Posan juntas por primera vez, con la moda de El Corte Inglés

Blanca Entrecanales y su hija Marta de la Rica, Navidad en la granja: estilo y sostenibilidad en familia

Nos reciben en la ‘Dehesa el Milagro’, la finca donde vive y creó su proyecto ecológico la hermana del presidente de Acciona

CHESCO LÓPEZ

Por Marta Gordillo

10/12/2023 12:11 CET

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Blanca Entrecanales Domecq ya formaba parte de una de las sagas de empresarios más importantes y poderosas de España cuando, en 2012, dio un giro a su vida y se convirtió en granjera con un proyecto muy personal que ha logrado ser un referente. Hija del fundador de Acciona y hermana del actual CEO y presidente ejecutivo, se propuso producir alimentos cien por cien ecológicos en la finca que había adquirido años atrás en un pequeño pueblo toledano. En “Dehesa el Milagro”, que así se llama su sueño hecho realidad, donde reside habitualmente, nos recibe con su hija, la reconocida interiorista Marta de la Rica. Dice que se ve reflejada en su madre “en la capacidad del esfuerzo, en el gusto por hacer las cosas bien y en mostrar curiosidad por las cosas”… De su padre, el financiero Javier de la Rica Aranguren, Marta heredó su pasión por las antigüedades. Es la primera vez que madre e hija posan juntas. Lo hacen con moda de El Corte Inglés para hablarnos de sus pasiones y retos a las puertas de Navidad.

Moda Blanca Entrecanales y Marta de la Rica HOLA — “Tenemos una relación cercana, sobre todo ahora que tiene tres niñas, a las que adoro y cuido”, nos dice Blanca Entrecanales. Sobre estas líneas, lleva jersey de Woman Limited, capa de Lloyd’s y pantalón de Southern Cotton. Su hija, la interiorista Marta de la Rica, lleva jersey de Easy Wear y falda de Sfera. Ambas, con botas de Latouche. Todo en El Corte Inglés. La manta y los adornos navideños son de El Corte Inglés Home.

—Marta, ¿por qué decidiste hacerte interiorista?

—Siempre me ha gustado y lo he vivido en mi casa desde pequeña. En mi familia siempre se le ha dado importancia y me han enseñado a valorarlo y apreciarlo.

—¿Siempre apoyaron en casa tus sueños?

—Sí, sin ninguna duda. Me han dado siempre mucha libertad, a la vez que mucha responsabilidad.

—Estudiaste Diseño de Interiores en la Universidad Politécnica de Madrid y luego te fuiste vivir a Nueva York.

—Me fui por un tema personal y fueron dos años increíbles. Al principio me costó encontrar mi sitio. Es una ciudad en la que o te sumas al ritmo o te escupe. Una vez que te subes al carro, empiezas a descubrir, y yo personalmente me di cuenta de que hay que tener los ojos muy abiertos y no ceñirse a lo que tenemos cerca y fácil.

“Las cosas a veces no son premeditadas, sino que llegan porque cambian las circunstancias. Me lancé a ser granjera-empresaria en un momento de cambio personal en mi vida”

—En tu casa, ¿qué has primado a la hora de decorarla, tus gustos o la practicidad como madre de tres niñas pequeñas?

—¡Si vieras mi casa, probablemente dirías que mis gustos! Pero sostengo que es perfectamente compatible con la practicidad, que empieza por enseñarles a mis hijas a apreciar y cuidar las cosas.

—¿Te encargaste de la decoración de esta casa en la finca?

—Sí, es un proyecto que me encanta. Le puse mucho cariño y trabajo. Fue un proyecto largo, lo cual me permitió hacer las cosas como se merecía. Trabajamos con oficios de la zona, con técnicas de antes. Es un cortijo tradicional, pero con volúmenes interiores actualizados y una selección de piezas muy cuidada.

—¿Y qué significa este lugar para ti?

—Para mí, sobre todo, es el resultado del esfuerzo y la superación de mi madre.

Marta: “Tengo la suerte de que mi trabajo me apasiona. Me encanta estar con mi familia, con mi marido y mis hijas, por supuesto, pero también con mis hermanos y mis padres”

—¿Tu madre y tú estáis muy unidas? ¿Qué admiras de ella?

