El salmorejo es, junto al gazpacho, una de las sopas frías por excelencia de nuestra cocina veraniega que, por su textura más cercana a una crema, realza infinidad de platos dándole un toque inconfundible y delicioso. Puedes hacerlo con mayor o menor densidad según vayas a emplearlo en unas elaboraciones u otras y esto puedes conseguirlo echando más o menos aceite de oliva y/o poniendo mayor o menor cantidad de pan. Incluso, te animamos, a cambiar y/o combinar el tomate con otros ingredientes -naranja, fresas, cerezas, etc.-
Comenzamos mostrándote la receta clásica, que es perfecta para tomar sola con huevo cocido y jamón serrano, para untar sobre unas tostas de pan, incorporar a la masa de unas croquetas, convertir en gelatina o usar con pastas, pescados, verduras e, incluso, transformarlos en un helado. Todas ellas las hemos tenido en cuenta en las 10 siguientes elaboraciones. Es difícil elegir una sola, así que te animamos a que las vayas probando todas. Como aperitivo, tentempié, entrante, plato principal o guarnición, te quedarás con todas ellas.
Su textura cremosa, su sabor suave y su base vegetal lo convierten en un recurso culinario muy versátil que puede enriquecer muchos otros platos del día a día. Es una receta sencilla y rápida, que se elabora con ingredientes muy asequibles —pan, tomate, ajo, aceite de oliva y sal— y que no requiere cocción. Además, es un plato ligero y nutritivo, rico en fibra, vitaminas antioxidantes y grasas saludables gracias al aceite de oliva virgen extra. Pero, sobre todo, el salmorejo es increíblemente versátil: puedes tomarlo solo o integrarlo en una infinidad de recetas creativas que van mucho más allá del cuenco tradicional. ¡Toma nota!