Como se cultiva la uva del vino, como se vendimia y se trate nos conduce a un sinfín de decisiones que pueden hacer variar enormemente el sabor, la calidad y la salubridad de un vino. Como en todo, cuanto más ecológico sea el proceso, presumiblemente el producto será más saludable y mantendrá intactas ciertas propiedades.
“La diferencia entre un vino ecológico y uno de producción industrial no solo está en el sabor, sino en la posibilidad de mantener intactas el máximo de sustancias beneficiosas para el organismo”, nos explica Anna Catalá, dietista-nutricionista.
En qué se diferencia realmente el vino ecológico del que no lo es
Los vinos ecológicos siguen generalmente unas condiciones de calidad muy elevada para conseguir el mejor producto y no incluir en ninguna parte del proceso productos químicos industriales. Esto se nota desde la propia selección de la uva, que es más rigurosa que en las bodegas industriales, razón por la que las vendimias ecológicas consiguen menos producto, dado que son más selectivos en cuanto a la materia prima.
Además, los procesos de vendimia están orientados a que la uva sufra lo mínimo durante el transporte. Se minimizan así los riesgos de contaminación y la fermentación se realiza con levaduras naturales, siempre de origen ecológico.
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Beneficios para la salud
El vino puede ser beneficioso para la salud como cualquier otro producto vegetal, cada fruta tiene sus propiedades y en el vino se mantienen muchas de ellas. “Lo más notable del vino hay que entenderlo desde la uva, que tiene polifenoles, y al fermentar se multiplican. Estos son antioxidantes que actúan muy positivamente en el sistema cardiovascular”, explica Catalá.
Estos polifenoles se dividen en varios grupos, podríamos consumirlos de otro origen, siempre vegetal, pero el vino lo que demuestra es que no solo puede ser agradable al gusto, sino que además puede seguir favoreciendo a la salud. Esto no quiere decir que la única forma de obtener estos beneficios sea bebiendo alcohol, es más, es preferible hacerlo tomando fruta fresca, sin más. Pero puestos a consumir alcohol, y teniendo en cuenta que siempre debe ser con moderación, elegir un buen vino puede resultar el menor de los males, pues mantiene características beneficiosas propias de los alimentos vegetales.
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Diversos estudios han confirmado que la facultad antioxidante de los polifenoles tiene efectos positivos en el organismo, tanto por su facultad antiinflamatoria como por resultar anticancerígenos. “Hay varios tipos de polifenoles, y los flavonoides y los taninos condensados del vino ayudan a activar el metabolismo de la glucosa, lo que resulta muy positivo para los diabéticos, siempre que se tome con moderación”, aclara Anna Catalá.
El vino actúa activamente en el riego sanguíneo, potenciando el riego del del cerebro y la agilidad mental. “Otro flavonol contenido en el vino se denomina quercetina; esta y el resveratrol actúan como antioxidantes de las neuronas y favorecen una mayor regeneración neuronal para retrasar la posibilidad de padecer Alzheimer y Parkinson, pero no solo a nivel cerebral; de la misma forma disminuyen el envejecimiento de las células musculares, por ejemplo”, comenta Catalá.
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