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Alimentación

Una guía súper útil para que tus hijos coman de forma saludable

Comer de forma saludable implica que esto se lleve a cabo desde el embarazo, ya que incluso el bebé puede percibir sabores que más tarde podría ser capaz de reconocer cuando comience la alimentación complementaria. Descubrimos todos los consejos sobre alimentación infantil de la especialista en nutrición clínica en pediatría, Melisa Gómez, con su nuevo libro ‘Disfruta creciendo’.

Melisa Gómez es mamá y dietista-nutricionista, especialista en nutrición clínica en pediatría y asesora de lactancia. La coautora del best seller, Sin dientes y a bocados, ahora nos presenta su último libro, Disfruta creciendo, donde nos ofrece un manual de consulta sobre alimentación infantil, incluso desde el embarazo. Esta guía de alimentación nos brinda consejos, tips y recomendaciones para dar solución a muchas dudas frecuentes que surgen a los papás con respecto a la alimentación de sus hijos, y es que esto supone todo un reto para muchas familias.


La importancia de una buena alimentación durante el embarazo

El estado de gestación es una etapa en la que ya debemos comenzar a pensar a largo plazo en la alimentación de nuestros bebés y es que desde el vientre materno, podemos interactuar con ellos a nivel nutricional. “Una dieta sana en el embarazo lo hará más llevadero (menos molestias asociadas a la dieta como reflujo gastroesofágico o estreñimiento) y que se relaciona con un mejor resultado (como bebés nacidos a término con un peso adecuado para la edad gestacional), nos permitirán ir sentando las bases de la alimentación que queremos transmitir a nuestros peques. Además, de que podremos leer en algunos estudios que la inclusión en la dieta de diversas frutas y vegetales podrán facilitar, aunque no garantizar, el que nuestros peques puedan aceptar estos sabores llegado el momento de la alimentación complementaria”, nos dice.

Una buena base de alimentación infantil comienza por promover la lactancia materna desde el inicio, debido a todos los beneficios que aporta tanto a la madre como al bebé. En su libro la autora hace referencia a un aspecto importante sobre la lactancia, ‘la hora sagrada’. “Sarles a las madres la ayuda que necesitan para empezar a amamantar en la hora posterior al nacimiento del bebé proporciona enormes beneficios para la salud. Pero eso no es suficiente. Las madres deberían tener la libertad de seguir amamantando tanto tiempo como decidan”, señala. Mientras que “en caso de que no sea posible, se optará por la oferta de lactancia con fórmula o mixta hasta alcanzar el primer año, cuando se podrán ofrecer lácteos como leche de vaca o alimentos ricos en calcio”.


A partir de los 6 meses

Posteriormente, a partir de los 6 meses, cuando el bebé comience la alimentación complementaria: “Se aconseja siempre con un enfoque respetuoso, que permita que se comience a gestar una buena relación con los alimentos que se irán ofreciendo. Podremos ofrecer gran cantidad de alimentos a partir de este momento (la lista de alimentos a evitar será más bien breve incluyendo miel, espinacas o acelgas, pescados de gran tamaño, carnes de caza…), ya sea a través de triturados, BLW o una combinación de ambas formas. Si comenzamos con triturados, será recomendable que se progrese en la oferta de texturas distintas antes de los 12 meses (los 9-12 meses se describen como una ventana de oportunidad en la que se suelen aceptar con mayor facilidad distintos alimentos de distintas texturas)”, asegura la experta.

A partir de los 12 meses

Y a partir del primer año de edad, la alimentación se puede adaptar a la del resto de la familia, con algunas pocas excepciones. La nutricionista en este periodo recomienda “ofrecer alimentos predominantemente de origen vegetal (frutas, vegetales, cereales integrales, legumbres, frutos secos…), mínimamente procesados cuando sea posible, manteniendo el aporte de grasas saludables (muy importantes en la primera infancia) como el aceite de oliva virgen extra, aguacate, pescados grasos, frutos secos en crema, entre otros…y seguir haciéndolo desde un punto de vista respetuoso con el apetito (los peques, al igual que los adultos, tendrían de decidir cuánto comen de los alimentos que se ofrecen). El ‘plato saludable’ puede servir de orientación para saber cómo ofrecer una comida completa”.

En su libro, la autora describe el ‘plato saludable’ como uno que contenga alimento rico en hierro, como por ejemplo lentejas o hamburguesa de ternera, alimento denso en calorías, como por ejemplo boniato al horno y frutas, verduras y hortalizas.

Niña comiendo©AdobeStock


Cómo repercute una buena alimentación infantil en la vida adulta

“Será importante recordar que los hábitos que se instauran en la infancia acompañarán a los niños hasta la vida adulta, por lo que debemos seguir trabajando para dotarlos de herramientas que les permitan llevar una vida saludable y convertirse en los adultos sanos y felices que esperamos que sean”, dice la autora en su libro.

Y es que hay que saber que una buena alimentación en la infancia no solo repercute ampliamente en la vida adulta, sino que suele ser determinante en esta en varios aspectos, “ya que los hábitos que se instauran en esta etapa de la vida suelen acompañarnos hasta adultos y no resulta tarea sencilla modificarlos, aunque seguirá siendo posible, una vez superada la adolescencia. Pero la evidencia nos muestra como podremos padecer mayor riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión arterial u otras enfermedades cardiovasculares, enfermedades metabólicas, entre otras, en función de los hábitos de salud que hayamos instaurado en las primeras décadas de nuestras vidas”, finaliza.

  • Dar ejemplo será fundamental, así que “nuestros esfuerzos deberían enfocarse en modelar aquellas conductas que nos gustaría que repliquen: comer vegetales en comidas y frutas en meriendas, tomar agua con las comidas o cuando sintamos sed, practicar alguna actividad física, entre otros”.
  • Mantener frutas y vegetales siempre disponibles: “tener un frutero visible en casa o fruta ya cortada y lista para comer en la nevera, tomates cherry lavados que puedan comer como snack o merienda. Llevar al parque fruta fresca o deshidratada (como pasitas, orejones…), palitos de vegetales, entre otras opciones que suelen ofrecerse menos que alternativas como bocadillos que, si bien pueden seguir ofreciéndose, mejor acompañarlos siempre que sea posible, de frutas y vegetales”, recomienda.
  • Incluir a los niños en la preparación de las comidas, “ya que se ha visto que cuando participan en actividades como lavar las hortalizas, mezclar una ensalada o seleccionar fruta para las meriendas, suelen ser mucho más receptivos a probar luego estos alimentos”.
  • Preparar juntos una propuesta de menú semanal saludable, que la experta recomienda que sea “incluyendo algunas de las preparaciones preferidas de los peques junto a otras que nos interese mantener o que nos permitan alcanzar el equilibrio que deseamos”.
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