—Hablamos y nos vemos mucho, pero las dos tenemos unas vidas muy ocupadas y somos bastante independientes. Yo sé que está siempre que lo necesite, y viceversa. Tiene unas virtudes muy claras, en las que estoy segura que coincidirían todos los que la conocen. No tiene prejuicios de nada ni de nadie, es sencilla de verdad, positiva, tolerante, generosa y, ante todo, buena persona. Me gustaría parecerme en muchas de estas cosas, pero estoy muy lejos todavía.

—Con tu padre fundaste Gaztelur, en Biarritz, un concepto muy diferente donde se reúnen varias pasiones.

—Gaztelur es un conglomerado de varias cosas relacionadas y complementarias entre sí: es un restaurante, un anticuario, una tienda de decoración, un sitio para celebrar eventos, floristería… una experiencia. Todas ellas comparten el alma de mi padre, que es el verdadero artífice de todo esto. La idea fue suya y desde la sombra es quien lleva la batuta. Mi papel fue importante en la reforma. Todo comparte la intención de crear un espacio con alma, con carácter y con su personalidad, que, a la vez, es la nuestra. Y, en esta personalidad, las antigüedades de todo tipo tienen un papel muy importante.

MARTA: “Me encargué de la decoración de esta casa. Le puse mucho cariño y trabajo. Fue un proyecto largo, lo cual me permitió hacer las cosas como se merecía”

—¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo y cuáles son tus otras pasiones?

—Tengo la suerte de que mi trabajo me apasiona. La línea de lo laboral y lo personal es muy fina. Me encanta viajar, pero en casi todos mis viajes “trabajo”. Me inspiro, busco piezas en anticuarios y subastas, visito galerías, conozco a proveedores… Me encanta estar con mi familia, con mi marido y mis hijas, por supuesto, pero también con mis hermanos y mis padres. Otras pasiones más ligeras son C. Tangana y los documentales de animales.

—Como interiorista, ¿decoras tu casa en Navidad?

—¡Claro! Pero no lo hago por ser interiorista, sino porque creo que hay que mantener esa magia siempre. Este año he intentado hacer una decoración un poco más seria en el salón, pero mis hijas no me han dejado. Como es normal, quieren poner su árbol lleno de muñequitos.

—¿Qué es lo siguiente en tu carrera?

—Lo más inminente es el cambio de estudio a principios del año que viene. Tengo mucha ilusión en este nuevo espacio, que significa una nueva etapa.

Habla Blanca

—Blanca, posas en estas fotos con tu hija, ¿cómo es vuestra relación?

—Es una relación cercana, sobre todo ahora que tiene tres niñas, a las que adoro y cuido. Además, me ocupo de cerca de mi madre mayor y de mi hermano con síndrome de Down, y estas dos realidades nos han unido mucho... Soy como un eslabón necesario y creo que ella eso lo valora. Aunque tenemos cada una nuestra vida muy llena y poco tiempo, estamos muy unidas en lo importante.

—¿Qué crees que ha heredado Marta de ti?

—Espero que la empatía, la capacidad de adaptación a todo lo que se te presenta en la vida, la capacidad de esfuerzo y ojalá pudiera decir que la bondad, que para mí es la cualidad por excelencia, a veces minusvalorada. No digo que lo aprenda de mí, porque me gustaría ser más que nada buena, equilibrada y justa. No creo que lo consiga, pero veo que Marta sí lo es y, quizá, sea un poco por mí… quiero pensar, pero, quizá, también sea algo que aprendo yo de ella.

—¿De qué te sientes más orgullosa respecto a tus tres hijos?

—Son personas buenas e inteligentes los tres, qué voy a decir yo, su madre… Marta es artista y gran profesional, Borja tiene una afinada visión empresarial y Bruno es una persona muy sensible e inteligente que se ha atrevido a cambiar de línea profesional desde el mundo del derecho hacia el mundo del negocio de la música, para lo que se está ahora formando en Nueva York.

Blanca: “Los valores que asocio con mis apellidos son el esfuerzo, no esperar a que las cosas pasen, emprender…, de Entrecanales, y esa gracia inherente a Andalucía, una grandísima familia y mi amor al mundo del caballo, de Domecq”

—¿Cómo son vuestras reuniones familiares? ¿Sueles ejercer de anfitriona?

