En invierno bajan las temperaturas y, al margen de la temida gripe y la omnipresente bronquiolitis en menores de dos años, muchos son los catarros que cogerán nuestros hijos en estos días que llegan. De hecho, un catarro es mucho más común que una gripe, aunque ambos están provocados por un virus, por lo que por mucho que abriguemos a nuestros hijos y les pongamos cientos de capas, gorros, bufandas y manoplas, no conseguiremos que eviten los mocos, la tos y la fiebre, tres de sus grandes síntomas. Conseguimos que eviten una hipotermia, por supuesto, pero no de que enfermen.
Podríamos decir que el exceso de abrigo es uno de esos remedios caseros que prometen evitar que caigamos enfermos o, cuando ya hemos caído, curarnos. Y lo son porque, tradicionalmente, los hemos escuchado. Y, aunque ahora mismo solo seamos capaces de citar unos cuantos, son más numerosos de lo que pensamos y, en la mayoría de los casos, “no son efectivos”. Así nos lo confirma la Dra. María Gascón, pediatra rural y divulgadora en su perfil de Instagram (@pediatra_de_pueblo). De hecho, nos advierte, “algunos de ellos pueden tener efectos perjudiciales para la salud de los más pequeños”. Y esto ya es serio. ¿Quieres saber qué falsos mitos debes desterrar para siempre?
‘Tengo niños en casa, ¿necesito realmente un humidificador?’