¿Cómo se debe actuar ante el diagnóstico de un nódulo en el pulmón?

Hablamos con una experta sobre esta lesión que puede afectar a nuestros pulmones y que, en muchos casos, es benigna

Por Pilar Hernán

Estamos ante una lesión que puede aparecer en nuestros pulmones de forma bastante frecuente. Cuando escuchamos la palabra nódulo, puede que nos invada la preocupación en un primer momento, más aún en un órgano como es el pulmón. Pero lo cierto es que, en la mayoría de los casos, no son malignos. “Un nódulo pulmonar es una lesión, una mancha que aparece en nuestro pulmón, habitualmente redondeada, pero puede ser ovalada. Es decir, no es una línea, es una lesión redondeada que se ve en el pulmón, normalmente a través de una placa de tórax. Pero lo cierto es que, en ocasiones, no se ve en dichas placas porque suelen ser de un tamaño muy pequeño. Se suelen ver en TACs, en escáneres que se hacen a veces por motivos diversos”, nos cuenta la doctora Pilar López Criado, jefa de la Sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma de MD Anderson Cancer Center Madrid..

Nos planteamos cuáles pueden ser las causas de que aparezcan. “Lo habitual de estas lesiones nodulares pulmonares es que sean lesiones benignas, bien acúmulo de moco o pequeñas lesiones que quedan después de una bronquitis, una infección o tumores benignos. Hay muchos tumores benignos en el pulmón. Un buen número de ellas son así. Luego puede haber ya lesiones malignas y las causas que pueden influir en su aparición son procesos inflamatorios, infecciosos o procesos tumorales incipientes”, nos cuenta.

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¿Cómo se manifiestan?

Lo cierto es que, tal y como nos explica la doctora, por su definición, son asintomáticos y de pequeño tamaño. “En general, son lesiones que no sobrepasan en torno al centímetro y medio, pero pueden llegar incluso hasta tres centímetros. A un oncólogo, eso sí, tres centímetros le parece mucho. En general no nos gusta dar tamaños, pero en principio son lesiones pequeñitas y, por lo tanto, son asintomáticas”, nos explica la especialista, que añade que las personas que tienen mayor riesgo de desarrollar estos nódulos son grandes fumadores, que habitualmente tienen más moco y más procesos infecciosos. “También personas que están en contacto con pacientes o personas infectadas, o personas de alto riesgo por patología pulmonar previa, que tengan otros procesos antes”, nos comenta.

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Cómo llegar al diagnóstico

La oncóloga nos detalla que la prueba clave que nos permite su diagnóstico es el TAC y, con los resultados del mismo, los expertos valoran algunas características de esos nódulos que les pueden llevar a confirmar o no la sospecha de si pueden ser malignos. “El tamaño, la localización, las características... Evidentemente, si solo hay un nódulo y es pequeño, es difícil”, apunta la doctora. “Si el tamaño está en torno a un centímetro, a nivel oncológico, a veces optamos por hacer otra prueba diagnóstica, el PET (tomografía por emisión de positrones). Sobre todo si son feos. Le llamamos feo si es espiculado, que es cuando no es redondito, no es lineal, tiene aspecto agresivo, como que está dentado. Esto no nos gusta. En esos casos, a veces les hacemos un PET, una prueba en la que usa azúcar marcado con un isótopo nuclear y si obtiene unas características, suele entonces hacernos sospechar malignidad. Entonces, si es posible, lo eliminamos. Lo ideal, claro está, es intentar diagnosticarlo antes de quitarlo”, nos detalla.

En otros casos, la doctora López Criado explica que el aspecto no es para nada sospechoso. “Es lo que llamamos algodonoso, y lo que hacemos en esos casos es vigilarlos. Hacemos un control en torno a tres meses y vemos si crecen. Es verdad que esto lo hablo desde el punto de vista del oncólogo. A veces el aspecto es claramente benigno y no somos tan exigentes. Pero en principio, se realiza un control en tres meses y si vemos que no crece, pasamos a seis meses, lo que nos va dando seguridad”, matiza.

“Si no podemos asegurar si es benigno o maligno en una primera exploración, lo que hacemos es un seguimiento a tres meses o a seis meses. Y eso nos da la clave. Es decir, si la lesión crece, incluso aunque el PET sea dudoso, muchas veces en un paciente que no tiene otro problema intentamos asegurarnos de si se trata de un cáncer o no lo es. Y para eso lo ideal sería biopsiarlo, pero como decía, no siempre es fácil y a veces lo más práctico es quitarlo y analizarlo, y muchas veces la resección es suficiente. No hay que ir a mayores”, nos cuenta.

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Cómo tratarlo

El tratamiento, claro está, depende del tipo de nódulo. “Muchas veces en el diagnóstico quitas el nódulo, y compruebas que puede tratarse de tumores benignos, con lo cual hemos terminado en ese caso. Puede haber también tumores que llamamos de baja agresividad, que se llaman carcinoides, en los que también suele ser suficiente la resección del nódulo. Y en otras ocasiones, estamos ante un carcinoma de pulmón convencional, donde tenemos que optar por cirugías un poquito más amplias”, explica la experta.

Y añade que hay otra técnica por la que se está optando cada vez más en personas mayores o frágiles. “Se intenta diagnosticar la masa con una punción y entonces, en vez de quitarlo con el bisturí, le hacemos radio cirugía. Se trata con radioterapia esos nódulos. Es muy cómodo porque se hace sin necesidad de operar. Se hace con técnicas de radioterapia modernas. Hay distintas técnicas que permiten radiar esos nódulos y evitan el quirófano. Depende del tamaño, se hacen en uno, tres o más días”, comenta. ¿Conviene extirparlos siempre? “A nivel clínico, nos gusta saber qué es lo que hay, es decir, si es un cáncer, saber cuál es, porque también puede haber pistas en ese tumor de su posible comportamiento. Es verdad que hay personas en las que eso no es posible porque tienen pulmones muy deteriorados, porque no son accesibles, y entonces muchas veces aseguramos en la medida que podemos que el comportamiento es maligno y nos quedamos sin llegar a quitarlo, porque el riesgo que se asume es muy alto. Eso suele ocurrir en pacientes con malas situaciones respiratorias por enfermedades respiratorias crónicas, insuficiencias respiratorias que limitan las cirugías”, detalla.

¿Se pueden volver cancerígenos?

“No es que se conviertan, es que algunos partimos ya de base de la sospecha de que son cánceres por las características del nódulo o porque a lo largo del tiempo vemos un crecimiento. Se podría decir que muchos de estos nódulos son de entrada tumores malignos de base. Lo que ocurre es que cuando son muy pequeños, muy incipientes, pues no tienen las características típicas. Lo que es más raro es que sobre un tumor benigno, un hamartoma o un quiste, aparezca un cáncer. Eso es muy poco común”, concluye.