejos de lo que podamos pensar, “tan fácil es perderla, como de recuperarla”, siempre que seamos graduales, vayamos poco a poco y ajustemos horarios en tramos, por ejemplo, de veinte minutos durante tres días seguidos. Tratar de hacerlo de golpe, nos explica, “puede traer consigo dificultades como irritabilidad”. Algo que es muy habitual una vez nuestro hijo se acerca a los 18 meses y llegan esas temidas rabietas o a los dos años, con los miedos y terrores nocturnos. ¿Estamos entonces perdidos?

¿Qué es lo que suele ocurrir si tienen miedo?

  • Aparecen dificultades para conciliar el sueño.
  • Habrá despertares por pesadillas en el último tercio de la noche (fase REM, que es cuando soñamos).
  • Se despertarán muy agitados, frecuentemente sudando y llorando.

En la mayoría de los casos, nos dice, nos contará qué era lo que estaba sucediendo y los padres tendremos la capacidad de tranquilizar al niño. Por lo tanto, la rutina para irse a la cama y conciliar el sueño no se vería afectada, sino que se rompería al final de la noche.

¿Qué ocurre cuando existen terrores nocturnos?

En este caso, los problemas aparecen en el primer tercio de la noche, la fase no REM, con episodios de gritos, llantos y comportamientos agresivos. El niño no tiene por qué estar despierto, “sino que está en una especie de ensoñación y no atenderá ni al nombre ni a ninguna acción por nuestra parte”. En esta caso, no es que el niño haya perdido la rutina de sueño, y “nuestro papel se centrará en supervisar que no se haga daño y en que se vuelva a dormir una vez el episodio pase, que puede ser en dos minutos o alargarse hasta los veinte minutos”.

Buenas prácticas para establecer una buena rutina de sueño a partir de los dos años

En estos dos últimos casos, en los que existen los miedos y terrores, además de un no afianzamiento de la rutina de sueño, nos dice la experta, “nuestra recomendación es seguir un horario adecuado a las necesidades de su edad, tanto del descanso como de las comidas”. Además, la última parte del día se debe hacer de forma tranquila y relajada, “tanto en el tipo de actividades que hacemos como en el ambiente en el que las realicemos (debe haber música y luces suaves, sin uso de pantallas, al menos, dos horas antes de dormir)”. Si debe haber flexibilidad, que sea “de no más de una hora, para no desvirtuar la estructura conseguida”.

Uno de los grandes aliados suelen ser los cuentos, en lo que a niños respecta, “porque son el compañero estupendo para irse a dormir: ayudan a bajar revoluciones, crean un momento de conexión en familia y, eligiendo un buen título, sirven para elaborar cualquier hito evolutivo por el que esté transitando nuestro pequeño”. Esto y la paciencia, mucha paciencia. Ten en cuenta, nos dice, “que los nuevos hábitos tardan en establecerse alrededor de un mes y las rutinas no son una excepción”. Para ello, finaliza, “se deben trabajar con constancia, coherencia y consistencia”.

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