La nieta de Carlos Saura, de dos años, la estrella más simpática y espontánea del Festival de Málaga

La hija pequeña de Anna Saura acudió al homenaje a su abuelo y conquistó a los presentes con su gracia y sus travesuras

Por Belén Nava, Paloma Anaya

Un mes ha trancurrido ya desde el fallecimiento de Carlos Saura, cuya aportación a la cultura española siempre será eterna. Cineasta, escritor, fotógrafo, dibujante y director de escena que no dejó de trabajar hasta el último momento y la industria de la que fue referente sigue teniendo muy presente esta incansable labor durante más de seis décadas. Así ha quedado plasmado  en el Festival de Málaga, donde se ha proyectado Las paredes hablan, su último trabajo y la película que estrenó semanas antes de morir.

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Su viuda, Eulalia Ramón, y dos de los hijos del artista, Anna y Antonio -este último con su esposa Ruth Gabriel-, han viajado hasta la ciudad andaluza para estar presente en este homenaje en el que la nieta del director ha acaparado todas las miradas y se ha convertido en la auténtica estrella.  Con solo dos años, la hija pequeña de Anna Saura y el compositor Alfonso González Aguilar, que son padres también de un niño, ha sido la protagonista más simpática del certamen.

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Laia, como así se llama, acudió con su familia y se mostró de lo más espontánea y divertida ante los flashes. Con una gorra rosa, el chupete puesto y la correspondiente acreditación, divirtió a todos los presentes con sus travesuras y ocurrencias. Primero se ha colocado en el photocall y a los pocos segundos ha decidido marcharse corriendo para seguir mirando y no perderse nada de todo lo que sucedía a su alrededor. Cuando ha llegado el momento de la foto de grupo, la niña ha empezado a llamar a su mamá, que no ha dudado en contestarla. Una situación que ha provocado la carcajada de todo el público allí reunido.

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Anna Saura, que estuvo involucrada en la producción de Las paredes hablan, ha explicado que su padre "estaba muy contento y muy orgulloso" de este trabajo. La hija del director de Cría cuervos, La Caza, Ay Carmela y Bodas de Sangre desea que se le recuerde  como "una persona normal, apasionado por lo que hacía" y reconoce sentirse agradecida e "impactada" por las muestras de cariño que están recibiendo y que en cierto modo hacen "que siga vivo".  Por su parte, Antonio Saura, nacido del primer matrimonio del cineasta con la periodista Adela Medrano, cree que el último trabajo de su padre es una belleza que "resume su pasión por el cine y el proceso de los artistas". Y confesó estar muy emocionado por los reconocimientos internacionales que están rindiendo a su padre, actos en los que "te das cuenta de la enorme dimension que tenía".

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La Berlinale y la Academia del Cine Europeo rindieron homenaje a Saura con una sesión especial incluida en el programa del festival alemán en que se proyectó su último filme. El acto fue presentado por el director artístico de la Berlinale, Carlo Chatrian, quien recordó varias de las películas con las que acudió a la competición del festival, como La Caza -Oso de Plata a la mejor dirección, en 1966- y Deprisa, deprisa, ganadora Oro en 1981. Saura es una figura "para ser celebrada, no para despedirse de ella", apuntó la presidenta de la Academia del Cine Europeo y directora polaca Agnieskza Holland.