Niño asustado tapándose la cara©AdobeStock

Psicología

‘¡Mamá tengo miedo!’ Cómo ayudarles a superar los temores más frecuentes de la infancia

Los miedos evolutivos son procesos por los que algunos niños pasan a medida que se desarrollan. No necesitan un tratamiento específico pero os contamos cómo podéis ayudarles a superarlos.

Los miedos en la infancia son un proceso considerado normal que forma parte del desarrollo de los niños. Podríamos decir, que se trata de una respuesta a una posible amenaza, aún desconocida por el pequeño, pero que les permite protegerse de peligros potenciales. Para entender un poco mejor por qué aparecen estos temores que son parte de su maduración, conocidos como miedos evolutivos, hemos hablado con la psicóloga perinatal y deportiva, Paula Muiños, del Centro Mi Maternidad (@mi.maternidad.mima). “Los miedos son respuestas instintivas y universales. La mayoría de niños experimentan muchos temores leves y transitorios, asociados a una determinada edad que se superan espontáneamente en el curso de su desarrollo. Los miedos aparecen y desaparecen por una necesidad de adaptación al medio, de protección y de socialización. Los niños temen a situaciones muy variadas que, en parte, dependen de la edad, y también, dependen del contexto y ambiente dónde están desarrollando su crecimiento”, nos explica.


Cuáles son los miedos evolutivos que pueden aparecer en los niños

Las amenazas por las cuales los peques pueden sentir diversos miedos tienen una percepción diferente según la edad, nos cuenta la experta y los miedos que son más frecuentes varían a medida que el niño va madurando. Siempre hay que tener en cuenta que estos temores serán distintos según el peque y de su proceso de desarrollo… e irán desapareciendo gradualmente, aunque, en ocasiones, pueden extenderse durante varias etapas.

La psicóloga nos detalla cuáles son los temores más comunes en la infancia por edades:

6-12 meses: miedo a los objetos y personas extrañas, así como a los ruidos o estímulos fuertes que producen sobresalto.

0-2 años: a lo largo de los dos primeros años de vida, el miedo más frecuente es el de la separación de la figura de apego, es su primera línea de defensa y es percibido como abandono.

2-4 años: en esta etapa nos podemos encontrar con el miedo a los animales, a las tormentas o a los médicos.

4-8 años: aparece el miedo a la oscuridad, continúa el miedo a los animales, y da comienzo el temor hacia las criaturas imaginarias (monstruos, fantasmas, brujas, ogros...).

8-10 años: con la madurez de esta edad los miedos tornan hacia las catástrofes, el daño físico, al ridículo, hacia los exámenes y suspensos.

10-12 años: nos encontramos con unos miedos que están ya más próximos a los de los adultos, pero sin la madurez necesaria todavía para entenderlos y gestionarlos de igual forma: accidentes, enfermedades, rendimiento escolar y los conflictos entre los padres.

“En los últimos años a consecuencia de los acontecimientos vividos durante la pandemia, se ha acentuado el miedo a la muerte y en la actualidad, el miedo a las guerras. Pero serían miedos más estacionales, que tenderían a remitir a la par que los acontecimientos”, nos aclara la experta.

Niño escondido detrás de una puerta©AdobeStock


Cómo les podemos ayudar a superarlos

“Lo más importante es que los padres y cuidadores entiendan estos miedos como parte del desarrollo normal del niño. Los niños con temores en la infancia se convierten en adultos sanos, puesto que los miedos se olvidan de forma natural”, asegura la psicóloga. El papel de estas figuras de referencia es fundamental para que a través de distintas actuaciones, tanto emocionales como conductuales, logren fortalecer la autoestima del pequeño, ganen confianza en sí mismos y aprendan gestionar sus miedos y emociones, con ello, construiremos el mejor el camino para ayudarles a superarlo.

“Lo ideal es tratar de acompañar emocionalmente al niño en el transcurso de sus temores, sin dramatizar, hablando sobre ellos con naturalidad y con un lenguaje acorde a su edad. Se trata de crear un clima de seguridad afectiva, sin restar importancia, pero sin una atención excesiva. En caso de detectar que los miedos puedan llegar a convertirse en un problema, incluso en un trastorno o fobia, lo más conveniente sería consultarlo con un profesional que pueda evaluar las necesidades personales del niño y de la familia”, aconseja.

Consejos para prevenir o evitar estos miedos en niños

“Como comentamos anteriormente, en la mayor parte de las veces, los miedos desaparecen por sí solos”, insiste la experta. Pero también nos asegura que es importante mantener un clima de seguridad afectiva porque, a medida que el niño va madurando y progresando en sus aprendizajes, va tomando conciencia de que algunas cosas no son reales o no son posibles, afianzando así su seguridad y autocontrol.

Y es que los miedos evolutivos no requieren de un tratamiento específico, por eso se hace fundamental el papel de los padres en el trayecto a la superación del mismo desde el apoyo emocional y la protección, debido a que si estos quedan estancados en esa creencia puede convertirse en un problema más grave.

“En este proceso, también es fundamental el ambiente educativo en el que el niño se desenvuelve, ya que las pautas educativas que se utilicen en presencia de los miedos, van a influir en su superación, y a su vez, en la autonomía y autoestima del niño”, dice la psicóloga, quien además, finaliza asegurando que es bueno entender que el miedo, en una cantidad óptima, es una señal de alerta, y puede ser motivador y llevarnos a salir airosos de una situación con presión como puede ser un examen o una competición. “En cualquier caso, debemos evitar el miedo como una vía disciplinaria”, concluye.