Día Mundial de la Menopausia

'Queridos estrógenos que tanto rechacé en mis días fértiles, por favor, no me abandonen'

Entrar en la menopausia conlleva hacer frente a un sinfín de cambios físicos, provocados por la caída de dos hormonas: los estrógenos y la progesterona. Estos cambios hormonales forman parte del funcionamiento del organismo femenino y no son sinónimo de vejez, sino de transición.

Por Andrea Carucci

Soy mujer y por ello debería estar acostumbrada a los cambios, pero es difícil cuando tu menstruación empieza a ser irregular y a veces inexistente. Sigo siendo una niña que está en un cuerpo que sigue la ley del tiempo, no entiendo por qué mi cuerpo está cambiando; mis venas cada vez se notan más y mi piel se hace más fina; ayer me pesé y seguro que la báscula estaba rota: queridos y amados estrógenos que tanto rechacé durante mis mejores días fértiles, por favor no me abandonen. 

Cuando apenas tenía 40 nada quería saber de la palabra menopausia, quizás temiendo que cada vez se aproximaba más la edad que inevitablemente todas las mujeres pasamos. O sea, el paso de la vida fértil a la siguiente etapa de transición: la menopausia.

El climaterio (etapa de transición desde la edad fértil a la posmenopausia) es una temporada de agitación hormonal que no solo afecta a las mujeres que pasamos por ello, sino también a sus parejas y familias.

Esta etapa se caracteriza principalmente por la caída de dos hormonas: los estrógenos (estradiol) y la progesterona por parte de los ovarios y, por lo tanto, un porcentaje de mujeres padecen de los típicos síntomas relacionados con esta deficiencia.

Cuáles son los síntomas y por qué se producen

Estas hormonas fundamentales comienzan a disminuir con los primeros síntomas de envejecimiento, lo que puede provocar sequedad en la piel, caída del cabello, disminución de la producción de colágeno o de la mucosa vaginal que origina problemas en las relaciones sexuales, pero también predisposición a infecciones vaginales, la redistribución del tejido adiposo hacia la zona abdominal, junto a un metabolismo más lento y resistencia a la insulina. ¡Existen más de 100 síntomas diferentes! De igual manera deberíamos tener en cuenta que puedes presentar los temidos y archiconocidos sofocos o sudores nocturnos, problemas de sueño y ello acompañado de cambio de estados de ánimo como irritabilidad, ansiedad, problemas de concentración, o depresión.

También pueden caracterizar esta etapa la fatiga, el cansancio, los problemas circulatorios o cardíacos junto a un mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares, palpitaciones, la pérdida del volumen de los senos, disminución de la densidad ósea y dolor articular. La sarcopenia (disminución de la masa muscular) es algo que nos afecta aún más de lo que pensamos, no solo en nuestro aspecto físico sino también a nuestra salud, ya que está relacionado con una menor cantidad de estrógenos (estronas) que a partir de esta etapa se segregan en muchos de nuestros órganos, como los músculos, con una consecuente acumulación de grasa. Pero no desesperes. Todos estos síntomas son transitorios mientras te adaptas al cambio hormonal.

'El viaje de cada mujer por esta transición es diferente y su duración también, aunque de media son 4 a 10 años'
 

¿Y de qué depende?

Casualmente, hay una disminución y modificación de la microbiota que habita en nuestro organismo y que nos ayuda a metabolizar hormonas femeninas (llamado estroboloma), además de contribuir a cuidar nuestra salud física y mental, nuestro sistema inmune y mantener a raya la inflamación crónica, que es la causa de la mayoría de las enfermedades. Todos estos cambios hormonales en la mujer son un funcionamiento natural de nuestro organismo y no es una enfermedad. Normalmente, suele ocurrir entre los 45 y los 50 años.

Cuando la mujer envejece, involucionan todas las glándulas endocrinas, y eso se produce en el punto más álgido de la juventud, después de los 30- 35 años. Se ha de considerar dentro del impacto del estrés oxidativo, formado por la afección de los radicales libres, y del estado de tu sistema antienvejecimiento celular u hormonal que caracterizan este proceso. El envejecimiento es consecuencia de la vida y podríamos considerarlo desde el día siguiente del punto más agudo de nuestra juventud y no es sinónimo de vejez sino de transición.

