La convivencia pone a prueba el amor y la amistad, por lo que no es necesario añadir la decoración a los posibles problemas futuros. Tanto si te mudas a vivir con tu pareja como con un compañero de piso es preciso sentar las bases de un hogar a la medida de los dos y tener presente que todo (hasta la decoración de interiores perfecta) lleva su tiempo.
1. Negociaciones
Ante la posibilidad, normalmente una realidad, de que no compartáis los mismos gustos ‘deco’, aprende a hacer concesiones. Eso, unido a que posiblemente no quieras ver las fotos de su familia en la sala de estar, mientras no hay hueco para el dibujo de tu sobrino, marcará el comienzo. El primer paso es hablar sobre cómo imagináis el diseño y la decoración de la que será vuestra casa. Puedes enumerar los objetos y muebles que deseas conservar y guardar o vender lo que te sobre o no haya encontrado hueco en la zona común ni en la privada.