Radioterapia a dosis bajas: una opción terapéutica para problemas osteoarticulares

Tiene un efecto antiinflamatorio y ayuda a aliviar problemas difíciles como la fascitis plantar. Su toxicidad es mínima y el tratamiento dura solo dos semanas

Por Nuria Safont

Cuando nos hablan de radioterapia, inmediatamente asociamos la técnica al tratamiento del cáncer. Sin embargo, la radioterapia a dosis bajas se emplea en otros problemas de salud como, por ejemplo, dolores articulares, musculares, etc., que tienen difícil tratamiento. Para entender en qué consiste, hablamos con un especialista y, además, un paciente nos explica cómo le ha ayudado a resolver su dolencia: una fascitis plantar, que consiste en la inflamación de la fascia, situada en la planta del pie, y que produce mucho dolor. Afecta, sobre todo, a deportistas, aunque también puede darse en personas mayores de 45 años que no han practicado ninguna actividad. 

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¿Qué es la radioterapia a dosis bajas? 

La radioterapia a dosis bajas consiste, como la palabra indica, en administrar una décima parte de radiación de la que habitualmente se usa para tratar enfermedades oncológicas. Se utiliza como tratamiento para procesos osteoarticulares, inflamatorios o degenerativos. Cuando se emplea a dosis bajas, tiene un efecto antiinflamatorio, inmunomodulador (modula el sistema inmunológico) y antiproliferativo (impide la reproducción celular).

Está indicado en pacientes que, por algún motivo, no pueden ser tratados con otras terapias (medicación oral, rehabilitación, infiltraciones...) o no responden a ellas. Así como aquellos que no pueden ser intervenidos quirúrgicamente, o mayores de 60 años. Según afirma el doctor Raúl Hernanz, médico colaborador de GenesisCare, centros especializados en radioterapia para el cáncer y enfermedades no oncológicas, "las personas que cumplen los criterios para ser tratados tienen la posibilidad de una mejoría parcial o total de, aproximadamente, el 80% de los casos". 

Michael Kerscher, un paciente de 50 años con fascitis plantar, y que ha querido explicar su experiencia a ¡HOLA!, es un ejemplo de ello. Recibió varios tratamientos y ninguno conseguía resolverla. "Me recomendaron descanso, masajes, plantillas... nada de esto funcionaba. Además, los médicos querían evitar la intervención quirúrgica, que es relativamente difícil y dolorosa en la planta de pie, y tampoco ofrece garantías de eliminar el problema para siempre. Entonces me hablaron de la radioterapia a bajas dosis y pensé ¿por qué no? Hay que probar cosas nuevas, no hay nada que perder. Además, había oído hablar de ello en Alemania, ya que allí se utiliza mucho". 

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Mínima toxicidad 

Los tratamientos son muy seguros, con una toxicidad mínima o inexistente, según los estudios publicados y la experiencia médica. Aún así, que la patología a tratar sea benigna o que la técnica sea segura "no exime de realizar tanto un buen diagnóstico como un tratamiento con las mayores garantías de calidad y seguridad", asegura el doctor Hernanz. Por ejemplo, es importante realizar un estudio previo. Por tanto, al igual que cuando se va a administrar radioterapia en una enfermedad oncológica, se realizará un TAC de planificación para localizar el daño y monotorizar las dosis.

En la mayoría de los casos, el tratamiento consistirá en administrar seis sesiones en días alternos durante dos semanas, con una duración de escasos minutos. "Durante la sesión, el paciente no notará nada, es completamente indolora y no interfiere en la vida diaria. Tampoco precisa de hospitalización y tras cada sesión -que dura 15 minutos desde que se entra al hospital hasta que se sale de él- el paciente puede realizar su vida sin ningún tipo de restricción", señala.

Michael Kerscher confirma que no ha notado ninguna reacción durante ni tras el tratamiento y que las sesiones son muy cortas. "La primera sesión fue más larga, porque tienen que colocarte bien para dar la radiación en el sitio exacto. Pero las siguientes están siendo muy rápidas. En 15 minutos ya estás fuera". 

Asimismo, cuenta con la ventaja de no contraindicar ningún tipo de intervención quirúrgica, rehabilitadora o de otra índole e, incluso, si el paciente no responde a la radioterapia, puede realizarse una reirradiación posterior. 

Para recibir esta técnica, un traumatólogo, reumatólogo o rehabilitador tiene que derivar al paciente. Tras las sesiones, se realizará una valoración y se le volverá a remitir a su médico especialista de referencia. "Por el momento, ya he conseguido una total mejoría de un pie. El otro va más lento, pero también mejora", concluye Michael Kerscher. 

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