—Depende; como en todas las familias de padres separados, se reparten entre su padre y yo. A mí me encanta recibirlos en “El Milagro”, rodeándome de nietos y donde ellos se sienten muy a gusto. En Navidad, lo que siempre hacemos es comer en casa de mi madre todos mis hermanos con sus familias y la nuestra.

—¿Qué no falta nunca en tu mesa de Navidad?, ¿cuál es tu menú ecológico estrella?

—Sin duda, el capón relleno de nuestra marca con sus acompañamientos navideños. Es un plato que se reserva para estas fechas y que siempre se coge con muchas ganas.

—¿Qué te motivó para dar un giro tan radical a tu vida y lanzarte a crear una granja ecológica en 2012?

—Como todo en la vida, las cosas a veces no son premeditadas, sino que llegan porque cambian las circunstancias y te adaptas a ellas según tu intuición, tus deseos, que a veces incluso están en el subconsciente. Me lancé a ser granjera-empresaria en un momento de cambio personal en mi vida, y desde entonces he ido dando forma a este proyecto.

—Eres abogada de formación, ¿tenías idea de agricultura circular? Hasta ese momento, ¿cómo había formado parte de tu vida la sostenibilidad?

—Sin duda, que en la empresa familiar, Acciona, la sostenibilidad haya sido el valor principal de su actividad desde que tomó las riendas mi hermano, y eso en otro tiempo en el que era un concepto desconocido, ha tenido que ver en la forma en la que encaminé este proyecto. Además, conocí este modelo circular, el modelo de granja en el que se combinan animales y agricultura, en un curso al que asistí al iniciar esta aventura. Manejo holístico, agricultura regenerativa, son conceptos que manejamos y cumplimos.

—¿Tu familia, tus hijos, te apoyaron en tu idea?

—Sí, por supuesto. Les hice partícipes e incluso uno de ellos colaboró de una forma muy estrecha durante un tiempo. Ahora está trabajando a tope en su propia empresa, pero sigue muy de cerca la mía.

—Fuiste una pionera, como quien dice, ¿tenías claro que saldría bien?

—¡No!... Nunca se tienen claras esas cosas. Uno va poniéndose hitos a corto plazo y poco a poco miras hacia atrás y ves que has recorrido mucho camino.

—Alberto de Mónaco vino a la granja, ¿cómo fue aquella visita?

—Fue corta pero intensa. Solo estuvo 18 horas. Vino porque él está muy sensibilizado con el tema de la protección del medio ambiente y dirige una fundación que defiende diversos aspectos relacionados con esto. Digo intensa porque trabajé mucho en preparar una pequeña exposición de artesanía y costumbres populares de pueblos de nuestra zona. Lo pasé muy bien haciéndolo y aprendí mucho. Le gustó y valoró lo que hacemos en “El Milagro” por su sensibilidad hacia la producción sostenible como una forma de proteger el planeta.

“Mi madre es sencilla de verdad, positiva, tolerante, generosa y, ante todo, buena persona. Me gustaría parecerme, pero estoy muy lejos todavía”, nos dice Marta, reconocida interiorista

—¿Qué importancia le das a la familia? ¿Qué valores, para ti imprescindibles, asocias con tus apellidos, Entrecanales y Domecq, en tu vida y en tu forma de ser?

—La familia es algo básico, para mí muy necesario vivirlo como un lugar de reposo, de aceptación y de cariño profundo. No podría estar peleada con mi familia. En cuanto a los apellidos, diría que Entrecanales, quizá, es el esfuerzo, lo contrario a estar esperando a que las cosas pasen, sino ir a por ellas, emprender… y Domecq, ese color del sur, esa gracia inherente a Andalucía, una grandísima familia (nos reunimos 1.000 este verano) que giró tanto tiempo alrededor del vino que, aunque ya no es de la familia hace mucho, yo me sigo creyendo que el vino nos une… ¡Ah!, y el caballo, el amor al mundo del caballo, sin duda, me viene también por Domecq.

—¿Qué te hace feliz hoy en día?

—Lo que más feliz me hace es disfrutar de tiempo con mi familia, especialmente con mis cinco nietos. Es una bendición.