Ser más humilde puede ayudarte a ser más feliz

Ser humildes en la vida es una forma de alcanzar una armonía con nosotros mismos y con los que nos rodean que se traduce en una de las muchas formas que tenemos de ser felices. Podemos llegar a la humildad de muchas maneras que solo implican algún pequeño cambio de actitud en nuestro día a día.

Por Cristina Soria

La humildad es una virtud que no se prodiga mucho en nuestros días, ya que vivimos en una sociedad claramente competitiva que no nos permite en muchas ocasiones pensar en los demás. Pero ser humildes es un valor que deberíamos recuperar, porque puede hacer nuestra vida más feliz y, de paso la de aquellos que nos rodean. La humildad nos aporta un bienestar emocional que hace mejor nuestro día a día, y que podemos conseguir con un pequeño esfuerzo.

Hay muchas formas de ser humilde

Y todas ellas se pueden llevar a cabo si nos permitimos un ligero cambio de mirada que, además, nos liberará del peso de muchos prejuicios y de la necesidad de aparentar ser mejor que los demás.

A la hora de valorar a una persona, descarta hacerlo según sus posesiones o su posición social. Puede parecer una evidencia que a una persona no se la puede medir por sus logros materiales, pero a veces nos dejamos llevar por el entorno social, y nos perdemos descubrir el valor real de dicha persona.

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Ni el puesto de trabajo, ni la posición económica son valores reales que nos permitan determinar la valía de alguien. Fíjate mejor en cómo se comunica esa persona y en cómo trata y se relaciona con aquellos que tiene alrededor, porque esa sí será una información de verdadero interés para ti.

Un paso difícil de dar, pero muy necesario, es aceptar que no siempre tenemos razón y que cuando nos equivocamos debemos aceptarlo. Reconocer nuestros errores nos hace crecer como personas, además de hacernos ganar humildad. Descubrir que no poseemos la verdad absoluta acerca de nada nos acerca a los demás y nos hace entender diferentes posturas y opiniones sobre distintos aspectos de la vida, lo que nos enriquece y mejora nuestras relaciones sociales.

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Ser agradecido con las cosas buenas que nos pasan en la vida es una de las claves de la humildad y de la felicidad. Cada vez que damos las gracias a alguien, sin necesidad de que sea por grandes cosas, logramos que esa persona se sienta bien, del mismo modo que a nosotros nos hace sentir bien la sensación de haber sido amables.

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Del mismo modo, lograr ser generoso con los que nos rodean, tanto en lo material como en lo emocional, nos hace restar valor a las cosas que no tienen importancia, mientras que nos adentramos en un modo de entender la vida más desprendido y conectado con los demás.

Si conseguimos esto, ser generosos, también habremos conseguido ser y mostrarnos accesibles a los otros, demostrando ser personas solidarias que están dispuestas a colaborar con quien lo necesita, siempre que esté en nuestra mano hacerlo.

Sé humilde, pero no te excedas en ello

Eso sí, ser humilde es el resultado de una conducta meditada y sincera, y no es necesario llevar esta actitud a ningún tipo de extremo. Siempre habrá situaciones que queden fuera de tu control y personas que no quieran aceptar tu ayuda o que no la valoren. Y eso también debemos respetarlo y aceptarlo tal cual es. El camino que nos lleva a ser humildes no puede forzarse, sino que hay que descubrirlo y trabajarlo con el tiempo que necesitemos.

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