Joven comiendo hamburguesa©AdobeStock

Salud

El hígado graso aumenta entre los adolescentes con sobrepeso, ¿por qué debemos preocuparnos?

Según cifras recientes, 8 de cada 10 jóvenes con sobrepeso padecen hígado graso, con el consecuente riesgo de desarrollar una cirrosis a edades tempranas. Un dato que nos hace reflexionar sobre la alimentación y hábitos saludables de nuestros jóvenes, ¿debemos preocuparnos?

Según un estudio reciente el 80% de los jóvenes con sobrepeso presenta hígado graso. La Asociación Española del Estudio del Hígado (AEEH) advertía de este dato en uno de sus últimos Congresos, dando especial relevancia alavance imparable entre los adolescentes.

Y es que la importancia de un buen cuidado del hígado es vital ya que es “el órgano de mayor tamaño de nuestro cuerpo que interviene en funciones tan importantes como la formación de proteínas, ayuda a digerir los alimentos, almacena energía, elimina toxinas y bacterias, así como en otras más, que ponen de manifiesto la verdadera importancia de mantener este órgano ‘muy muy sano’”, nos comenta el doctor Jesús Espinel, especialista en Aparato Digestivo de HM San Francisco (León).

Pero, ¿qué significa tener el hígado graso, exactamente? El doctor nos explica: “Este término hace referencia al acúmulo de grasa en el hígado, más concretamente de ácidos grasos, triglicéridos y colesterol en el interior de la célula hepática o hepatocito. Se sabe desde hace tiempo que el abuso de alcohol puede ocasionar daños similares a los de esta entidad pero, más recientemente, se está haciendo hincapié en que el hígado graso de etiología o causa no-alcohólica, representa un auténtico desafío para los médicos que tratan de prevenirla, diagnosticarla y tratarla”.

Esta enfermedad puede pasar por diversas fases:

  1. Esteatosis, que se caracteriza por el acúmulo de grasa en el hígado sin inflamación.
  2. Esteatohepatitis, con acúmulo de grasa y signos inflamatorios.

“A partir de ahí, la evolución puede ocasionar la aparición de fibrosis, cirrosis con insuficiencia de las funciones hepáticas, e incluso, de un tumor hepático. Se estima que actualmente 1 de cada 4 personas padecen un hígado graso, siendo una causa muy frecuente de enfermedad hepática crónica”, añade como dato a tener en cuenta el doctor.


¿A qué se debe tal incidencia en la adolescencia?

Los últimas cifras muestran el avance de hígado graso a pasos agigantados entre la población adolescente, ya que 8 de cada 10 jóvenes que sufren de sobrepeso ya presentan esta patología, a lo que hay que sumar el riesgo de desarrollar una cirrosis a edades tempranas.

“Desgraciadamente, estamos viendo como la prevalencia del sobrepeso, obesidad y diabetes, se está incrementando también en los jóvenes y adolescentes. Enfermedades que, todas ellas, se asocian al desarrollo del hígado graso. Los hábitos alimentarios poco saludables que se extienden entre muchos de nuestros jóvenes, en cuya alimentación participan alimentos muy calóricos y, la falta de actividad física, son los principales determinantes en el incremento del hígado graso en jóvenes, sin olvidar otros factores que, en ocasiones, también pueden estar implicados, como aspectos genéticos y hormonales”, argumenta el doctor.

Pero es que, además, se trata de una enfermedad silenciosa ya que la mayor parte de los pacientes no suelen presentar síntomas, “algunos pueden referir algo de cansancio”, apunta el doctor, pero en general, es una enfermedad difícil de detectar y diagnosticar. “Por ello, debe existir un grado de sospecha en aquel grupo de personas en las que actualmente se conocen como grupos de riesgo en desarrollar la enfermedad. Me refiero a que el hígado graso suele asociarse a personas con sobrepeso, obesidad, diabetes, niveles elevados de colesterol, o tras la toma de ciertas medicinas (por ejemplo, antisicóticos). Un análisis de sangre puede mostrar alteración de las enzimas hepáticas y, pruebas de imagen como la ecografía, tomografía computarizada, resonancia magnética y la elastografía, poner de manifiesto la afectación hepática. En ocasiones, es necesario realizar una biopsia hepática (tomar mediante una punción una muestra de tejido hepático), para confirmarlo”, explica el Dr. Espinel.

Niña con sobrepeso haciendo ejercicio©AdobeStock


Consejos para padres: ¿cómo prevenir la obesidad y consecuente patología de hígado graso?

Una detección a tiempo es crucial para poder frenar su avance y evitar diagnósticos poco alentadores. “La detección en las fases iniciales, cuando los mecanismos inflamatorios del hígado no se han puesto en marcha, es fundamental para revertir la enfermedad y las consecuencias de su progresión. En fases más avanzadas, cuando aparecen los fenómenos inflamatorios hepáticos, fibrosis y desestructuración de la anatomía hepática, el pronóstico del paciente se torna sombrío, pudiendo precisar de un trasplante hepático o quedar reducida radicalmente la esperanza de vida”, asegura el experto.

Por ello, la prevención lo es todo en esta enfermedad y la principal forma de hacerlo es llevando una alimentación sana y equilibrada, practicar deporte y tener unos hábitos de vida saludables. “Como en otros aspectos de la medicina, el mejor tratamiento es la prevención. A día de hoy, ningún fármaco específico ha demostrado utilidad en revertir esta enfermedad. Hasta que los estudios que están y estarán en marcha abran la puerta a nuevos tratamientos, la primera línea de tratamiento suele ser la pérdida de peso a través de la dieta saludable y el ejercicio. En algunos pacientes, se puede valorar la reducción de peso mediante cirugía bariátrica o, mediante técnicas endoscópicas, que ya están dando unos resultados muy satisfactorios”, añade el doctor. Y, además, nos da una serie de recomendaciones:

  • En pacientes obesos o con sobrepeso, se debe recomendar la pérdida de peso estimulando los hábitos alimentarios saludables, con alimentos bajos en grasas y calorías, e instando la práctica habitual de ejercicio físico
  • En los pacientes con diabetes, controlar en la mejor medida los niveles de azúcar. Igualmente, en pacientes con colesterol elevado, normalizar sus cifras en sangre.

Para finalizar, el doctor insiste en la especial relevancia en la implicación de los padres en inculcar hábitos saludables desde la infancia y que siempre sean el espejo donde se miren sus hijos. “Los progenitores, como en otros aspectos de la vida, deben ser el ejemplo para sus hijos, impulsando todas las medidas preventivas a su alcance, previamente comentadas y, educación en valores saludables desde la niñez, reforzará la consecución del objetivo”, asegura. Y, concluye: “Con estas y otras medidas es posible reducir los riesgos a los que se asocia la enfermedad. No solo me refiero a las consecuencias de una enfermedad hepática crónica y potencialmente mortal, que he tratado previamente de significar, sino también al riesgo incrementado que existe en esta entidad de sufrir enfermedades que también pueden poner en un grave compromiso vital, como el infarto cardíaco y cerebral”.

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