Es necesario resaltar también la importancia de la prevención de los factores de riesgo que aparecen en esta etapa (obesidad, vida sedentaria, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, colesterol, triglicéridos, estrés , resistencia a la insulina, etc.), para garantizar la mejor calidad de vida, y que esto se produzca lo más tarde posible y nos proporcione más esperanza de existencia saludable.

7 soluciones para mejorar síntomas 

Es importante que empieces por un punto de partida o con objetivos semanales para hacer cambios pequeños pero efectivos:

  1. Debemos ser conscientes de la disminución del metabolismo y con ello prestar más atención a nuestra alimentación, que debe estar basada en una cantidad de proteínas acorde a nuestra actividad: carnes de pasto, huevos ecológicos, pescado, principalmente salvaje, y algunas legumbres; grasas saludables (aceitunas, aguacate, pescado azul, algunos frutos secos o semillas) y abundante fibra acompañada de ensaladas frescas y fruta baja en azúcar (como los frutos rojos)  y que sea alta en antioxidantes. Debes disminuir almidones, refinados y azúcares añadidos, erradicando la comida ultraprocesada o comida con pesticidas e incrementando el consumo semanal de caldo de huesos, rico en colágeno que, además, hidrata.
  2. Aumenta la exposición al sol para mejorar los niveles de vitamina D, haz ejercicio y consume alimentos ricos en magnesio y calcio para mejorar la densidad ósea.
  3. Más allá de las recomendaciones que dimos en el artículo Envejecimiento o menopausia, es adecuada la inclusión de alimentos ricos en fitoestrogenos y fitoprogesterona para ayudar con la falta de estrógenos como el lino, pistachos, granada, hinojo, semillas sésamo, ñame, sauzgatillo, alcaparras o azafrán.
  4. Solo caminar no es suficiente: combinar diferentes tipos de ejercicio, como aeróbico para mejorar la circulación combinado con ejercicios de fuerza (usando un peso extra) para aumentar la masa muscular y ejercicios que proporcionan elasticidad como yoga o pilates. Saca tiempo para ti, porque ahora que los estrógenos ya no te cubren, tienes que esforzarte.
  5. Los sofocos pueden estar incrementados por estimulantes como el café o el té y las comidas copiosas o picantes, además de por el estrés. Disminuye su consumo y prueba con técnicas de relajación.
  6. Por otro lado, plantas como la maca, cohosh negro, el trébol rojo o eleutherococcus ayudan a compensar mejor la inflamación, los sofocos, la circulación, cambios de humor y la fatiga. Y no olvides que la menor cantidad de tóxicos es esencial, desintoxicarte. Estimular la capacidad de nuestro organismo de eliminar toxinas es fundamental para evitar la oxidación celular y de nuestras hormonas. Empezar por cardo mariano o vitaminas del grupo B es un buen apoyo hepático, junto a la mejora de nuestra microbiota intestinal con el consumo de alimentos ricos en fibra y fermentados.
  7. Tener propósitos y objetivos (ikigai), pasar tiempo con tus seres queridos, hacer comunidad con amigas y aumentar el contacto con la naturaleza puede hacer que equilibres tus hormonas y relentes el envejecimiento.

Consejo: Los suplementos no son inocuos. Considera la conveniencia de acudir a tu especialista para saber cuáles son los más adecuados y las dosis recomendadas.

En conclusión

Es importante saber cómo llegamos a la menopausia, física y emocionalmente para poder trabajar en ello y abrir posibilidades de ser nuestra mejor versión.

La vida tiene y son etapas. Con la menopausia entramos en nuestra 2º primavera, un momento de esplendor donde aprendemos a ser nuestras protagonistas y a practicar lo superfluo y a cuidarnos porque nuestra salud y bienestar ahora va a depender de nosotras y de cómo nos cuidemos para poder disfrutar de esta fase hacia cambios positivos.

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